Reencuentros 1

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CAPÍTULO 1

Narra Astrid

Mi primer día en la academia y estoy muy nerviosa, como es normal. Veo a gente saludarse y arrastrar las maletas hacia la entrada, a padres despidiendo a sus hijos,...Me paro frente al enorme y antiguo edificio principal. Tiene un estilo clásico y soberbio. La escalinata de mármol sube hasta la puerta de entrada, flanqueada por columnas, sobre la cual está escrito con letras blancas y recargadas: ART ACADEMY. Paso hacia la recepción sintiéndome muy pequeñita. El hall es inmenso y está abarrotado de gente. Intento llegar hacia el mostrador de mármol del conserje para preguntar qué tenían que hacer los nuevos, pero un grito de sorpresa me detuvo.

– ¡¿Tris?!

Me doy la vuelta y me encuentro con un chico guapísimo. Alto, musculoso, de pelo y ojos oscuros y tez pálida. Me mira con cara de haber visto un fantasma. Si no fuera porque es el único que me llamaba Tris jamás le hubiera reconocido.

– ¡Daniel!– exclamo lanzándome a sus fuertes brazos–No me puedo creer que estés aquí. ¡Te he echado tanto de menos!

–Yo a ti también, enana– pongo mala cara, odio que me llamen así y sé que él me lo dice solo por chincharme. – ¿Qué estás haciendo aquí? 

–Estudio aquí, soy nueva.

Un carraspeo interrumpe nuestra conversación.

– ¡Eh, tío! ¿No vas a presentarme a tu novia?

Me suelto de los brazos de Dan y veo a un dios griego en el cuerpo de un surfero. Un chico una cabeza más alto que yo, rubio, moreno de piel y con ojos azules nos mira con una sonrisa pícara.

–Yo no soy su novia, proyecto de surfero cuya única neurona se evaporó por el calor del verano. – respondo con una sonrisa falsa.

– ¡Cuánto echaba de menos esos insultos tuyos tan raros!– dice Dan a la vez que me abrazaba por la espalda.

–Soy Astrid– me presento al surfero mientras le tendía la mano.

– Yo soy Luke, encantado–dice tomando mi mano. – Y tú, ¿Qué estudias?

–En principio, violonchelo y piano. ¿Y tú?

–Cine y fotografía, nena –bromea giñándome un ojo. – En cuanto quieras te invito a ver mi última peli.

– ¿Esa tan cutre de los trenes de juguete y los aviones de papel? Sí, seguro que después de eso te vuelve a llamar– dice Dan irónicamente. Yo estallo en carcajadas. 

Estoy un rato más hablando con estos descerebrados hasta que me doy cuenta que, de la gente que había, casi no queda nadie. Me acerco al mostrador de recepción donde me dan mi horario y la llave de mi habitación. Salgo del edificio principal por la puerta que da al campus. En el centro hay un enorme jardín con árboles, césped y bancos de piedra para sentarse. Alrededor del jardín se encuentran diez edificios diferentes: el edificio de música y canto, el de danza, el de teatro, el de literatura y poesía, el de pintura y escultura, el de cine y fotografía, un auditorio enorme, uno en el que pone "instituto", la residencia masculina y la residencia femenina, donde voy yo.

Entro, arrastrando mi maleta, al ascensor. Mi habitación está en la tercera planta, es la 145. Me paro frente a la puerta de madera de color rosa que tiene escritos tres nombres, uno es el mío, los otros serán de mis compis de cuarto. Abro la puerta despacio y veo a una chica menuda y delgada de tez morena, pelo largo negro y brillante, con una cara muy dulce y de estatura media peleándose con la cremallera para abrir su maleta. Me acerco a ella y aplasto la maleta mientras que ella mueve la cremallera.

– ¡Puf! ¡Gracias!– me dice. – Soy Claire

–Yo Astrid, encantada.

– ¡Claire!– escucho unos golpes– ¡Me he quedado encerrada en el armario!–Claire se acerca a una puerta blanca y, al abrirla, sale una chica rubia, alta, delgada y de ojos, marrones del armario.

–Tu pasión por la moda está llegando a límites inimaginables, quedarse encerrado en un armario, ¿a quién se le ocurre?–le dice Claire a la chica y luego ambas ríen.

–Hola, me llamo Astrid –digo lo más simpática que puedo.

–Hey, yo soy Elisa, pero puedes llamarme Lis, encantada.

–Igualmente –respondo.

–Oye, y ¿qué estudias?–me dice Claire.

–Voy a música, toco el chelo y el piano.

–Yo voy a teatro y ella a canto– dice señalando a Lis– ¿A qué curso vas?

–A cuarto, creo.

– ¡Genial! estaremos juntas en clase–exclama Lis. El rugido de mi tripa nos interrumpe– ¿Quieres que bajemos a comer algo?– asiento y suelto mi maleta encima de la cama que queda libre.

El comedor está en el semisótano del edificio principal, en la planta de recepción están los despachos y, encima, están las habitaciones de los profesores. Durante el camino, me van contando cómo funciona todo aquí, las clases, los profes, los horarios, los conciertos, los exámenes, la gente con la que tengo que tener cuidado,... Llegamos al comedor y nos ponemos en la cola, yo elijo unos espaguetis,  Claire coge una hamburguesa para ella y otra para Lis mientras que ésta va a por kétchup. Veo a Dan y a Luke que nos saludan con la mano y me dirijo hacia ellos. 

– ¡Hey, chicos! ¿Cómo va vuestro día?– digo a la vez que me siento.

– ¡TÚ!– me giro hacia Claire que está mirando a Luke con el ceño fruncido. –Entre las personas con las que no te tenías que juntar justamente mencioné al estúpido simio que tienes delante, ¿¡no me escuchaste?!–mi cara debe de ser un poema. Recuerdo todas las personas que me dijo con quienes no debía juntarme y estoy completamente segura de que entre ellas no había ningún Luke. La miro interrogante– ¡Mujer, el aborto de murciélago!

– ¡Ah! Ahora caigo– recuerdo que me lo mencionó unas 3.000 veces y no decía cosas muy agradables de él. – Daniel, me parece que no vamos a poder comer juntos, al parecer mi "compi" de habitación odia a tu amigo –digo un poco triste. Yo quería hablar con Dan, para ponernos al día y esas cosas.

–El sentimiento es mutuo – dice Luke – y tienes razón, yo no pienso comer con esa lagarta. – Si las miradas mataran, ambos estarían bien enterrados en un ataúd y a varios metros por debajo del suelo.

–Emm, bueno, pero, tenemos esta tarde libre, ¿no? ¿Y si pedimos un aula e improvisamos algo? Para recordar los viejos tiempos y eso – le digo a Dan.

– Sí, por mi genial. Quedamos a eso de las cuatro en la entrada del edificio de música – responde un poco tímido.

–Ok, au revoir – me despido dándole un beso en la mejilla.

Voy a comer con Claire y con Lis, que ya había vuelto de coger todo el kétchup que quedaba, a una mesa más apartada y cuando ya nos hemos sentado, Claire me susurra/grita:

– ¡Tienes una cita con uno de los chicos más guapos y populares de la academia!

– ¿Con quién?-pregunta Lis.

– Con Daniel Boucher. – Lis pone cara de sorpresa.

– No es una cita – digo molesta.

– Claro, tú piensa lo que quieras. Por cierto, ¿de qué os conocéis?

– Fue mi mejor amigo cuando era pequeña, pero me mudé y perdimos el contacto – respondo nostálgica. – Oye, ¿y a ti que te pasa con surfero ese, eh?–pregunto pícaramente cambiando de tema.

–No me pasa nada–dice Claire.

–No, solo intentáis asesinaros cada vez que os veis– responde Lis irónicamente. –Resulta que el año pasado intentó fastidiar su examen final y casi suspende por su culpa.

–Amm, ahora entiendo perfectamente por qué le odias. 


Aquí les dejo el capítulo 1. Gracias por leer, voten y comenten. Besos, M.

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