Poco a poco

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Miré a Nathaniel, aún resonaban sus palabras en mis oídos, con una intensidad que jamás había sentido antes. Me desconcertaba la forma en que parecía entenderme, como si viera más allá de mi fachada, más allá del velo que llevaba como una segunda piel. Y aunque esa sensación me resultaba agradable, todavía había algo en mí que se resistía, algo que me mantenía alerta.

Nathaniel me miraba de una manera que hizo que el tiempo se detuviera por completo. El viento, las luces del salón detrás de nosotros, el murmullo distante de la fiesta... todo se desvaneció. Solo estábamos él y yo, allí en el balcón, bajo el cielo estrellado. No apartaba sus ojos de los míos, y sentía cómo, con cada segundo que pasaba, me era más difícil resistir la atracción palpable entre nosotros.

Lentamente, levantó una mano, acercándola a mi rostro con suavidad, sin tocarme, pero lo suficientemente cerca como para que sintiera el calor de su piel. Sus ojos permanecían fijos en los míos, asegurándose de que yo estuviera cómoda con cada uno de sus movimientos.

—Seraphina... —su voz era profunda, baja, llena de una ternura que nunca le había oído antes—. No tienes idea de lo increíble que eres. No puedes imaginar lo que me haces sentir cuando estoy cerca de ti. Sé que podría besarte ahora, y te juro que es lo que más deseo en este mundo. Pero quiero hacerlo bien. Si alguna vez llego a probar tus labios, quiero que sea un momento que ambos recordemos con una sonrisa, no con arrepentimiento.

Sus palabras tensaron aún más el aire entre nosotros. Me quedé sin palabras. Nunca habría esperado escuchar algo tan hermoso, tan lleno de respeto de alguien como Nathaniel, conocido por su reputación de libertino. El deseo que veía en sus ojos no era solo físico; había algo más profundo, algo que nunca pensé encontrar en él.

Nathaniel se inclinó un poco más, tan cerca que su aliento cálido acarició mi piel. Estábamos a solo un milímetro de distancia, y sentía que mi corazón latía desbocado en mi pecho. Cada fibra de mi ser gritaba por ese beso, pero mi mente estaba dividida. Aun así, no me moví. No podía. Me quedé quieta, sintiendo cómo la tensión entre nosotros crecía.

—¿Sabes lo que más deseo ahora? —murmuró, su voz apenas un susurro cargado de promesas—. Me muero por besarte, Seraphina... pero no quiero que sea solo un impulso, un momento robado en la oscuridad. Quiero que sea cuando estés lista, cuando yo sea digno de ti. Y créeme, haré lo que sea para llegar a ese momento.

Sentí su aliento tan cerca de mis labios que me temblaron las rodillas. El calor de su cuerpo, la proximidad de su rostro, la dulzura en su voz... todo en él me hacía sentir como si estuviera flotando, suspendida entre la realidad y el sueño. Estábamos tan cerca que cualquier movimiento podría romper esa delgada línea entre la tentación y la realidad.

Nathaniel inclinó su cabeza apenas un poco más, sus labios casi rozando los míos, pero se detuvo en el último segundo. Mis ojos se entrecerraron, anticipando el contacto, pero entonces él se contuvo. Nuestras respiraciones se mezclaron, y la intensidad del momento era casi insoportable.

—Dime, Seraphina... —su voz ronca por el deseo, me hizo estremecer—. ¿Alguna vez alguien ha tenido la suerte de probar estos labios?

La pregunta me tomó por sorpresa, y sentí mi corazón detenerse un segundo antes de reanudar su marcha al doble de velocidad. El pánico me invadió. No quería mentirle, no después de todo lo que él me había confiado. Pero la verdad... la verdad implicaba hablar de Anthony. Ese hombre que había estado en mi corazón durante tanto tiempo, aunque nunca de la manera convencional. Si le contaba sobre él, Nathaniel podría pensar que no era digna, que ya estaba manchada por otro.

Retrocedí un paso, apartándome suavemente de la cercanía de Nathaniel. El frío del aire nocturno me envolvió al aumentar la distancia entre nosotros. Me mordí el labio, buscando las palabras adecuadas, pero todas parecían equivocadas.

PAUSADA: La dama enmascarada (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora