𝟎𝟒. ¿𝐄𝐥𝐚𝐫𝐚 𝐯𝐨𝐥𝐯𝐢𝐨́?

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"Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña tu filosofía."

Hamlet, William Shakespeare.



Iris West era una chica simple, justo como su padre. Para los West, la vida era sencilla. Todo era blanco y negro, bueno y malo, sí y no.

Pero entonces Barry Allen se infiltró en sus vidas y Iris comenzó a creer en la existencia de más colores,  en la posibilidad de que existieran más cosas en la tierra de las que sus ojos podían ver.

Años después, encontró a Elara Brooks flotando en el piso de su dormitorio en la universidad con un plumero en las manos, y tan ridícula como había sido aquella imagen, le ayudó a descubrir que entre el negro y el blanco existían una cantidad infinita de tonos de gris ocultos en el mundo.

En algún punto, Iris pensó que tener una mejor amiga alien sería la cima de la locura que alcanzaría en su vida. Pero los años siguieron pasando y a su realidad se sumaron Flash y todos los metahumanos que ahora rondaban las calles de ciudad central.

Así que, cuando uno se presentó en los laboratorios Star declarando que venía de otra tierra, Iris aprendió tres cosas:

1. Que su vida nunca sería simple.
2. Que la locura no tenía límite.
Y 3. Que la ciencia no era la suyo.

Y ahora, sola y sentada frente a su escritorio en el picture News, donde la única luz visible provenía de la pantalla de su laptop, se preguntaba si en algún momento sería capaz de escuchar al equipo flash hablando sin que su rostro se convirtiese en la descripción gráfica de un signo de interrogación.

—¿Te pagan horas extra?

Eran cerca de las 12:00 de la noche y ninguno de sus compañeros de trabajo estaba (mentalmente) tan mal como para seguir en la oficina, así que el hecho de que Iris hubiese gritando, tirado la silla de su escritorio al pararse de golpe y aventado su taza de café en la dirección de donde aquella voz había provenido había sido una reacción 100% válida.

—Auch. —El tono sarcástico fue evidente. 

La taza que había golpeado a Elara directamente en la cara se cayó al piso, rompiéndose en cientos de pedacitos gracias al impacto, y la rubia soltó un suspiro decepcionado, negando con la cabeza en dirección a su mejor amiga.

—No te vuelvo a regalar nada.

—¿¡Lara?!—Iris la miraba con una mezcla de emoción, confusión y sorpresa, lo que la hizo sonreír.

—¡Ta-dah! —Canturreó, levantando las manos para agitarlas levemente. Iris se rio, corriendo en su dirección y uniéndose a ella en un abrazo.

Habían pasado los últimos tres meses llamándose y mensajeándose diariamente, pero tanto tiempo lejos de la otra no era algo a lo que estuviesen acostumbradas.

Quizás, y solo quizás, si tenían algún problema de apego después de todo.

—¡No me dijiste que volvías!

—Bueno, ¡Sorpresa! —Anunció.

Iris se separó del abrazo y la miró con una sonrisa dibujada en su rostro.—¿Cuándo llegaste?

—Hace algunas horas. Pensé en llamarte pero quería ver tu reacción. —Explicó, sentándose sobre el escritorio de Iris mientras la menor se dedicaba a levantar su silla del suelo para volver a ocuparla. —Me esperaba los gritos y abrazos, pero el asalto físico no estaba en mi plan. —Agregó, mirando los restos de la taza aún en el suelo.

Era rosa, con pequeñas fresas dibujadas. Había sido su regalo de bienvenida cuando Iris comenzó a trabajar en el Picture News.

—Bueno, para la próxima no te aparezcas en las sombras a media noche. —Se defendió, haciéndola reír.

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⏰ Última actualización: Aug 20 ⏰

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SOLARA || The FlashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora