Prólogo.

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Movía mis caderas lenta y sensualmente mientras bajaba hasta el suelo abriendo mis piernas y me perdía en la música que insitaba a sexo.

Me pasé la lengua por los labios al momento que abrí los ojos, y creo que mis bragas se mojaron. Ya de por sí estaban mojadas, aunque no me gustaba hacer esto, la situación me provocaba placer.

Un hombre, rubio y de ojos de color mieles y en traje, terminó de mojarlas por completo.

Tenía delante mío a un verdadero Dios Griego, y sinceramente, no podía esperar para llevarlo a la cama.

Seguí moviendo mis caderas al ritmo de la música, y bajé la bata que cubría mi cuerpo, lentamente, sin despegar mi mirada del hombre que me volvió loca en segundos.

Después de todo, este trabajo de mierda tenía sus beneficios. De vez en cuando tenía mi premio, que eran Dioses Griegos admirando mi cuerpo. Y sí que este era un verdadero premio. Ahora, haré mejor lo que sé hacer, haré que disfrute, tan solo con el contacto visual.

Esto sería divertido, y placentero.

Seducción y Pecados. ➵ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora