Capítulo VI

826 35 2
                                    

Damian

Iba camino al auto, me subí e inmediatamente pise el acelerador, avancé tan sólo media cuadra cuando vi a un tipo en la acera tirado, en un particular intento de dormir; no iba a tomar atención al hecho, hasta que me percaté de que era Jemmy, Jemmy, ¿Jemmy? ¡mierda!. -Bajé del auto apresurado-., lo tomé del brazo y posicioné su cabeza en mi hombro mientras lo agarraba de la cintura, estaba en un lamentable estado, su cabello húmedo (seguramente con cerveza), la ropa sucia y desgarrada, apestaba a alcohol y obvio tenía algunos chupones en el cuello (debió hacérselos la chica de recién), -lo arrastré por la vereda y lo subí al auto-, luego metí su cuerpo dentro y escucho pequeños balbuceos que declaran una impactante borrachera en minutos; no había pasado nisiquiera media hora desde que lo perdía de vista, un rato más y me lo encuentro plantado en el piso.

-Realmente no vas a cambiar nunca... Jemmy -enuncio de manera sobre-protectora-.

Pongo nuevamente en marcha el carro y enciendo la radio, suena un emisora ya bastante conocida en mi mente, con esas típicas canciones pegajosas que a pesar de no gustarme, me ayudan a "evitar la realidad que me rodea". Piso más el acelerador... me preocupa Emma.

Emma

Siento una pequeña ráfaga de viento que me cosquillea el cuerpo, suave, dulce y tierna, que poco a poco aumenta su agresividad haciéndome incorporar rápidamente en la cama, mi corazón da un brinco salvaje y mis ojos lentamente comienzan a abrirse, tratando de asimilar la oscuridad y acostumbrarse a ella, todavía tratando de despertar me doy cuenta de la situación cuando un escalofrío va desde mi cintura hasta la nuca. Me percato y veo que estoy desnuda en la cama, tengo el cabello húmedo y enmarañado, pero mi cuerpo ya está casi seco por completo; entre las lagunas de mi memoria trato de recordar que fue lo que pasó -me enfurezco al recordarlo, siento las mejillas como van adquiriendo temperatura y se enmarcan de un rojo fuerte, uno granate-, es verdad, reacciono y me apena recordar que mi hermano tiene a alguien, a una mujer (que no soy yo), a una que tocara (que no soy yo), a una que besara (que no soy yo)..., -golpeo mis mejillas con mis manos-, y declaro firme mi pensamiento.

-Emma Stronell, SE FIRME EN TUS CONVICCIONES, "no caerás en los terrenos de lo prohibido, no ansiaras y tentarás lo prohibido", ¡seguirás con tu vida y encontrarás a alguien que te valore, que te devuelva esa sonrisa juguetona que siempre llevas en el rostro y todos dicen amar, y por sobre todo te enamorarás de un hombre que no sea prohibido! -enuncie casi gritando, para sentir que esto no era un juego, sino un plan-, ¡ya no podría tratar a Damian con tanta casualidad!.

Damian

-Pienso si ir a dejar o no a Jemmy a su casa, ya que sus padres nunca están en ella, o están en algún bar o enredándose con quien sabe quién, a pesar de que ambos saben de sus infidelidades siguen "manteniéndose como una amorosa pareja", llena de grandezas y perfecciones para dejar en claro que su matrimonio no se ha ido al diablo, mejor dicho para no sentir los escabrosos y malintencionados rumores que emergen desde sus conocidos en torno a ellos. Jemmy está aburrido de esto y siempre intenta salir de su casa (infierno) y hacer cualquier locura con otros para sentir que no vive esa realidad (cobardemente, intenta salir de esa mierda que lo corroe), (pero no es tan diferente de lo que yo hago), -así que sin pensarlo dos veces llevo a mi casa a este pobre diablo.-

Aparco el auto, -me bajo y me dirijo hacia la puerta del copiloto en donde se encuentra Jemmy-, un sonido sordo se produce al rozar mi mano con su camiseta, lo cargo y lo dirijo hacia mi habitación, no puedo hacer otra cosa más que acomodarlo en mi cama (como muchas otras veces). Salgo del cuarto y me dirijo al cuarto de mi hermana.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora