Genelle pasó el fin de semana dándole vueltas a todo lo relacionado con aquel beso que tanto la cautivó. No podía creer que ella, justamente ella, tuviera un admirador secreto. ¡Jamás lo hubiera esperado! Definitivamente, debía ser un sueño, o eso se empeñaba en hacerse creer a sí misma, sin lograrlo. Era ver la letra de aquellas notas y darse cuenta de que no era una fantasía, sino la vida misma que parecía darle, al fin, la oportunidad de conocer el amor, aunque fuese un poquito.
Leía la notita y la carta una y otra vez, tumbada en la cama, donde pasó la mayor parte del tiempo aquel fin de semana. Había hecho tal reposo que no quedaba ni rastro del dolor corporal que la había estado torturando durante toda aquella semana, y se sentía como nueva. El domingo por la mañana, viendo que los dos papeles comenzaban a mostrar señales de desgaste de tanto toquetearlos, sobre todo por los pliegues, decidió hacer un álbum. Pensó en uno de imágenes, con fundas de plástico transparentes, pero no la convenció. Tras un rato, se le ocurrió hacer uno de recortes, pero colocando en él las notas, porque, ¿quién decía que no recibiría ninguna más? Ella esperaba que sí, lo deseaba realmente. Así que, por si recibiese algún texto más, quería tener un lugar en el que mantenerlo a salvo de sus manos. ¿Qué mejor que un cuaderno en el que ir adjuntando esos anónimos?
Buscó por todas partes, pero no encontró ningún cuaderno, carpesano o archivador de cualquier otro tipo que le pudiera servir, así que, tras comprobar la hora, se afanó en vestirse y salir a comprarlo. Al ser domingo no había gran cosa abierta, tan sólo algún supermercado de veinticuatro horas y los bazares asiáticos, en los que podía uno encontrar de todo. Caminando, para disfrutar del clima y ahorrar gasolina, llegó hasta un bazar que le quedaba bastante lejos de casa. Tuvo que atravesar dos barrios completos además del suyo para llegar. Entró con muchas ganas de chafardear por los pasillos, pero con idea de no comprar más de lo previsto, aunque sabía que eso, siendo ella, era improbable.
Genelle era una mujer ahorradora pero, como le faltaban tantísimas cosas ya fuese personales o del hogar, cuando iba a tiendas de ese tipo se permitía gastar más de lo que habituaba. Los precios bien lo merecían y era su forma de darse un capricho de tanto en tanto sin dejarse el sueldo en ello.
Deambuló por la gran tienda durante mucho rato. Primero que nada, buscó un álbum de los clásicos, con láminas de pega en lugar de divisores. Ninguno le gustaba pero se le ocurrió la genial idea de personalizarlo ella misma. Para ello, cogió también cartulinas de colores, pegamento y tijeras para manualidades, algunos objetos que podía usar para la decoración, etiquetas adhesivas y un sinfín de cosas similares. Cuando tuvo todo, paseó curioseando, a sabiendas de que terminaría comprando extra.
Pasó en total setenta y cinco minutos en el establecimiento y salió de allí gastando más de lo que pretendía, aunque sabía desde el principio que eso sucedería. Regresó a su vivienda, puso la comida al fuego y aprovechó ese rato para dedicarse a preparar el álbum. Feliz de la vida, trabajó en ello cada vez que tenía un ratito y lo completó ese mismo día. Una radiante sonrisa brillaba en su rostro mientras admiraba su trabajo. Rellenó las etiquetas con la fecha y el lugar donde encontró los textos y colocó éstas al pie de cada página. Dispuso la nota en el centro de la página, pegada con pegamento de barra por las esquinas. La carta la sujetó con un clip, pues no quería pegarla y perder así lo poco que había escrito por detrás.
Pasó el resto del día ensimismada en lo mismo, fantaseando con lo que pudiera suceder al día siguiente. Durmió llevada por agradables sueños en los que la colmaban de romanticismo, por ello incluso en sueños un incesante cosquilleo habitaba en su vientre. Por la mañana, se vistió como siempre, dispuesta a afrontar la jornada, pero algo era diferente ese día. Cuando se dispuso a peinarse, al verse en el espejo, recordó algo. Ese algo la dejó absorta en su reflejo, con expresión dubitativa y soñadora al mismo tiempo. <<Te ves hermosa cada día, soy sincero, pero ¿sabes? Creo que con el cabello suelto, enmarcando tu bello rostro, te verías mucho mejor, tan resplandeciente como realmente eres>>.
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✔️El ósculo
ChickLitGenelle es la recepcionista principal de un edificio de oficinas con una vida sencilla y monótona. Un día se duerme en su puesto de trabajo y, entonces, un misterioso beso rompe esa tediosa rutina. Comenzará a recibir notas y otras cosas, hecho que...