40 | Amigos del corazón

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— ¿Te vas a quedar todo el fin de semana aquí encerrada? — me pregunta mi madre.

Ya hemos tenido la conversación y me ha aclarado que estaba equivocada y que lo saqué todo de contexto, ella pensaba que no íbamos a volver y por eso habían quedado para aclarar las cosas, me decepciona un poco que para una tarde libre que tiene no quisiera venir a verme en un partido importante para mí, pero entiendo sus motivos, necesitaba tener esa conversación con mi padre. Ella me pregunta si quiero saber y le digo que no, que no quiero saber nada del tema, ella me entiende y me promete que no me va a forzar a hacer nada que no quiero. Finalmente terminamos la conversación con una disculpa de mi parte, ella es muy comprensiva y entiende el motivo por el que reaccione así, me pregunta sobre la terapia y le comento los avances y lo bien que siento que me hace las sesiones.

— No sé... — respondo. — Es que Pau no vino al partido de ayer, supongo que no quiere saber de mí y no quiero ser una distracción en su partido.

— Como veas cariño — me responde. — Pero no te aísles de tus amigos y quién sabe, tal vez a Pau le haga ilusión verte — me responde.

Pienso en sus palabras mientras releo los mensajes del grupo, todos menos él me han preguntado si voy a ir. Desearía tener el contacto de Rocio para preguntarle sobre lo que debería hacer.

Después de un largo debate interno decido que si iré, lo de apoyarnos en los partidos es una rutina que surgió desde mucho antes de ser novios, prácticamente desde que nos separaron en las distintas categorías, ellos siempre que han podido han venido y nosotras a ellos.

Busco en mi armario cualquier equipación del Barça, las primeras que me salen son las camisetas de Pau, pero creo que no da ponérmelas, también tengo las equipaciones de mis amigos Lamine y Héctor y la de Pedri, pero las descarto porque no quiero imaginar la reacción de Pau al verme con otro dorsal después de nuestra separación, así que termino decantándome por una sudadera, así nadie sabrá lo que llevo debajo.

Me aliso el pelo y también me maquillo, me siento nerviosa porque será nuestro primer reencuentro desde el día del entrenamiento y no sé, quiero verme bien, Rayo siempre dice que no hay nada que no se arregle con un buen delineado.

Cuando termino de alistarme voy al estadio y me junto con las chicas donde siempre, se muestran sorprendidas por mi presencia, pero creen que he hecho lo correcto.

— ¡¡Aleoli!! — el primero en salir a saludarnos es Lamine. — ¡Pensaba que no ibas a venir!

— Yo también — admito sincera.

— Me alegra verte — dice con una sonrisa. — Y sé que él también se pondrá contento — le agradezco y le deseo suerte.

Después de Lamine, viene Héctor saluda a Vicky chocándole los puños y a Rayo le revuelve el pelo.

— ¡Oli que bueno verte por aquí! — dice dándome un abrazo ignorando los insultos de Rayo.

— No podía perdérmelo — le sonrió.

El último en salir es Pau, al igual que Héctor y Lamine tiene la costumbre de pasar por aquí antes de los partidos cuando estamos nosotras, nosotras hacemos lo mismo en nuestros partidos, pero Pau detiene su camino cuando me ve con las chicas.

— Joder no debí haber— me callo al ver que Pau retoma su camino hacia nosotras y nos choca los puños. — Suerte — le digo.

— Gracias — me responde antes de hacer su camino al centro del campo donde le esperan sus compañeros.

— Es un avance — dice Vicky y asiento no muy convencida, sigo sin saber si he hecho bien viniendo o si simplemente es una acción egoísta más de mi parte.

El partido empieza y suspiro tranquila al ver que Pau juega igual de bien como siempre, Héctor está supliendo a Balde para darle descanso y Lamine está en la delantera haciéndonos recordar las maravillas que solía hacer su ídolo brasileño.

— ¡Joder qué bueno es! — digo después de una gran acción defensiva de Pau.

— Amiga tú sigues muy enamorada — dice Rayo. — Tenéis que volver a estar juntos o sino dejare de creer en el amor.

— No es tan sencillo, a veces no vale con estar enamorada de una persona — le explico. — Tengo que aprender a quererle bien, a no ser tan destructiva o le terminaré haciendo mucho daño — ya les conté a todos las movidas psicológicas por las que estoy pasando, me costó hacerlo, pero entendí gracias a Rocío que debo aprender a confiar más en la gente que me rodea, ahora todos entienden mejor mi comportamiento y todos me han prometido que se quedarán a mi lado, son los mejores amigos que podía haber deseado.

— Estamos seguras de que podrás con esto — me dice Vicky sacándome una sonrisa.

Volvemos nuestra atención al partido cuando a nuestro lado la gente se levanta de los asientos, Lamine conduce el balón por la banda, hace una bicicleta y desde fuera del área clava el balón en el fondo de la portería.

— ¡Gooool! — nos levantamos a aplaudir emocionadas.

Lamine comienza a bailar una canción que nos ha enseñado recientemente, con las chicas comenzamos a cantar la canción y ellas incluso se animan a bailar, Lamine nos ve, hace un 3 con los dedos y nos señala. Héctor le da una colleja en la cabeza y pone un 4 con los dedos señalándose a sí mismo, como pidiendo que él también sea parte de la celebración y cuando el 19 asiente, aprieta el puño con una sonrisa mirándonos. Busco a Pau con la mirada, también se está señalando y haciendo un 5, Lamine vuelve a asentir, Pau imita el gesto de Héctor y nos sonríe, así que el gol de Lamine termina siendo para el grupo.

— Que idiotas son — dice Rayo con una sonrisa de enamorada.

— Son los mejores — respondo pensando en el maravilloso gesto que han tenido con nosotras.

— Somos los mejores — me corrige Vicky haciéndome reír. — En nuestro próximo partido se lo devolvemos — propone y las dos aceptamos.

El partido acaba y todos explotamos de felicidad y alivio, en los últimos minutos se ha complicado el partido y parecía posible perder algún punto.

Bajamos al túnel de vestuarios a esperarles, no me da tiempo a cuestionar nuestra decisión cuando los chicos ya están aquí, les felicitamos por la victoria y por el gran trabajo que han hecho.

— Gracias por venir — dice Pau mirándome con una sonrisa sincera, siento como mi corazón se acelera y mis mejillas comienzan a arder, los demás tratan de actuar con normalidad, pero a Rayo se le escapa la emoción y Héctor debe ponerle la mano en la boca para que calle.

— Ha sido un placer, has jugado muy bien — le respondo y añado nerviosa. — Bueno, tú siempre juegas bien — me maldigo al darme cuenta que estoy restándole importancia. — O sea, es genial que juegues bien siempre, no estoy normalizándolo ni quitándole importancia — aclaro rápido, Pau se ríe al ver lo nerviosa que me pongo y la de tonterías que estoy diciendo.

— ¿Tienes con quién irte? — me pregunta con una sonrisa y joder me pongo más nerviosa al darme cuenta de que quiere pasar más tiempo conmigo.

— Si — miro a las chicas hemos venido juntas en taxi.

— No bonita, nosotras nos vamos con Héctor para que nos salga gratis el viaje — dice Rayo provocando la indignación de nuestro amigo. — Es que soy una interesada — dice guiñándole el ojo a su chico y haciéndonos reír.

— Bueno pues no — respondo mirando a Pau.

— ¿Me esperas y nos vamos juntos? — me pregunta y ahora no solo Rayo suelta un gritito emocionado, asiento con una sonrisa tímida y solo cuando le veo entrar a los vestuarios me pongo a celebrar con mis amigos.

El regate perfecto || Pau CubarsíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora