FLASH BACK.
Era el cumpleaños número doce de Fátima, estaba feliz por qué al fin podía tener una fiesta como ella con todos sus compañeros de colegio.
—Fátima....tu padre dió permiso para la fiesta pero no aquí en esta área. —dijo su madre. Y 1Fátima sintió un estrujón en su pecho, otra vez le cuestionaban su decisión.
—Madre...Rania organizó su fiesta aquí..¿Por qué no puedo yo? —cuestionó.
—Son órdenes de tu padre...—respondió y Fátima se vio obligada a obedecer a regañadientes.
Khalid y su esposa hablaban en la biblioteca cuando Fátima iba furiosa por haber desorganizado todo lo que había preparado. Extendió su mano al pomo de la puerta y se quedó estática al escuchar a su madre hablar.
—Khalid... tu hija, no obedeció la orden de no realizar esa fiesta en el salón dorado. No tiene ese derecho. —dijo en tono enojado.
—Mujer... también tiene ese derecho, recuerda que es mi hija y es la mayor, ella y Rania tienen los mismos derechos.
—Mi hija no es igual a ella, recuerda que es la hija de una de tus aventuras banales. —dijo muy enojada.
—Pero es mi hija y tiene derechos..—refutó khalid.
Fátima sintió un balde de agua fría caer sobre ella....la mujer que creia su madre no lo era, y ahora entendía el por qué de las preferencias.
Desde ese día empezó a hacer cosas que parecían inofensivas, tratando de cubrirse tras la ingenuidad de Rania, haciendo la ver culpable ante los ojos de sus padres y de todos.
Desde ese día, Fátima sintió desprecio por Rania y se convirtió en su grande rival secreta.
Fin flash Back.
—Te odio Rania.... siempre te odie. —dijo al ver a Rania dormida y salió para perderse de esos lugares.Rania sentía una nebulosa en su cabeza, cuando despertó, se dio cuenta de que estaba en otra habitación tipo calabozo, sintió su cuerpo erizarse, se abrazó así misma y miró a todos lados.
—Aláh...—susurró para así mismo.
El lugar era oscuro y frío. Las paredes estaban cubiertas de moho, y las ventanas estaban llenas de barro. Rania estaba atada de uno de sus pies con una cadena a una cama en esa habitación oscura. A su alrededor, escuchaba murmullos y risas extrañas que la hacían sentir desesperada y temerosa.
—¡Saque me de aquí! —gritaba sin ser escuchado.
No sabía dónde estaba ni por qué la habían llevado allí. En su mente, solo una pregunta giraba sin parar:
—¿por qué? Fátima....¿Que hice para merecer tu odio? Si yo solo te amaba hermana. —se decía al recordar que era ella quien la tenía ahí.
Con el tiempo, se dio cuenta de que en el manicomio había otras personas, algunas estaban igualmente atrapadas haciendo trabajos, mientras que otras parecían perder la cordura.
—Tengo que salir de aquí......no puedo estar aquí más tiempo, no se dónde estoy, ¿y si no me encuentran?... Aláh ayúdame por favor. —pedía mirando al cielo que era la pared del cielo razo.
No tenía noción del tiempo, ahora le administraban pastillas y muy pocas veces inyecciones que la mantenían dormida, ahora la orden era que esté consiente para que sufra la frustración de estar en ese lugar. Una de las enfermeras se acerca a ella para percatarse que si se haya administrado el medicamento. Pero Rania luego lo desechaba.
La enfermera era de nombre Clara, una mujer de treinta años que había estado en el lugar durante meses.
—Por favor.. ayúdame a salir de aquí, mi padre es multimillonario, el te dará lo que tú le pidas....por favor te pago tres veces lo que te pagó mi hermana para tenerme aquí. —dijo Rania y Clara la miró con el ceño fruncido.
Clara se acercó a Rania.
—También estoy igual que tú...secuestrada y encerrada, Pero haciendo este trabajo...no me pagan nada. —dijo Clara y también contó que había visto cosas horribles allí, cosas que nunca debería haber visto. Rania sintió miedo, pero también una extraña conexión con Clara. Ambas sabían que debían encontrar una manera de escapar.
—Puedo ayudarte, podemos salir de aquí y tendrás una vida tranquila...yo te protegeré...lo prometo...Pero por favor.... ayúdame tengo un hijo que me necesita..por favor...—pidió casi suplicando y Clara cerró los ojos asintiendo sin que se dieran cuenta de su trato.
—Te voy a ayudar, Pero no seas muy obvia, sigue como estás hasta ahora. —Rania asintió y Clara continuó con su trabajo. Las horas pasaban y
juntas, empezaron a planear su fuga. De día, eran muy cautelosas, no verse tan íntimas. Debían evitar a los otros cuidadores, quienes parecían tener un comportamiento extraño.
—¿Como saldremos de aquí.? Esto está lleno de vigilancia. —dijo Clara y Rania empezó a idear un plan. Y continuó hablando por lo bajo.
—No siempre seré yo que te medique, nos rotan. —comentó Clara y Rania entendió.
—Lo sé...y estaré pendiente. —respondió Rania
—¿Que haremos?
—Salir de aquí.... primero tienes que mirar muy bien las puertas de salidas, no sé dónde estamos, lo importante es salir de aquí, segundo....tienes que ver y memorizar los horarios de entrada y salida de dónde tú creas que podemos salir, tienes que asegurarte de que la puerta de salida que escojas sea la segura. Y por último tienes que soltarme, yo me mantendré con las esposas en el pie Pero sin seguro, cuando llegue el momento estaremos libre de este infierno. —Rania dió las indicaciones a Clara y esta entendió cada palabra.
Las horas seguían pasando, eran horas por qué Rania no podía ver si era día o noche, los cuidadores estaban en su turno Y muchas veces, se reían en voz alta, como si disfrutaran del sufrimiento de los prisioneros.
Las semanas pasaron y una noche, mientras los cuidadores estaban distraídos, Rania y Clara vieron la oportunidad de salir y decidieron moverse. En la oscuridad, se deslizaron entre las sombras, tratando de encontrar la salida que Clara ya tenía vista.
—Ten cuidado...no hagas ruido. —decía Clara caminando sigilosamente seguida por Rania.
Mientras exploraban, encontraron a otros pacientes sumidos en la inconsciencia.
—Todos terminan así, por este encierro. —comentó Clara y continuó caminando.
—No sé cómo es que este lugar existe.
—Existe y se mantiene por verdugos que castigan a sus víctimas.
—Aláh ayúdame...—pidió Rania siguiendo por los pasillos del manicomio. En el camino, encontraron habitaciones llenas de documentos y grabaciones donde se documentaban las atrocidades cometidas en ese lugar. Rania sintió un escalofrío recorrer su espalda al leer sobre los experimentos crueles que se habían realizado en pacientes. Era un lugar aterrador, y antes de que se dieran cuenta, el tiempo estaba en su contra.
—Vamos...no tenemos mucho tiempo, tenemos que seguir y nos llevaremos parte de esto. —dijo Rania mientras intentaban abrir una puerta que conducía al exterior, y un grito resonó por los pasillos. Era Pablo. El guardia de seguridad, Rania y Clara corrieron hacia el sonido y encontraron a Pablo atrapado en un cuarto con un cuidador.
—¿Que sucede colega. —preguntó Clara...y él estaba riéndose y disfrutando de la angustia de Pablo. Rania sintió una ira intensa y supo que debía hacer algo. Con valentía, ella intervino distrayendo al cuidador para que Clara pueda liberar a Pablo. Lograron hacerlo, pero no sin un enfrentamiento peligroso con el cuidador.
—Ya hemos llamado la atención, tenemos que salir de aquí. Pablo, guiarnos a la salida por favor, de lo contrario los tres seremos historias oscuras de este hospital. —dijo Rania y Pablo las guió por un pasillo y continuaron su camino. Sin embargo, sus corazones estaban llenos de miedo. Sabían que los cuidadores no se detendrían hasta atraparlos. Cuando finalmente llegaron a una puerta de salida.
—Vamos dense prisa. —habló Pablo y lograron salir,
Finalmente, estaban en el exterior, pero el horror no había terminado. Un grupo de cuidadores había notado su ausencia y comenzaron a buscarlos. Con el corazón acelerado, Rania y sus amigos comenzaron a correr.
Se adentraron en el bosque cercano, sintiendo los árboles como barreras protectoras. Podían escuchar los gritos de los cuidadores detrás de ellos, pero decidieron no mirar atrás.
—¿Dónde estamos Pablo? —preguntó Rania casi sin aliento.
—Corran en dirección diferente...así los perderemos. —dijo Pablo y Rania quedó sola en medio de un bosque.
Corrió y corrió sin parar y sin saber dónde estaba. A lo lejos, y ya casi al amanecer. La adrenalina le impulsaba a seguir corriendo a pesar del miedo. Después de un rato, Rania se dio cuenta de que ya no escuchaban a sus perseguidores. Se detuvo para tomar aliento y tratar de entender lo que había sucedido.
—Aláh ayúdame por favor...—era lo único que pedía.
Estaban a salvo, pero sentía que sus vidas nunca volverían a ser las misma. El manicomio había dejado una huella profunda en ella, no sabía cuánto tiempo estuvo ahí, talvez días o semanas, no lo sabía. Rania miró a los lados y se vio sola, sus ojos picaban por llorar, pero no podía darse el lujo de estar quieta por mucho tiempo,
Con el amanecer, se alejó en busca de ayuda. Rania sentía que su vida había cambiado por completo, pero estaba lista para enfrentar lo que viniera, con las pruebas que tenía y enfrentar a su hermana.
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LA ESPOSA ÁRABE. Despreciada.
Roman d'amourRania Al-khalifa, era una mujer inteligente, y hermosa, Había crecido en un hogar en dónde las costumbre y tradiciones eran inquebrantables. Estaba comprometida Desde muy pequeña con la familia Al-Rashid. Obligada a casarse con Alih Al-Rashid, y un...