Examen, mentiras y perdón

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CAPÍTULO 4

Narra Astrid

 –Ay, chicas, ¿y ahora qué hago?– digo tirándome a mi cama y enterrando la cabeza en la almohada.

Cuando llegué toda cabreada después de lo de Melanie les conté todo, se puede decir que ahora somos mejores amigas, la verdad es que me resulta muy fácil hablar con ellas.

–Sinceramente, no lo sé. –Dice Lis. – Una pregunta, y dime la verdad, –asiento para hacerle entender que lo haré – ¿a ti te gusta Daniel?

–Err, yo...–intento buscar una excusa rápido, pero no la encuentro. Me miran escaneándome con la mirada hasta que al final cedo– Grrr, es que no lo sé, ¿vale? Siempre ha sido mi mejor amigo, él me conoce mejor que nadie y cuando lo volví a ver, había cambiado tanto, ahora es mucho más guapo, lo que no me esperaba era que también hubiera cambiado por dentro, dos años es mucho tiempo... y sí, creo que me gusta, pero ¿y si ya no es la persona de antes y me hace daño estar con él?

–Pues eso no lo sabrás si no te arriesgas. El primer paso es perdonarle. –Dice Claire muy sabiamente – Y ahora a dormir, que mañana va a ser un día muy largo.

En cuanto me metí en la cama me quedé dormida, ni siquiera me estuve comiendo la cabeza, como me pasa otras veces, estaba tan cansada que solo quería dormir y olvidarme de todo.

–Pero, ¿¡QUÉ NARICES ES ESE RUIDO DEL DEMONIO?!– Grito mientras que salgo de la cama casi saltando y tropezándome con mis propios pies.

–Es el día de la presentación y hay que causar sensación, ese es nuestro lema– Dice Claire – no puedes ir con esa cara de zombi, todos te van a ver. –La miro con cara de incomprensión total. – Es la presentación del curso y tu primer examen.

– ¿QUÉ?

–La directora llama a todos los nuevos a que digan unas palabras y se presenten delante de toda la academia, según cómo te desenvuelvas en el escenario y de la impresión que causes se harán una idea de ti y dependiendo de eso subirán tus notas o las bajarán. – dice Lis.

–Pero eso es injusto.

–Ya lo sé, pero es lo que hay. Y ahora a la ducha, yo te elijo la ropa que llevarás, venga. – Dice Lis mientras me empuja hasta el baño.

Refunfuñando me meto en la ducha. Me lavo el pelo lo más rápido que puedo ya que si se está mucho tiempo se acaba el agua caliente, lo sé por una no muy agradable experiencia propia, y salgo a la habitación envuelta en una toalla. Sobre mi cama estaban unos vaqueros oscuros y una blusa de tirantes anchos con volantes de color blanco, combinados con unas manoletinas negras. En cuanto salí del baño Claire entró corriendo a la vez que gritaba que como no me diera prisa íbamos a llegar tarde, al parecer Lis se había duchado antes. Me vestí y me sequé el pelo, lo dejé suelto y peinado hacia un lado. Salimos de la habitación y vamos hacia el auditorio, donde ya está la mayoría de los alumnos.

– ¡Claire, Lis, rubia!– dice Matt saludándonos con la mano. Nos señala tres sitios libres a su lado. Me voy a sentar a la izquierda de Matt cuando me dice que ese es el sitio de Dan y que me siente en el de al lado. Miro a Claire suplicándole que me cambie el sitio.

–Pero no puedo, estaría al lado de Luke y no queremos que muera nadie, ¿verdad?–Gruño y me siento donde me dice Matt. Al cabo de un rato llega Dan todo despeinado y con ojeras. Se sienta a mi lado.

–Estás muy guapa– me dice.

–Ya, claro– respondo, a lo que Claire tose descaradamente. Según acordamos tengo que perdonarle. – Quiero decir, gracias, aunque no puedo decir lo mismo de ti. ¿Qué te ha pasado? ni que te hubiera atacado un zombi. – Digo de broma.

–No he dormido en toda la noche. – Dice muy bajito. Me acerco para escucharle mejor.

– ¿Y eso por qué?

–Porque estuve pensando en ti.-dice en un susurro en mi oído. Estamos tan cerca que no hace falta que hable más alto. ¿Qué tiene este chico que hace un momento quería que matarle y ahora me muero por él? Me pongo colorada y justo antes de que pueda decir algo la directora empieza a dar su discurso.

–Bienvenidos un nuevo año a la academia...–en ese momento desconecto. Empiezo a dar golpecitos en el reposabrazos de la silla, entonces Dan me agarra la mano y me susurra que pare. – Bueno, y ahora vamos a presentar a los nuevos. Este año había muy pocas plazas y por tanto hay apenas cinco alumnos. –Nombra a un chico y a una chica que eran mellizos. El chico iba a pintura y escultura y la chica, a canto. Luego llamaron a un chico llamado Nicolas, es alto, musculoso, con la tez pálida y el pelo muy negro, va a literatura y poesía, es el chico que vi mirando las listas el julio pasado. Tras él, iba una chica llamada Sarah, es menuda y parece tímida, tiene el cabello de color caoba y unos ojos marrones chiquititos, no es una belleza, pero es mona, ella va a danza. Suena mi nombre por los altavoces conectados al micrófono de la directora. Me levanto y subo el escenario con cara de póker.

Me hicieron las mismas preguntas que a los anteriores, aunque no les escuché ya que estaba demasiado nerviosa esperando mi "juicio".

– ¿A qué especialidad vas?

–Voy a música

– ¿Y qué tocas?

–El violonchelo y el piano.

– ¿Desde hace cuánto tiempo?

–Toco el chelo desde hace nueve años y el piano desde hace cinco.

– ¿Y qué te llevó a estudiar música?– esto es demasiado personal como para decirlo delante de todo el mundo, pero tengo que responder. Sonrío y respondo con algo que, aunque no sea la verdadera razón, no es mentira.

–Bueno, pues, de pequeña, mi madre ponía música en mi casa y a mí me encantaba, me llevaron a una escuela para que probara y luego decidí estudiar para poder tocar obras tan maravillosas escritas por Bach, Schumann, Mozart, Brahms,... y aquí estoy.

– ¿Estás segura de que no tiene nada que ver con tú hermano?– Dice la voz chillona de Melanie.

Todos me miran con atención y vuelvo a mentir. Claro que tiene que ver con mi hermano, todo es por mi hermano pero no lo voy a predicar a los cuatro vientos, es un tema delicado.

–Bueno, mi hermano me ayudó mucho y me enseñó a amar la música.

–Bien, Astrid, ya te puedes ir– a continuación siguió la despedida de la directora deseándonos un buen curso.

Tras el discurso, que duró toda la mañana, nos dirigimos al comedor. Una vez que hemos terminado de comer Dan me lleva a parte y nos sentamos bajo un árbol del jardín.

– ¿Estás bien?–me pregunta 

–Sí, sí.

–Lo digo por lo de tu hermano. ¿Lo sabe ella?

–Era mi mejor amiga antes de que pasara... ya sabes, eso que pasó. Creo que tiene una idea de lo de mi hermano.

–Bueno. Que la tonta esa no te quite la sonrisa, ¿vale?

–Ok. Ven aquí, tonto– le digo cariñosamente mientras le doy un abrazo.

– ¿Eso significa que me perdonas?

–Bueno... Solo te perdonaré si...

–Si ¿Qué?

–Sí me ganas a una carrera, lento– digo a la vez que echo a correr hacia la residencia femenina.

Cuando voy a mitad de camino me agarra de la cintura y se pone a hacerme cosquillas por lo que yo acabo en el suelto retorciéndome de risa.

–Para, para, Dan, por favor– suplico entre risas. 

–Ok, ok, pero esto significa que he ganado. 

–Vale, pero para, que me vas a matar. 

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