Capitulo 32

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Ya había pasado el tiempo que necesitaba Mikaela en  territorio de los Ichinose, cumplió con su labor y se despidió de su amado, tomó el largo y atemorizante viaje en barco y regresó a casa junto a su madre.

Por su parte, Yuu le dejó una carta para que la lea en su camino a casa, con la promesa de que ahora sí escribiría más para no perder comunicación con él, nuevamente disculpándose por esa ocasión donde no le escribió durante meses. Mikaela por su parte le agradeció, pensando en que sería difícil vivir en adelante con el compromiso de gobernar Sanguinem de manera más activa, y estando vulnerable por la estúpida enfermedad de los vampiros con parejas destinadas como él.

"Qerido Mikaela

Estos dias atu lado han sido lo mejor que e tenido desde que mi padre me regaló un hámster. Espero y nO mueras por comerte un tÓmate al iwual que el peqeño Eugenio que en pas descanse.

Así qe ebita comer esas cosas. Espero poder verte pronto cuando seas coronado.

Con amor, Yuu."

Frunció el ceño con el pedazo de pergamino en manos. Tan inteligente que era para hablar de astronomía, tan bueno era bailando, tanto se esforzaba por hacer buenos hechizos... para tener una caligrafía, y ortografía tan horrendas. Pensaba que mientras habían estado juntos había al menos aprendido algo. Pero vaya que no.... Al menos está carta era mejor que la primera, iba mejorando de a pocos. Ahora sí entendía la incredulidad de todos cuando él comenzó a pasar mucho tiempo en la biblioteca.

Se sentó en su cama, no tan cómoda ya que estaban en un barco en camino a casa aún, miro el techo de madera y suspiró. Él también había cambiado bastante desde la llegada de Yuu a su vida, desde que cruzaron conversación, comenzó a ser más abierto con sus emociones, sintió una nueva forma de amor, y comprendió que uno siendo un gobernante, debe tener consciencia de que las vidas de las personas son más que dígitos o cargos asignados. Se ablandó, se convirtió en una persona diferente y no estaba en desacuerdo con ese cambio.

Cerró los ojos e intentó descansar, sería la única forma de poder acelerar el tiempo siendo él un tipo con un desagrado tremendo a viajar en barco, preferiría tardar 4 días y viajar convertido en murciélago, aún si era peligroso, cualquier cosa es mejor que sentirse como una bolsa de gelatina.

[. . . ]

Llegó a casa y fue recibido cariñosamente por su madre, le daba besos en el rostro y él intentaba ocultar su colorado rostro de algunos sirvientes que le miraban con sonrisas enternecidas, Krul era la misma con su niño, aún si su niño estaba a nada de seguir los pasos de su padre.

El salón estaba siendo decorado con nuevas alfombras, las rojas estaban siendo retiradas por unas negras, del techo limpiaban los candelabros colgantes de cristal con sumo cuidado, la reina indicó que por favor todos se tomen su tiempo en limpiar todo el castillo, quedaría reluciente y bello para un evento tan importante como lo era la coronación de Mikaela.

Se le fue incluso a él prohibida la entrada al jardín, estaban cortando las rosas rojas y rosadas, solo quedarían blancas, cualquier flor era cortada, los arbustos eran perfilados, el césped cortado y los árboles frutales también estaban perdiendo las ramas más intrépidas que se enroscaban entre ellas. Suspiró mirando el cristal detrás del jardín, tenía muchas ganas de leer un libro ahí, pero pensó que incluso la biblioteca estaba siendo víctima de una remodelación nueva.

Su madre lo llevó tan pronto como pudo a probarse su vestuario para la coronación, seguidos de un puñado de féminas iban por los pasillos del palacio, obvio comenzó a enloquecer cuando intentaron desnudarlo para probarle su uniforme nuevo, pero comenzó a patalear para que lo dejen hacerlo. Solamente Krul lo miraba, mientras hablaba.

— Tu padre y yo, cuando naciste, te vestimos de color dorado y blanco. Así que ahora que tomarás su lugar, quise tener ese detalle —sonrió entregándole en las manos la camisa, chaleco y pantalones, todos del mismo todo de impecable blanco hueso, y cosido con hilos dorados—.

— Es un lindo detalle, madre —le dio una pequeña sonrisa y tomó la camisa, su madre dejó de mirarlo para buscar los botines y la capa— Listo. es lindo —se removió para probar la ropa, en efecto, era muy cómoda—.

Se removió e hizo caso a las indicaciones de las chicas que medían sus brazos y la tela, para observar si existía aún algún margen de error que corregir.

— Sé que esta va a ser tu favorita —entre sus manos tenía doblado un pedazo de tela negra, se veía suave. Mikaela la tomó en manos y al desplegarla sus labios hicieron una sonrisa que dejó heladas a las personas ajenas a los Tepes—.

Mika sonrió de felicidad al tener en manos una preciosa capa negra, en los hombros y el borde tenía pelaje blanco, probablemente de un zorro albino de los que vivían en los bosques de Sanguinem cuando llegaba el invierno. Abrazó a su madre en agradecimiento, adoraba las capas largas, y esto venía muy bien con la temporada de helada que azotaria Sanguinem dentro de un par de meses, además estaba lejos de Yuu, estaría propenso a resfriados o a tener más frío, así que esto le sentaba muy bien.

— Mi niño pronto será más que un niño —ella suspiró jalando las mejillas de Mikaela, el rubio era frío, pero a la llegada de Yuu a su vida había comenzado a ser más suelto respecto a sus sentimientos, y era algo que le hacía feliz—.

Abandonaron la habitación
Siguieron conversando y actualizándose, Mika comentando sobre Yuu, ambos conversando de planes para su nación a futuro, Mikaela se preparó mentalmente al saber a donde lo estaba llevando su madre. La habitación donde guardaban sus reliquias.

Ambos sabían cuál era el siguiente paso cuando vieron la hermosa corona de Urd Geales detrás de un cristal, cómoda sobre un cojín de terciopelo, el cristal no tenía ningún rastro de polvo a comparación de las otras reliquias igual de valiosas y caras, sin embargo, está corona denotaba ser la favorita de la colección. Nadie más que Krul entraba a esa habitación... al igual que al jardín.

Mikaela pensó que si en algún momento Yuu o él morían, quizá al otro le toque la suerte de Krul. Sigue siendo una mujer que temer, pero es aún tan frágil como el día en que se enteró que el amor de su vida y ella ya no compartirían nada más que su hijo. Que no podía sentir nada suyo, y que todo lo que quedarían de él son recuerdos.

Tomó las manos de su madre y abandonaron la habitación luego de unos segundos en silencio. En adelante solo tendría ensayos sobre su coronación, y debía descansar lo suficiente para todas las veces que no lo hará en el futuro por la responsabilidad que tendrá.

Royals [YuuMika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora