Lady Bridgerton y Lord Bennet

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Seraphina

La puerta se cerró detrás de Lady Bridgerton, y por un momento el aire en la habitación se quedó suspendido, cálido y lleno de algo que no había sentido en mucho tiempo: aprecio genuino. Las palabras de su madre aún resonaban en mi cabeza, como un eco suave pero firme. "Deberías llevar menos tiempo el velo... esconde un rostro precioso."

No estaba acostumbrada a cumplidos, y menos a este tipo de palabras tan sinceras. La calidez con la que me había hablado, la mirada amable... fue un gesto que me llegó más de lo que esperaba. Durante un instante, me sentí vista, no solo por Anthony, sino por alguien más. Violet Bridgerton había visto en mí algo que yo no había podido ver en mucho tiempo. Había sido un momento realmente bonito.

Cuando me volví hacia Anthony, él ya estaba sentado en una pequeña mesa cerca de las estanterías, colocando la bandeja con el té y las pastas que había traído su madre. Me acerqué, y nos sentamos juntos, como si ese rincón de la biblioteca hubiera sido diseñado solo para nosotros. El ambiente era cálido, relajado, como si estuviéramos en nuestro propio mundo.

Cogí una pequeña taza de té y suspiré antes de hablar.

—Ojalá mi madre fuese como la tuya, Anthony —dije en voz baja, casi sin pensarlo.

Él levantó la vista de su taza, sus ojos encontrando los míos. Durante un momento, vi una expresión de sorpresa cruzar su rostro, pero luego se relajó y sonrió, una de esas sonrisas de medio lado que tanto me gustaban, como si estuviera pensando en algo divertido.

—¿Mi madre? —dijo, como si no pudiera creerlo—. Te aseguro que tener a Lady Bridgerton como madre no es tan maravilloso como parece. Es... —se detuvo un segundo, buscando las palabras adecuadas— avergonzante la mayoría de las veces.

Levanté una ceja, curiosa.

—¿Avergonzante? No lo parece —respondí, incapaz de contener la sonrisa. Violet parecía la madre ideal.

Anthony dejó su taza en la mesa y se inclinó hacia adelante, como si estuviera a punto de contarme un secreto.

—¿Sabes lo que es tener a una madre que organiza bailes y cenas con la única intención de emparejarte? Desde los catorce años he estado huyendo de sus intentos de encontrarme esposa. Es como si lo viera como su misión personal. La mitad de las chicas que ves en los bailes han sido puestas en mi camino por ella, y lo peor de todo... ¡lo sabe todo! —exclamó, divertido, pero con un punto de exasperación—. Es como si tuviera ojos en todas partes. Una vez me pilló en mitad de un invernadero con... bueno, no quiero ni recordarlo.

Solté una carcajada antes de que pudiera contenerme, y me cubrí la boca rápidamente. Pero no podía evitarlo, la manera en que lo contaba, con ese toque de humor resignado, era demasiado divertida. No podía imaginarme a Anthony, siempre tan serio y en control, atrapado por su madre en una situación así.

—¡No! —logré decir entre risas—. No me lo creo.

Anthony se echó hacia atrás en la silla, con una sonrisa satisfecha.

—Créelo. Una Bridgerton nunca deja escapar a su presa.

Nos miramos un instante, ambos riendo, como si toda la tensión que habíamos acumulado los últimos días se hubiera desvanecido. Y, por un segundo, me olvidé de todo lo demás: de la distancia que había intentado poner entre nosotros, de los sentimientos contradictorios que no me dejaban en paz. Solo estábamos él y yo, en aquella pequeña mesa, en su enorme biblioteca, como si el resto del mundo hubiera dejado de existir.

Pero al mismo tiempo, mientras lo miraba, me daba cuenta de lo peligroso que era para mí. Con cada minuto que pasaba, me sentía un poco más cerca de él. Cada palabra, cada risa compartida, me hacía caer más profundo en algo que sabía que no debía ser.

PAUSADA: La dama enmascarada (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora