Porque creo que te quiero

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CAPÍTULO 32

Narra Astrid

— ¡CASARME! ¡¿Pero tú estás mal de la cabeza?! — Exclamo nada más entrar a casa.

— Relájate, no hagas un drama de esto. Y no me hables en ese tono.

— ¡Voy a hacer un drama si me da la puta gana! Y creo que he aguantado lo suficientemente bien delante de esos señores. ¿Quién te crees que eres para decidir eso por mí?

— Soy tu padre y me tienes que obedecer. — Dice calmadamente. — Es mi colega, pero no me fío nada de él. Pronto la empresa será de su hijo y tú heredarás tu parte. Si os casáis no habrá ningún problema y se unirán definitivamente nuestras compañías.

— Así que soy un negocio más. Mi felicidad es sacrificada para "evitar problemas" con el negocio. ¿El casarte con mamá fue también un negocio? ¿Y el que yo haya nacido? — Digo fuera de mí. — No, no quiero saberlo porque si es así...

— Te vas a casar con él y ya está.

— No me voy a casar con él. No me importa lo que me digas, no voy a dejar que controles mi vida.

— Niña estúpida, claro que te vas a casar con él. Te he dejado hacer lo que quisieras, la música es inútil, pero como estaba Oliver para continuar con la empresa, no me preocupé por ti y no te instruí de la misma forma que él. Así que, si no te casas con Johann, se acabó la música.

— ¡¿Qué?! Eso es chantaje.

— Yo no lo veo así, te viste obligada a dejar la música para poder estudiar empresariales y saber dirigir la compañía. Aunque, claro, si te casas con él podrás hacer lo que quieras, el se encargará de los negocios y tú puedes seguir malgastando tu tiempo por ahí.

Asimilo las palabras de mi padre. ¿De verdad me está dando a elegir entre la música y mi libertad? Soy consciente de que nunca va a dejar de mangonearme a su gusto, pero no puedo dejar la música, simplemente no puedo. Es mi sueño, llevo toda la vida estudiando para poder llegar a algo y de repente todo se evapora, y no es por mi culpa o por mis capacidades, sino por el egoísmo de un gilipollas.

— No me voy a casar con un completo desconocido.

— No hay ningún problema, si os vais a acabar conociendo.

— ¡No me voy a casar con nadie!

— Ah, bueno, en ese caso puedes ir dejando esa academia tuya donde estudias. — Dice pausadamente. Le miro atónita. — Hija, siempre te dijimos que no se puede hacer de todo en la vida, tienes que elegir. Te dejo esta noche para reflexionar, aunque ya sé lo que vas a decidir.

Escapo con rapidez hacia mi habitación y me tiro sobre la cama. Lloro lo más silenciosamente que puedo. Yo siempre quise encontrar el amor, dicen que es bonito y que cuando lo encuentras no necesitas nada más para ser feliz. Puedo elegir el amor, pero implica dejar la música, abandonar a mis amigos, estudiar una cosa que no me gusta y ser la marioneta de mi padre. También puedo elegir la música, pero implica perder la oportunidad de encontrar el amor, casarme y seguir siendo la marioneta de mi padre, aunque quizás John no sea tan malo. Siempre me puedo divorciar, pero dejar la música,... Por lo menos voy a conservar lo que más amo actualmente, estaba claro desde un principio, casarme no es tan importante, he aguantado gilipollas durante años en mi propia familia, por uno más no me voy a morir. Nunca pensé que elegiría la música antes que el amor.

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