SOLARA || The Flash

𝟎𝟏. 𝐅𝐚𝐬𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐝𝐮𝐞𝐥𝐨.

"You'll be the saddest part of me
A part of me that will never be mine
It's obvious
Tonight is gonna be the loneliest."

The loneliest 𝙗𝙮 Måneskin

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Elara Brooks no era ninguna extraña al duelo.

De hecho, la rubia podría jurar que nadie en la faz de la tierra había experimentado tanta pérdida como ella. No que fuese una competencia, porque no podrías competir contra alguien cuyo planeta entero había desaparecido, pero si existía alguien en el mundo con gran experiencia en el duelo, esa persona era Elara.

Es por eso que, durante el tiempo que pasaron en Westview, Elara había identificado casi automáticamente cada fase del duelo por las que pasó Iris West.

Empezando por la negación.

—Hey. —Saludó con suavidad al entrar a la habitación donde había pasado la mitad de su adolescencia.  Aarón había agregado un colchón extra al lugar para que ambas chicas pudiesen pasar la noche juntas, y Iris se apoderó de él apenas llegaron a la cabaña.

—Hey. —Respondió, continuando con su labor de desempacar cada prenda que había seleccionado para su estancia en el lugar.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó, su voz apenas un susurro, lo suficiente alto para hacerse escuchar en el silencio de la habitación.

—Creo que voy a necesitar otra cajón, es probable que me haya pasado un poco al momento de-

—Iris. -Interrumpió, tomando su mano para detener su intento de continuar sacando cada prenda de la maleta.

Iris levantó la vista, el chocolate de sus ojos conectando con el azul en los contrarios. Elara miraba a su amiga como alguien miraría a un animal herido, a la espera de cualquier cosa.

Iris odiaba esa mirada, si su mejor amiga la miraba sin fé alguna de que ella atravesaría aquella situación sin romperse, entonces cuanta fé podría tener para ella misma.

Arrebatando su mano del agarre de la rubia, Iris le dedicó una mirada gélida.

—Estoy bien.

Elara conocía el duelo. Era duro, implacable y aterrador, como un túnel oscuro del que no sabías si había salida. Nunca podías saber cuánto tiempo estarías ahí, atrapada en esa sombra pesada, caminando a ciegas sin señales, sin una luz que te guiara.

No podías detenerlo. Una vez que empezaba, te arrastraba con él. Tenías que seguir avanzando, aunque doliera, aunque cada paso te hiciera sentir más perdida. No había forma de evitarlo. Era algo que tenías que atravesar, sin atajos, sin escapatoria.

El dolor exigía ser sentido. No podías ignorarlo ni esconderte de él. Era frío, como un invierno que se niega a terminar, y pesado, como una carga que llevabas incluso cuando no querías.

Eso fue lo primero que Elara aprendió sobre los humanos: nadie podía huir del duelo. Había que enfrentarlo, dejar que te rompiera, porque sólo así podías llegar al otro lado... si es que había otro lado.

—No tienes que estar bien... —Intentó, y Iris casi rio ante la ironía de sus palabras.

—Claro que tú dirías eso.

El problema con la negación, es que podía convertirse en ira muy rápido.

Creas una realidad en tu cabeza, y reaccionas en el momento en que sientes que esa realidad es amenazada.

Y ya hemos hablado de cómo reaccionan los humanos cuando sienten miedo.

—¿Eso que significa? —Cuestionó, su ceño frunciéndose en confusión.