24 | Regalos de navidad

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— Me lo he pasado muy bien — dice Pau sentándose en su cama.

—Pues ahora viene la mejor parte — digo echando el pestillo de la puerta tras cerrarla, Pau me mira con curiosidad y deseo.

— ¿Y qué parte es esa?.

— La de los regalos — respondo como si fuera obvio, busco el cierre del vestido, respiro profundo y comienzo a bajarlo.

— Olivia no hace falta, sino estás preparada — dice Pau levantándose de la cama y poniendo sus manos sobre las mías.

— Estoy preparada — digo con seguridad terminando de bajar la cremallera y provocando que el vestido caiga al suelo.

Pau mira mi cuerpo con deseo, es la primera vez que me ve en ropa interior y joder me aseguré de elegir lencería que le fuera a gustar.

— Joder creo que me puse duro — dice Pau soltando un suspiro, curiosa miro y observo que efectivamente tiene razón.

Siempre he sentido inseguridad con mi cuerpo porque siempre he sido muy delgadita y no tengo las típicas curvas que todo el mundo considera sexy, pero viendo como Pau me mira se me quitan esas inseguridades, me hace sentir como si fuera la más bella del planeta.

Me mira con duda como pidiéndome permiso para tocarme, le cojo la mano y la pongo sobre mi cuerpo semidesnudo y le doy una sonrisa tranquilizadora, quiero esto, me siento preparada.

Pau besa mis labios y mientras lo hace sus manos exploran mi cuerpo, después comienza a depositar besos en mi cuello y comienza a bajar hasta llegar a mis pechos.

— Pau... — un suspiro se me escapa de los labios, él ríe y continúa dejando besos bajando por mi cuerpo. — ¿Qué haces? — preguntó nerviosa al ver como su camino de besos para al quedar agachado frente a mi intimidad tapada con un trozo de tela minúsculo.

— No sé — ríe nervioso antes de dejar un beso sobre la tela. — Solo quiero llenarte de besos — me explica levantándose y volviendo a mi boca.

Tiro de su corbata y le atraigo a la cama donde me siento y él se sienta encima.

— ¿Puedo? — pregunto tratando de desabrochar los botones.

— Obvio — responde con una sonrisa y me ayuda a quitárselos, pero estamos tan nerviosos los dos que nos termina costando más de lo que pensábamos. — Que inútiles — dice entre risas.

— Nos ha costado — bromeó cuando finalmente conseguimos abrir la camisa.

Paso mi mano por encima de sus abdominales y después dejo un beso encima de su pecho.

— ¡Joder Pau estás buenísimo! — digo al verle con el pelo despeinado, las pupilas dilatadas, los labios hinchados y su esculpido pecho al aire con solo una corbata que le hace ver ardiente.

— ¡Tú sí que estás buenísima! — responde repasando mi cuerpo con una mirada de deseo.

Nos volvemos a besar con desesperación, nos juntamos como si fuéramos imanes atraídos por una ley superior. En un movimiento Pau nos hace girar quedando yo por encima de él, joder sí que está duro.

Entre besos y caricias, su mano llega a la tira de mi sujetador, me mira con duda como pidiendo permiso, esto es un paso más, estoy nerviosa pero siento que Pau es la persona perfecta para dar este paso.

Comienza a desabrochar el sujetador cuando se asegura de que estoy de acuerdo y segura con su acción.

— ¡Joder, estoy muy nervioso! — ríe al ver que no consigue desabrocharlo porque le tiemblan las manos.

El regate perfecto || Pau CubarsíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora