24. Comencemos

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La habitación del Joker y Katherine estaba bañada en un lujo oscuro, un caos calculado que reflejaba las dos fuerzas opuestas que residían ahí. Antes, esa habitación era un santuario de locura descontrolada, con colores brillantes y muebles de diseño excéntrico que sólo él podía apreciar. Ahora, desde que Katherine había entrado a su vida y a ese espacio, pequeños toques de elegancia femenina habían comenzado a invadir el caos. Ropa de diseñador colgada sobre sillas, zapatos de tacón brillante en las esquinas, y el olor de un perfume caro que flotaba en el aire, creando un contraste innegable con la suciedad de Gotham. Cada rincón parecía gritar que ella era la reina indiscutible de ese mundo.

Pero en esa noche, el aire estaba cargado de algo más. La tensión era tan palpable que parecía amenazar con quebrar el delicado equilibrio que habían construido entre ellos.

Katherine se apoyó contra el tocador, sus dedos jugando nerviosamente con una pulsera de diamantes. Sentía el calor en su pecho crecer con cada segundo que pasaba. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Selina, allí, en su cama. En su cama. La misma cama que compartía con el Joker. Que él siquiera hubiese mencionado la idea de un trío con Selina... ¿Cómo se atrevía? Cada fibra de su ser ardía de furia. No estaba dispuesta a compartir lo que era suyo, mucho menos con una mujer que claramente tenía otros intereses.

El Joker estaba sentado en el borde de la cama, mirándola, con una sonrisa perezosa en sus labios. Se divertía con su incomodidad. Lo sabía. Y eso lo hacía todo peor. En el fondo, esa chispa de caos en los ojos de él era lo que la había atraído desde el principio, pero ahora sentía que él estaba jugando con fuego... con el fuego equivocado.

—¿Qué es lo que pasa, muñeca? —preguntó él, su voz melosa, como si no supiera perfectamente lo que la estaba carcomiendo por dentro.

Katherine cerró los ojos por un segundo, respirando profundamente para contener la marea de emociones que amenazaba con estallar. Pero cuando habló, su voz estaba teñida de hielo.

—¿Cómo te atreves...? —murmuró, sus ojos entrecerrados mientras lo fulminaba—. ¿Cómo te atreves a siquiera pensar que yo voy a compartirte con ella?

El Joker sonrió, una risa suave escapó de su garganta. La tensión le divertía. El caos lo nutría. Verla a punto de estallar le resultaba fascinante.

—Vamos, cariño... solo fue una idea divertida, un pequeño juego para animar las cosas. Sabes lo mucho que disfruto el caos, y tú eres mi reina del caos. ¿Por qué estás tan molesta?

El tono casual de su voz solo avivó el fuego en Katherine. Se acercó a él, sus tacones resonando en el suelo, cada paso un golpe firme que anunciaba la tormenta que estaba a punto de desatarse.

—No te atrevas a hacerme parecer una tonta —su voz era baja, cargada de una furia contenida, su cuerpo vibrando de rabia—. No soy una de tus juguetes. No voy a ser una más en tu colección.

El Joker la miró con las cejas arqueadas, como si se sorprendiera de la intensidad de sus palabras. Le gustaba verla así. Le gustaba ver hasta dónde podía empujarla antes de que ella explotara. Pero esta vez, había algo diferente en ella. Algo más oscuro, más peligroso.

—Eres mía, Katherine —dijo suavemente, levantándose de la cama con una gracia letal, acercándose lentamente a ella—. Eres mi reina. ¿Por qué te preocupas por una gatita callejera cuando sabes que tú eres la única en mi vida?

Katherine se rió, pero no era una risa dulce. Era amarga, cargada de sarcasmo.

—¿De verdad crees que voy a tolerar que metas a Selina en mi cama? —Su mirada lo atravesó—. ¿Crees que porque me dices 'reina' eso me va a bastar para dejar pasar tus juegos?

Crowned in Madness | Joker +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora