Una tarde mágica

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Eloise

¡Madre mía, esto no me lo esperaba! Allí estaba yo, tan tranquila, leyendo en el salón cuando, de pronto, desde la ventana veo el carruaje de Anthony detenerse frente a la puerta. Pero no era eso lo que me hizo saltar del sillón, no. ¡Era que con él venía Lady Bennet! ¡Seraphina! ¿Qué demonios hacía ella en el carruaje de Anthony a estas horas? ¡Y además, ni siquiera era un día de visita formal!

—¡Mamá! —grité, sin poder contener la emoción—. ¡Lady Bennet está bajando del carruaje! ¡Y viene con Anthony!

No podía creerlo. En cuestión de segundos, el caos se desató en casa de los Bridgerton. Todos los hermanos aparecieron de la nada, como si hubieran estado espiando todo el tiempo, y nos lanzamos hacia la ventana del salón para tener una mejor vista. Daphne, Colin, Benedict... hasta Hyacinth, que estaba lejos, vino corriendo como si su vida dependiera de ello.

—¡Esto es insólito! —susurró Daphne, claramente sorprendida, mientras miraba a Seraphina bajarse con gracia del carruaje, con ese velo que siempre usaba y que ahora parecía más interesante que nunca. ¿Qué significaba esto? Anthony jamás había traído a ninguna mujer así a casa, no sin una buena razón.

—¿Habrá pasado algo? —preguntó Colin, claramente fascinado por el chisme que se estaba cocinando—. Porque esto no tiene pinta de ser una simple visita social...

—¿Qué creéis que se cuece? —añadí, todavía pegada a la ventana como si de pronto fuera la única que podía espiar. Porque, seamos sinceros, nadie era mejor que yo para enterarse de todo lo que estaba pasando en esta casa.

—¡Vamos al recibidor! —decidió Benedict con ese aire de autoridad que le sale de vez en cuando, aunque a todos nos dio igual quién lo dijera. Como una estampida, bajamos corriendo por las escaleras, echándonos a empujones en nuestro afán por ser los primeros en llegar. Hyacinth, aunque pequeña, tenía una sorprendente habilidad para abrirse paso entre todos nosotros.

Cuando llegamos abajo, los cuatro nos quedamos quietos, intentando disimular nuestra emoción. Era como si el aire en la sala estuviera cargado de expectación. Podíamos oír cómo Anthony y Seraphina se acercaban, y los pasos de ellos resonaban en el pasillo.

Nos miramos entre nosotros, sin saber exactamente qué esperar, pero una cosa estaba clara: algo se estaba cocinando, y yo, Eloise Bridgerton, iba a enterarme de todo.

Anthony

Entrar a la casa Bridgerton y encontrarme con todos mis hermanos alineados como si estuvieran esperando una audiencia fue... cuanto menos, incómodo. Eloise, Daphne, Colin, Benedict y hasta Hyacinth estaban ahí, de pie, como si hubieran recibido alguna advertencia sobre mi llegada. Todos con la misma expresión de sorpresa que yo intentaba no encontrar cómica.

—Ah, bien... —empecé, carraspeando, intentando ignorar las miradas inquisitivas—. Todos, esta es Lady Seraphina Bennet.

Miré a Seraphina de reojo, que estaba parada a mi lado con una expresión calmada, aunque sabía que en su interior debía estar más nerviosa de lo que aparentaba. Llevaba su característico velo, pero su postura era segura, y eso me llenaba de cierto orgullo.

—Es una amiga mía —añadí con énfasis en "amiga", aunque sabía que ninguno de mis hermanos iba a dejar pasar esa palabra tan fácilmente—. Vamos a subir a la biblioteca para leer un rato.

El silencio que siguió fue... impresionante. Los rostros de mis hermanos eran una mezcla de estupefacción y pura curiosidad. Colin fue el primero en abrir la boca, pero no dijo nada. Solo nos miraba con una sonrisa contenida, casi burlona.

Y entonces, claro, llegó mamá, siempre con su amabilidad intachable pero con un brillo en los ojos que delataba su propia incredulidad.

—Lady Bennet, querida, qué sorpresa tan agradable —dijo Violet con esa suavidad que dominaba tan bien, acercándose a Seraphina con una sonrisa acogedora—. No esperábamos tener el placer de tu compañía hoy.

PAUSADA: La dama enmascarada (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora