33. Último Adiós

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Batman avanzaba por las oscuras y angostas calles de Gotham, sus instintos agudizados por la creciente tensión en el aire. Desde hacía horas había sentido que algo no estaba bien. Sus fuentes le habían informado de movimientos inusuales en la ciudad, y en su mente resonaba el eco de las palabras de Alfred: "La calma a menudo precede a la tormenta".

Al llegar a la zona industrial, un impulso casi visceral lo llevó a dirigirse a una vieja fábrica abandonada. Era un lugar que había visto sus mejores días, ahora desmoronándose en medio de la decadencia que caracterizaba a Gotham. La fábrica, con sus altos techos y ventanas rotas, era un escenario ideal para el tipo de caos que el Joker solía sembrar. Algo le decía que Katherine estaba en peligro, y eso lo impulsó a acelerar el paso.

Mientras se acercaba a la entrada principal, un grupo de hombres del Joker apareció de la nada. Al menos seis de ellos, armados y en un estado de alerta palpable, lo rodearon. Batman se detuvo en seco, sus ojos escaneando el entorno con la precisión de un halcón.

—Bruce Wayne —dijo uno de los hombres, burlándose con un tono despectivo—. Te hemos estado esperando.

Sin mediar más palabras, los hombres del Joker intentaron inmovilizarlo. Batman, en una serie de movimientos rápidos y calculados, los derribó uno por uno, el eco de los cuerpos golpeando el suelo resonando en la penumbra. Había entrenado para esto; era parte de su vida. Pero cada golpe que daba, cada hombre que caía, aumentaba su preocupación. ¿Por qué lo habían estado esperando? ¿Qué tenían planeado?

Al terminar con ellos, se detuvo un instante para recuperar el aliento y seguir. La presión en su pecho se intensificó. Algo dentro de él le decía que estaba a punto de enfrentarse a algo mucho más grande que una simple pelea. Continuó avanzando hacia la entrada de la fábrica, cada paso resonando como un tambor en su mente.

Al cruzar la puerta, la escena que encontró lo dejó helado. En el centro del amplio espacio, iluminado solo por la tenue luz de unos neones parpadeantes, estaba ella: Katherine. Sus ojos, que una vez brillaron con vida, estaban ahora oscurecidos por la locura que la rodeaba. Una mano, la que sostenía una daga, goteaba un hilo de sangre que se deslizaba por su muñeca, manchando el suelo frío de la fábrica.

El Joker estaba a su lado, su risa distorsionada mezclándose con el aire pesado del lugar. La locura en su mirada era evidente, pero lo que más le preocupaba a Batman era la sonrisa de Katherine, una expresión que combinaba la emoción y el peligro. Estaba más viva, más peligrosa que nunca, y eso le heló la sangre.

El brillo metálico del filo de la daga descansaba en la mano de Katherine, la misma mano que horas antes había sentido el agudo dolor de la hoja al cortarse. La herida aún estaba fresca, recordándole a cada momento quién era ahora: una mujer más peligrosa, más decidida. El Joker caminaba a su lado, sus ojos chispeantes de euforia, lleno de un entusiasmo que solo se podía comparar con el caos que estaban a punto de desatar.

—Muñeca, esta noche va a ser... —El Joker se detuvo, dándole una mirada ardiente—. Explosiva. ¿Estás lista para ver este mundo arder por nosotros?

Katherine asintió, su sonrisa reflejando la seductora oscuridad en la que se había sumido. Cada paso resonaba en el silencio de la noche, como un eco de su determinación.

—Nací para esto, J.

Mientras avanzaban, un escalofrío recorrió la espalda de Katherine, una sensación de que algo estaba a punto de suceder. Y así fue. Una sombra se deslizó frente a ellos en el callejón. Batman. Su imponente figura bloqueaba el paso, su capa ondeando bajo la luz tenue de los faroles, creando una imagen que resonaba con autoridad.

Crowned in Madness | Joker +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora