3. La Oscuridad Dentro

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Katherine siempre había sido la perfección en la superficie: la doctora intachable, el modelo a seguir para jóvenes profesionales. Pero fuera de la luz quirúrgica y de las alabanzas públicas, existía una parte de ella que pocos conocían. Era una parte que se liberaba en la oscuridad de los clubes nocturnos, bajo las luces estroboscópicas y entre el ritmo palpitante de la música. Era ahí donde se permitía ser ella misma, lejos de los ojos críticos del mundo.

Esa noche, en uno de los clubes más exclusivos de Gotham, Katherine se sumergía en esa versión oculta de sí misma. Llevaba un vestido ajustado, negro, con cortes estratégicos que dejaban entrever su piel. Su cabello, usualmente recogido con esmero en el hospital, caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos, delineados con precisión, brillaban con un fuego que pocos habían visto.

Mientras el bajo resonaba en las paredes, ella bailaba, su cuerpo moviéndose al ritmo de la música. Los hombres la observaban desde las sombras, pero ella ignoraba cada mirada. Estaba allí por una razón: para escapar, para liberarse de la rutina y sentir la adrenalina que corría por sus venas. Era un escape que necesitaba más de lo que le gustaría admitir.

Sin embargo, esa noche era diferente. Entre la multitud, sentía una presencia. Algo la hacía sentir observada, pero no de la manera superficial de los otros. Esta mirada era más profunda, penetrante, y la hacía temblar. Sin detenerse, Katherine recorrió con la vista el lugar, buscando la fuente de esa perturbación.

Y ahí estaba. El Joker, sentado en un rincón, mirándola con una sonrisa peligrosa. Su presencia destacaba como siempre, desentonando en ese ambiente de frivolidad. No era su lugar, pero parecía disfrutar del caos que su sola existencia provocaba en los que lo rodeaban.

Katherine sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Intentó mantener su compostura, seguir bailando, pero sus movimientos se volvieron más tensos. Algo en ella la impulsaba a enfrentarlo, a no dejarse intimidar. Y eso fue lo que hizo.

Se acercó a la barra, donde podía sentir su mirada fija en ella. Ordenó una bebida, dejando que la tensión creciera entre ambos. No se volteó, no lo miró directamente, pero sabía que él se acercaría. Y lo hizo.

—Me encanta verte en tu elemento, muñeca —dijo, su voz seductora resonando a su lado mientras se apoyaba en la barra junto a ella—. ¿Quién diría que la doctora perfecta también sabe divertirse?

Katherine lo miró de reojo, sus labios curvándose en una sonrisa despectiva.

—No tienes idea de quién soy fuera del hospital —respondió, su tono frío, pero su corazón acelerado.

El Joker soltó una carcajada baja, inclinándose hacia ella, tan cerca que el calor de su aliento rozó su piel.

—Oh, muñeca, me subestimas. Sé más de lo que crees. —Su dedo recorrió suavemente su brazo desnudo, una caricia apenas perceptible, pero cargada de electricidad—. Hay algo oscuro dentro de ti... algo que nadie más ha notado, pero yo lo veo. Es lo que me fascina de ti.

Katherine bebió un sorbo de su copa, sin apartar la mirada de la pista de baile. Su indiferencia era una máscara, pero no podía negar la atracción visceral que sentía hacia él. Una parte de ella, la parte que siempre mantenía enterrada, resonaba con sus palabras.

—No eres tan especial como crees —respondió, su tono cortante, pero la forma en que sus dedos se tensaron alrededor de su vaso lo delataba.

—¿Seguro? —el Joker murmuró, sus labios rozando la curva de su oreja—. No puedo esperar para que lo descubras tú misma.

De repente, la atmósfera a su alrededor cambió. Algunos de sus amigos llegaron, y la tensión en el aire se hizo palpable. Todos eran conscientes de quién era el Joker, de su naturaleza impredecible y peligrosa. Katherine notó las miradas nerviosas, las sonrisas tensas y los susurros apresurados.

Crowned in Madness | Joker +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora