12 | Plan inesparado

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Los días pasan y ya me siento completamente absorbida por la rutina, por las mañanas tengo clases (puto segundo de bachillerato) y por las tardes entrenamiento: 3 días con balón y 2 días en el gimnasio. Los findes suelen gustarme más porque tenemos partidos y porque tengo más tiempo libre para ver a mis amigos, ya sea a Vicky con su equipo o a los chicos cuando juegan en Barcelona. Me gusta esta rutina, pero a la vez no, casi no tengo tiempo para ser una chica de 17 años.

Ahora mismo me encuentro odiando las putas matemáticas con todo mi ser y por más que quiero prestar atención en clase, solo veo números y letras en la pizarra sin entender ningún tipo de razonamiento. Copio todo lo que pone el profesor deseando que esta hora de tortura acabe cuanto antes.

Dios o el universo escuchan mis plegarias y la hora del recreo llega, voy al que solía ser nuestro lugar, en esta mesa nos solíamos juntar todos los de la masía, andábamos siempre en grupo como si fuéramos una secta, ahora solo quedo yo, entre los que han conseguido debutar con el primer equipo, los que ya terminaron el bachillerato y los que lo continúan de forma online, se fueron yendo todos.

Sonrío viendo la mesa, alguien decidió hacer un escudo del Barça y desde entonces todos pusimos nuestros nombres para guardar el recuerdo, esta escuela era la más cercana a La Masía y todos los que hemos jugado allí hemos estudiado aquí. Tendré que buscar a las nuevas generaciones.

Le tomo una foto y la mando por el grupo, el primero en contestar es Pau, diciendo que extraña mucho nuestras largas conversaciones de los recreos o cuando simplemente nos saltábamos las clases para estar aquí, luego Rayo se queja de que la universidad es una mierda porque no tiene a nadie allí y entiendo perfectamente ese sentimiento, sigo en el mismo lugar pero me he quedado completamente sola.

Me meto en las redes sociales para tratar de distraer mis pensamientos, pero todo lo que veo son teorías de fans de porque Pau y yo estamos juntos pero que lo queremos mantener en secreto y hay un hilo tan grande afirmando tantas cosas que hasta yo me lo cuestiono.

Me aparece el vídeo de la reacción de Pau a mi gol y dedicatoria, no puedo evitar sonreír cuando veo lo feliz que se pone y como se sonroja, me parece muy tierno ese gesto, así que me guardo el vídeo.

Y como si él también estuviera pensando en mí me aparece su nombre en la pantalla en forma de llamada.

— Hola — su voz me pone de buen humor.

— Hey — sonrío animada.

— ¿Qué haces? — pregunta curioso.

— Nada, en el recreo descansando de la tortura llamada segundo de bachillerato y extrañándoos mucho porque me habéis dejado sola — me quejo.

— ¿Del 1 al 10 cuántas ganas tienes de salir de ahí? — me pregunta.

— 10 mil — respondo pensando en el rollazo de clases que me vienen por delante: historia, biología y lengua.

— Estoy en la puerta, invéntate algo y sal — me dice haciendo que aparezca una sonrisa enorme en mi cara por primera vez en el día.

— ¡Estás loco! ¡Me encanta! — respondo recogiendo mi mochila y haciendo justo lo que me ha pedido, felizmente todavía queda tiempo de recreo, así que no me dicen nada cuando me ven salir, lo que no saben es que no pienso volver.

Al salir le veo con su patín apoyado en la pared, lleva puesto un bonito outfit que combina con una gorra y unas gafas de sol, supongo que para que no le reconozcan aquí, aunque de esta forma está consiguiendo todo lo contrario, todas las miradas están puestas en él.

Cuando me ve, su sonrisa se hace más grande y una vez más, como si fuera contagiosa, me hace sonreír a mi también.

Le saludo con uno de nuestros típicos abrazos, él deposita un beso en mi frente.

El regate perfecto || Pau CubarsíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora