Capitulo 15

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—¿Qué mierda haces aquí? —repitió, esta vez apretando su agarre, su voz se tornó áspera y tajante.

Permanecí inmóvil, sorprendida. Se me hacía irreal que él fuera quien había golpeado a aquel chico hasta dejarlo inconsciente.

—Responde —demandó, esta vez en un tono más bajo, pero acentuando el enojo en cada palabra—. ¿Quién te trajo aquí?

Reaccioné, apartando su mano aferrada a mi antebrazo sin apartar la mirada de sus ojos azules, que me observaban con ira. Sean pasó su mano ensangrentada por la capucha que cubría su rostro y se la quitó bruscamente, dejando al descubierto su expresión tosca. Su cuerpo estaba completamente tenso.

Relamió sus labios sin dejar de mirarme, haciéndome sentir pequeña. La forma en la que sus ojos estaban clavados en mí no me gustaba.

Bajé la mirada hacia mi brazo y quedé atónita al ver la mancha de sangre que su agarre había dejado en mi piel.

—Camille.

Sentí un escalofrío recorrerme desde la cabeza hasta los pies al escucharlo pronunciar mi nombre. Alcé el rostro y volví a toparme con sus ojos, que destellaban ira.

—Responde mi maldita pregunta.

—No.

La palabra salió por sí sola.

Él se mantuvo impasible.

— Contesta —insistió, señalando el auto de Jean —¿Ese es el maldito auto del imbécil que te arrastró hasta este jodido lugar?

—¿Jodido lugar? Si esto es un jodido lugar, ¿qué carajos haces tú aquí? —lo miré fijamente, sintiéndome consumida.

—Eso no es tu problema. No intentes desviarme del tema y respóndeme.

—Pues tampoco es tu problema saber por qué estoy aquí.

Hice un ademán para irme, pero Sean me tomó del brazo y me estampó contra la puerta del auto. Luego apoyó ambas manos a cada lado de mi cuerpo, acorralándome.

Mi respiración se volvió densa. Su rostro estaba a centímetros del mío.

—Si crees que vas a largarte sin contestarme, estás equivocada.

—Si yo quiero irme, lo haré. Así como tú siempre lo haces.

Intenté empujarlo, pero fue inútil.

—Contesta. ¿Tu novio fue el que te trajo?

—¡Eso no es asunto tuyo, Sean! Métete en tus propios problemas, que al parecer aún no los superas...

—Sí, tienes razón... Aún no supero mis problemas. Y ahora tengo al más grande de todos justo en frente de mí.

Apretó los dientes, haciendo que su mandíbula se marcara aún más. Cerró los ojos con fuerza y apartó la mirada de mí, como si lo que acababa de decir no debiera haber salido de su boca.

No pude evitar bufar y soltar una risa sarcástica, lo que hizo que volviera a clavar sus ojos en mí.

—Con que soy tu mayor problema... Y el más difícil de superar —dije con burla, sin creérmelo.

Negué con la cabeza.

Sean estuvo a punto de responder, pero se detuvo cuando la voz de un chico rompió la tensión.

—Camille.

Jean me llamó con preocupación, con la respiración   algo agitada.

Sean sonrió ampliamente.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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