37 - Celebración

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Afuera del gran salón de las fiestas del palacio se podía escuchar el bullicio de las personas que estaban dentro disfrutando de la celebración. La música mezclada con voces, risas y el sonido de las copas tintineando indicaban que el lugar estaba muy animado. Kazue respiró profundo frente a las grandes puertas abiertas custodiadas por sendos guardias que alzaron sus espadas a modo de saludo de honor al verla llegar. Esbozó una gran sonrisa y entró, causando que de inmediato todo el bullicio cesara. El emperador alzó su copa en su dirección y todos lo imitaron.

—¡Por la dama Sol! —gritó con una fuerte voz que retumbó en el lugar

—¡Por la dama Sol! —repitieron todos al unísono

El emperador le dedicó una mirada de satisfacción e hizo un ligero gesto con la cabeza, que provocó que, mientras la dama Sol caminaba por el salón, todos hicieran reverencias a su paso. Una sensación de superioridad invadió a Kazue, todas estas marionetas que estaban a merced del emperador la estaban reverenciando, a alguien que antes menospreciaron por su estatus social, a una huérfana callejera que ahora tenía la aprobación del dios en la tierra y podía mirarlos a todos como una vez lo habían hecho con ella. Como meros insectos que con solo un movimiento de su mano podían ser aplastados sin piedad.

Solo entonces sonrió ampliamente, su hermano tenía razón. No podía dejar de venir, no podía perder lo que tanto esfuerzo le había costado lograr. Y esta sensación, este sentimiento de satisfacción personal tan intenso, estaba calmando al menos por el momento la furia y tristeza de su encuentro con Seiken. Tomo una copa de una bandeja que le ofreció un sirviente y la bebió con una elegancia digna de la nobleza mientras los invitados comenzaban a acercársele a alabar sus logros y pedir detalles de sus batallas. Su sonrisa se amplió aún más, disfrutando de los hipócritas cumplidos que le dedicaban.

Naito y Hyorin que hasta el momento habían sido el centro de atención, fueron abandonados al llegar la anfitriona. Pero, por alguna razón, Hyorin solo observaba la puerta con concentración, como si estuviera esperando la llegada de alguien.

—Una gran ovación para la rata callejera, alguien que no es más que una ramera disfrazada de guerrera que luego pasa la noche con cualquier soldado —dijo Hyorin entre dientes sin ocultar su evidente molestia por perder el protagonismo de la velada.

—Debo admitir que para ser una guerrera salvaje, sabe comportarse bien en las fiestas —dijo Naito mirando fijamente a su hermana, curioso— ¿Esperas a alguien? —pregunto con aire casual.

—Nuestro hermano mayor no ha venido —Expresó Hyorin mientras un suspiro de decepción escapaba de sus labios— Sinceramente esperaba que la fiesta se pusiera más animada cuando él llegara con su esposa y la dama sol los viera —Sonrió con malicia como si estuviese imaginando semejante espectáculo— Una escena en medio de esta multitud sería deliciosa —añadió a la vez que se humedecía los labios con la lengua.

—Así que era eso —dijo Naito alzando una ceja—. No creo que Seiken vaya a venir, nunca ha sido muy amante de estos eventos de todos modos —finalizó mientras negaba con la cabeza.

—Quizás está muy ocupado jugando a las muñecas —aunque Hyorin miraba el contenido de su copa como si fuera lo más interesante del mundo mientras decía esto, el sarcasmo en su voz era demasiado intenso.

Naito la miro fijamente, su expresión se tornó dura de repente.

—¿Qué? —preguntó Hyorin alzando los hombros, tratando sin éxito de lucir inocente.

—¿A qué te refieres exactamente con eso de jugando a las muñecas? —preguntó a la vez que la seriedad era palpable en su tono de voz.

—¿En serio me vas a decir que no sabes que su esposa es casi una niña? —Hyorin abrió mucho los ojos, fingiendo estar sorprendida por la reacción de su hermano que la miró sin ocultar su molestia.

—Eso ya lo sabía, pero me pregunto cómo tú lo averiguaste si ella aún no ha salido sin el velo a ninguna parte —entornó los ojos mientras sus palabras adquirían un peligroso tono

—Como mismo sé que sigues viendo a Esha – dijo Hyorin disfrutando el efecto de su atrevida declaración mientras que tomaba un sorbo de su copa.

—Entonces eres tú quien se dedica a mandar sirvientas a espiarme —la expresión de Naito se tornó gélida al hablar

—No te estoy espiando, es solo información que llega a mis oídos por diferentes vías —dijo Hyorin soltando una risita maliciosa—. Deberías tener cuidado, nuestra madre no va a estar muy contenta que digamos si se entera. Recuerda que ella prohibió esa relación, no la aprueba en absoluto.

— Sabes que no existe ninguna relación entre nosotros, solo placer. ¿Acaso me estás chantajeando, hermanita? – preguntó Naito a la vez que esbozaba una sonrisa peligrosa

—Para nada, hermano —dijo Hyorin con una voz que indicaba todo lo contrario—, solo me gusta saber cosas de los demás por si las necesito algún día. Podría necesitar algún favor tuyo en algún momento, así que prometo no delatarte con nuestra madre. No sería una muy buena hermana que digamos si lo hiciera, ¿no es cierto?


El Dios de las espadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora