Crowned in Madness | Joker +18

28. Nuevo Trono

Gotham vibraba con la energía de la noche, y en el corazón del bullicioso club, Katherine era el centro de todas las miradas. Las luces parpadeaban al ritmo de la música, creando un ambiente cargado de emoción y deseo. Ella bailaba con una gracia hipnótica, su vestido rojo y negro, extravagante y ajustado, abrazando cada curva de su cuerpo, mientras una multitud la rodeaba, fascinada por su presencia. Cada movimiento era una declaración de poder, un recordatorio de que había pasado de ser una simple doctora a convertirse en la reina del caos.

Los hombres la miraban con admiración y temor, un sentimiento que ella sabía manipular a su favor. Se acercaba a ellos, lanzando sonrisas coquetas y susurros sugerentes, logrando que cayeran en su trampa. Un grupo de ejecutivos, con trajes impecables y miradas lascivas, se reunieron en torno a ella. Cada palabra que pronunciaba era como un hechizo, cada risa, un gancho que los arrastraba más cerca de su mundo.

—¿Qué tal una apuesta? —preguntó Katherine, su voz suave y seductora, mientras deslizaba una uña pintada de rojo sobre un vaso de whisky. Su mirada desafiante se posó en el hombre más cercano, un alto rubio que apenas pudo mantener el contacto visual.

—Estoy dentro —respondió él, apenas logrando contener la emoción.

Mientras la noche avanzaba, el juego de apuestas se intensificaba. Katherine ganó más de lo que perdió, disfrutando de cada victoria con una risa melodiosa que resonaba en la penumbra. Los hombres, embelesados, competían por su atención, deseando ser los afortunados que la llevaran a bailar. Ella, con un movimiento de cadera, los guiaba, como si fueran piezas de un tablero de ajedrez en el que ella siempre tuviera la ventaja.

El Joker la observaba desde una esquina, su mirada fija en ella, sintiendo cómo la inquietud se apoderaba de su mente. Con cada mirada que Katherine lanzaba y cada risa que compartía, la incomodidad en su pecho se hacía más fuerte. Había dejado que jugara con Selina, pero ahora se daba cuenta de que había creado a una diosa de la destrucción. Su muñeca había encontrado un nuevo juego, uno que podría desbordar su control.

El ambiente del club era electrizante. Los cuerpos se movían al ritmo frenético de la música, y la atmósfera estaba impregnada de una mezcla de sudor, deseo y peligro. Las luces giratorias iluminaban las sonrisas deslumbrantes y los ojos enardecidos, creando un espectáculo casi hipnótico. Sin embargo, mientras todos se dejaban llevar por la emoción, el Joker se sentía cada vez más aislado. Había algo en la forma en que Katherine interactuaba con otros hombres que le despojaba de su poder. No podía soportar la idea de que ella disfrutara de esa atención.

A medida que la música resonaba, Katherine se movía con una confianza desbordante, encantando a todos, mientras el Joker sentía que su control se deslizaba entre sus dedos. Un hombre de ojos oscuros se acercó a ella, inclinándose un poco más de lo que era apropiado, sus intenciones evidentes. Ella sonrió, como si lo estuviera atrapando en su red.

—¿Quieres bailar? —preguntó, mientras él tragaba saliva, evidentemente hipnotizado por su aura.

El Joker no pudo evitar entrecerrar los ojos. Su mente corría al pensar en las posibilidades. ¿Qué sucedería si Katherine decidía convertirse en un verdadero reto? ¿Si su ambición la llevó a desear más que solo jugar a su lado? Una idea lo inquietaba: ¿acaso la habían convertido en una competidora? La inseguridad palpitaba en su pecho.

La música se detuvo repentinamente, y Katherine, en un acto de desafío, se acercó al Joker. Su sonrisa deslumbrante iluminaba su rostro, pero él no podía evitar notar cómo se había distanciado de él en ese corto tiempo.

—¿Qué te parece mi show? —preguntó, coqueteando con él mientras jugaba con el borde de su vestido, como si estuviera probando sus límites.

—Es... interesante —respondió él, su tono no logró ocultar la ansiedad que sentía—. Pero no olvides que estamos en un juego peligroso.