Seraphina
La cena avanzaba en un tenso silencio, rota solo por el tintineo de los cubiertos en los platos. Sentía una presión en el pecho, aún dolida por lo ocurrido con Anthony esa tarde, pero no era el momento de pensar en eso. O al menos eso intentaba decirme. Mi madre estaba en la cabecera, como siempre, disfrutando de su reinado de desprecios, mientras Ophelia sonreía como la perfecta hija que siempre había sido, la hija que nunca fallaba. El aire en la habitación se sentía pesado, denso.
—Hoy vino Lord Bridgerton —dijo mi padre de repente, su voz cortando el aire como un cuchillo. No me miró directamente, pero sus palabras estaban claramente dirigidas a mí—. Trajo un regalo para ti, ¿no?
Mi estómago se revolvió al oír el nombre de Anthony. No pude evitar un ligero temblor en la mano que sostenía mi tenedor. No quería hablar de él, no podía.
—No es nada importante, padre —murmuré, mirando fijamente mi plato, deseando que el suelo me tragara.
Sentí la mirada de mi madre sobre mí, afilada como una hoja. Sabía lo que venía. Siempre sabía.
—Lord Bridgerton. —Repitió su nombre con una mueca de desdén, como si el mero hecho de mencionarlo fuera un insulto—. ¿De verdad crees que un hombre como él está interesado en algo más que... bueno, lo que cualquier hombre busca en una joven ingenua? —Sus palabras caían como veneno sobre la mesa, su sonrisa despectiva era como un látigo—. Pero claro, para ti, Seraphina, cualquier migaja de atención parece ser un banquete, ¿no?
Ophelia soltó una risita contenida, su mirada altiva se dirigió hacia mí, compartiendo la crueldad de nuestra madre como si fuera lo más natural del mundo.
Algo dentro de mí se rompió. Todo el dolor, la humillación y la rabia que había acumulado durante años, especialmente después de lo que ocurrió esa tarde, estallaron en mi pecho como un volcán. No podía más. No iba a soportarlo ni un segundo más.
—¡Basta ya! —exclamé, mi voz llena de una furia que sorprendió a todos. Los cubiertos en mis manos tintinearon cuando los solté con fuerza sobre la mesa. La sorpresa fue total. Mi madre, mi padre, Ophelia... todos me miraban como si nunca me hubieran visto antes.
Mi madre me observó, con una mezcla de incredulidad y burla.
—¿Qué has dicho? —preguntó, su tono desafiante. Estaba acostumbrada a que yo me callara, a que me encogiera ante sus comentarios, pero esta vez no iba a hacerlo.
—He dicho que basta. —Mi voz se mantuvo firme. El nudo en mi garganta comenzó a deshacerse, liberando todo lo que había guardado tanto tiempo—. Estoy harta de tus comentarios venenosos, madre. Harta de que te burles de mí, de que me humilles, como si fuera menos solo por tener una cicatriz. ¡No soy un monstruo! —Las palabras salían de mi boca sin control, como un torrente incontrolable—. ¡Y no soy una deshonra! Lo que tú crees que soy no tiene nada que ver con lo que realmente soy, y estoy cansada de intentar ser algo que te complazca.
—¡Seraphina! —Intentó interrumpirme, pero la rabia acumulada durante tantos años me hizo continuar. No había marcha atrás.
—¡No! ¡Escúchame por una vez! —grité, mi cuerpo temblando de la emoción contenida—. Te he soportado durante años, tus desprecios, tus críticas. He tratado de ser la hija perfecta para ti, pero nunca ha sido suficiente. Siempre encuentras algo en mí que está mal. Mi cicatriz, mi rostro, mi manera de ser. ¡Estoy harta! No me importa lo que pienses de mí, madre. No me importa que me odies porque no soy como Ophelia. ¡Porque soy más que una cicatriz, y soy más que tu obsesión por la perfección!
Mi madre me miraba con los labios apretados, sus ojos llenos de furia, pero por primera vez, se veía desconcertada, superada por mi arrebato. El poder que había tenido sobre mí durante tanto tiempo se desmoronaba en ese momento, y ella lo sabía.
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PAUSADA: La dama enmascarada (Anthony Bridgerton)
FanficSeraphina Bennet, oculta tras un velo y marcada por su pasado, despierta el interés del vizconde Anthony Bridgerton, el único hombre que se atreve a sostener su mirada. A medida que su conexión se profundiza, ambos desafían las normas sociales y des...