Amor Prohibido

Capítulo XII

Damian

Ya son las 07:00 am, me levanto pensando en ella, en esa persona que no puedo dejar de pensar si es mía o no. Es verdad que está a mi lado, juntos; pero aún así el miedo de perderle me corroe, no es como si pudiese amarrarla a mi lado exasperante sino que por más que piense que esa niña es mía, todavía siento que estamos parados sobre una delgada capa de hielo, una que en cualquier momento desaparecerá si no me mantengo firme.

-¡Ya niños bajen!, está listo el desayuno y no quiero que lleguen tarde; ¡sobretodo tú Emma!.

-¡Yo voy a despertarla mamá!, sabes que no se levanta ni aunque le tirasen agua en la cara.

-Vale, pero hazlo pronto.

Me deslizo rápidamente a su cuarto, como un Romeo encubierto, la miro y sonrío; ahí tendida sobre la cama,con su cabellera larga color ceniza; ese lugar entero olía a ella, a su esencia, a ella misma; un olor electrizante y alarmante que me acelera el pulso y arranca las más excitantes fantasías que deseo hacerle a mi amada.

-Emma, ya levanta, es hora de ir al colegio. No seas perezosa.

-....-no hay ningún tipo de reacción-.

-No entiendo como eres tan sublime al sueño. Sin importar quien estuviese dentro o fuera de este recóndito lugar de éxtasis me acerqué a su lado, tantee sus tiernas mejillas color rosa y rocé con mis dedos su sedoso cabello; nada me impedía perderme en un frenesí de locura a su lado. Besé las comisuras de sus labios antes de centrarme de lleno en lo que importaba, sus cálidos labios, algo resecos y maltratados por la noche turbada, de a poco, comenzó a alzar la vista, encontrándome, fundiéndonos en el más grande limbo encrucijado.

Tomé su cintura y me posicione sobre ella, de a poco comencé besando desde su cuello hasta sus hombros, platinados y suaves; más, las agitaciones fundidas y empalagadas cegaban de pasión a nuestros labios que se entregaban en un armonioso desconsuelo, su cuerpo me reconoce como a su amo, sabe que soy el único a quien pertenece. Sus párpados se abren de golpe, mirándome con esos grandes ojos felinos color avellana, que con una simple mirada me desalmaban, más..., deseo más de ella; tomé sus muñecas por sobre sus hombros, un pequeño descanso, nos miramos y nos volvimos a sucumbir en las empalagosas lamidas, su frágil cuerpo empezaba a extasiarse, su fino aroma se unía al mío, y cuando ella casi llegaba a la derrota del éxtasis, casi saboreando el suave clímax de delicadas lamidas, ingresé mi lengua en su boca, todavía no debíamos parar, era sólo un comienzo..., un pequeño inicio.

-Ya no másss....sss, tenemos levantarnos, o por lo menossss...ssss, yooo, tú ya estásss... casi listo.

-¿Deseas separarte de mí?

-No, yo no quiero, deseo más y más, consumirme en este abismo descomunal.

-Chicos, hasta cuando voy a esperarlos, ya son las 07:26, ¡deben bajar ya!.

-Nos miramos un rato, culpables. Era verdad, no podíamos tranquilamente desearnos, eso es algo que todavía está lejos de nosotros.- Ya, será mejor que baje antes deque se enoje, vístete, te espero abajo hermosa.

-¿Me llevarás al cole?.

-Por supuesto, si tú quieres, podemos ir juntos.

-Dale, estoy lista en un momento.

La jalé hacia mí y bese tiernamente sus labios, esta chica no podía ser tocada ni con el pétalo de una flor.

Emma

¿Todas las mañanas serán como estas?, llenas de emoción, cada una de ellas son iniciadas por besos como estos, pero mamá siempre nos interrumpe, casi como si lo hiciera adrede. Si seguimos así, pronto, un día de estos dejaré de ser virgen, si es con él..., pues lo haría sin pensarlo dos veces, pero ¿dolerá?, algunas chicas comentan que su primera vez fue horrible, llena de dolor, sangre, angustias, y que no fue para nada placentero. Sin embargo ¿si fuese un chico que ame no pasarían estas cosas?, ¿no dolería?; pero también no podría estar con él..., a!, debo dejar de pensar tonterías, sólo me confundiré y terminaré diciendo balbusidades y pensando estupideces que son mejor dejarlas al momento, ya veré que pasará el día que desee entregarme a Damian.