Todos los días me hago la misma pregunta, a la que no le encuentro respuesta. ¿Para qué mierda vivimos en este mundo si lo único que hacemos es sufrir?
Yo, por mi parte, vine al mundo sólo para estorbar.
Gracías a mí, mi madre se fue de mi casa junto a mi padre, dejándome sola junto a mi hermana, cinco años menor que yo.
Yo tengo veintitrés, y para mantener a mi hermana, trabajo en un lugar de strippers.
Sí, soy una stripper.
Mi hermana apenas tiene diesiocho años, y aún sigue en secundaria. Ha repetido un año por los problemas que tuvimos, y me siento muy culpable por eso.
Mis padres se han ido de mi casa cuando se enteraron que había perdido mi virginidad con mi ex novio, Chad, hace siete años. Desde ese momento no los vi nunca más. Para ellos, tenía que estar casada para poder perder la virginidad, pero yo ni siquiera era mayor de edad, menos iba a estar casada. Así que hicieron un gran escándalo, y se fueron, sin que me de cuenta.
Lo más lógico, hubiera sido que me corran de la casa, pero al contrario, se fueron. Dejándome sola a mí con diesiséis años y con la gran responsabilidad de cuidar a mi hermana de once.
No se me hizo fácil decirle a una niña pequeña que nuestros padres nos habían abandonado. Y desde el momento en el que vi a mi hermana llorando desconsoladamente por la noticia, los odio con mi vida. No me siento triste, siento odio, mucho odio.
Yo he provocado que se fueran, pero hubiera preferido que me saquen de la casa, antes de que hagan sufrir a mi hermana.
Verla llorar tanto fue peor que un disparo al corazón. No es fácil para un niño saber que no volverá a ver a sus padres, y más si no saben la razón por la cual no los verá más.
Suspiré con rabia, y quité mis lágrimas de mi rostro, necesitaba salir a complacer a todos esos hombres con una buena cara, y si seguía torturándome con esto, parecería una muerta.
Me retoqué el maquillaje, y cuando estuve lista, me levanté.
Acomodé mejor mis pechos en el sostén para que se destaquen más y me acomodé las bragas.
-Paris. -Oí que decían mi nombre. -Ya sales. Hazlo como siempre, ganamos buen dinero contigo. -Dijo Daila, mi maldita e infeliz jefa, detrás mío.
-Ya salgo. -Le dije fríamente.
-Hey preciosa, ¿Qué es ese tonito? Sabes que puedo dejarte en la calle, y no podrás darle de comer a tu hermana querida. -Sonrió sínica y respiré repetidas veces para no mandarla a la mierda.
-Ya salgo, Daila. -Le sonreí falsamente y esa se retiró sonriendo.
Tomé aire y me coloqué mis altos zapatos de taco aguja, de bastantes centímetros.
-Vamos Paris, estás acostumbrada a esto. -Me dije a mí misma. -Lo haces por tu hermana. -Me recordé y sonreí sin ganas.
Caminé hacia donde estaba el telón negro que me separaba del público, y aguanté a que se abra.
El telón se abrió, y el foco de la luz se centró en mí, resaltando mi conjunto de encaje fuccia.
Sonreí falsamente, y mordí mi labio.
Los malditos viejos verdes gritaban y silbaban, malditos bastardos.
Como si no me importara caminé hacia el centro del escenario, y lentamente comencé a quitarme la bata de ceda rosa.
Los silbidos aumentaron, y yo comencé a bailar sensualmente al ritmo de la música.
Así son todas mis noches, y así, empieza otra más.
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Seducción y Pecados. ➵ j.b
Hayran KurguSus caderas se movían de lado a lado volviendo loco a todos los hombres que la miraban. Pero un hombre en especial, delante de ella, no podía despegar los ojos de su cuerpo. Lo estaba seduciendo, lo estaba llevando al cielo, y eso no terminaba bie...