Dentro del vehículo, Gabe y Genelle compartían miradas cómplices, sonrisas y un muy buen ambiente. Ella no perdía detalle del chico, elegante, radiante y condenadamente atractivo. Media hora más tarde, llegaban a la mansión en la cual tenía lugar la dichosa fiesta, bajaron del coche y, de la mano, anduvieron hasta la entrada. Todo entre ellos se estaba dando de maravilla, fluía solo y los hacía estar alegres hasta el extremo. Gabe se sentía dichoso de tenerla a su lado y Genelle disfrutaba de cada mínimo gesto de su acompañante con renovado interés. Una mujer, bastante más mayor que ellos, se aproximó a Gabe con una gran sonrisa en el rostro.
— Hola, Gabe. ¡Qué alegría verte! —Lo saludó.
— Hola, Liv. ¿Qué tal has estado?
— Bien, hijo. Como siempre, ya sabes —hizo un gesto con la mano restándole importancia al tema.
Genelle, de pie junto a Gabe aún sujeta a su mano, los observaba a ambos en silencio. ¿Quién sería aquella mujer? La palabra hijo pronunciada por ella la había descolocado, pues su madre no podía ser.
— ¿Y quién es esta hermosura? —Quiso saber la tal Liv.
— Genelle; encantada señora —se presentó.
— Genelle, ella es Liv Evans, la anfitriona del evento.
— Una fiesta maravillosa, he de decir —comentó Genelle.
— ¿Y ustedes son...? —Insistió.
— Mi pareja, Liv —le dijo Gabe con cierta timidez.
— ¡Oh, qué bien! ¡Al fin! —Rió desaforadamente ante la atenta mirada de la recepcionista, quien aún pensaba en las palabras de Gabe— ¡Andrew! ¡Ven!
Un hombre de una edad no muy alejada a la de Liv se acercó al grupo y saludó a Gabe con un apretón de manos y a Liv con un casto beso en los labios.
— Andrew, ¡mira qué tenemos aquí! —Señaló a Genelle
— Una mujer hermosa —sentenció—. Pero Liv, cariño, ¿no se supone que tú eres mi esposa y no me has de ir presentando bomboncitos? —Bromeó.
— ¡Tonto! —Exclamó entre risas. Genelle los observaba desconcertada, ¿de dónde salía aquella gente?— Ella es la novia de Gabe.
— ¡No! ¿En serio? ¡Qué gran noticia! —Respondió eufórico.
— Tranquilo, Andrew. Creo que la estás asustando —le indicó Liv, señalando a una Genelle con cara de preocupación y desconcierto.
— Sí, un poco lo parece. No me la espantéis, por favor —dijo Gabe, rodeándola con sus brazos, acto que la tomó desprevenida pero la relajó.
— Perdón, hijo —<<Otra vez esa palabra>>, pensó Genelle.
— Liv, deja de decirme hijo; sabes que no me gusta.
— Ya, es la costumbre, discúlpame. Pero es que fue mucho tiempo, y aún te veo como de la familia.
— Liv, ya no lo es —matizó Andrew—. Aunque nos hubiese encantado ya no lo es y no lo será.
— Disculpen —intervino Genelle, ya harta de no entender nada— ¿Me podrían explicar?
— Oh, querida —respondió Liv—, él se iba a casar con nuestra hija, no sé si la conoces...
— No —cortó Gabe—. No la conoce ni la va a conocer. Diana y yo no somos siquiera amigos, así que no tienen por qué conocerse —dijo tajantemente—. Por cierto, ¿está aquí?
— Sí, vino con Joseph, su amigo gay. Como terminó con el musicucho no tenía con quién venir, y ya sabes la condición de esta celebración —explicó Andrew.
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✔️El ósculo
ChickLitGenelle es la recepcionista principal de un edificio de oficinas con una vida sencilla y monótona. Un día se duerme en su puesto de trabajo y, entonces, un misterioso beso rompe esa tediosa rutina. Comenzará a recibir notas y otras cosas, hecho que...