Parte 24

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Tras el encuentro, Gabe se sentía más confundido de lo que hubiese creído posible. Jamás en su vida se había visto a sí mismo tan perdido, tan descontrolado y, menos aún, tan enamorado. No tenía idea de qué hacer porque, por un lado, le aterraba lo que pudiera suceder pero, por otro, era tal el amor que le impulsaba que le daba igual el riesgo que pudiera correr. Su corazón podía quedar roto y necesitaría incontables costuras para remendarlo y tratar de seguir adelante, si lo conseguía. Pensar en aquello le recordó una canción, y otra, y otra, y así se le ocurrió una idea para sacar todo lo que llevaba dentro.

Genelle se encontraba en el sofá, medio dormida, cuando el timbre la hizo abrir los ojos de repente. Se levantó a desgana y anduvo hasta la puerta, frotándose los ojos, hasta alcanzarla y abrirla con pasmosa parsimonia. Frente a ella no había nada. Parpadeó, creyendo que era problema de sus ojos el no ver a nadie, pero comprobó que estaba sola. Asomó la cabeza al exterior y oteó hacia ambos lados del rellano, pero no había ni un alma en el lugar.

- Pero qué mierda... -Iba diciendo mientras cerraba la puerta- Yo estoy segura de haber oído el...

Se calló de golpe y frenó en seco al divisar bajo sus pies un sobre grande. Se agachó y lo recogió al tiempo que se decía a sí misma que quien fuese había deslizado el sobre bajo la puerta, llamado al timbre y salido corriendo. No había otra explicación factible para aquello o, al menos, no se le ocurría ninguna. Anduvo hasta su habitación y se tiró pesadamente en la cama, con el objeto en su mano derecha.

- Vamos a verte las tripas, sobrecito -murmuró Genelle mientras procedía a abrirlo.

<<Mi amada Genelle,

sé que hoy flaqueé ante mis dudas, sé que hoy te apené, y lo siento en el alma. A pesar de sentirlo no olvido nuestro encuentro, no puedo dejar de pensar en ti, en tus piernas temblorosas en la distancia o en el tacto de tu cabello. No soy capaz de dejar de recordar tu fragancia avainillada o el sabor de tu piel. De más queda decir que el sabor, la calidez y la pasión de tus labios me siguen acechando en estos momentos y me llevan a enloquecer.

¿Qué decir? Lo disfruté a cada segundo, cada mínima cosa está clavada en mí ahora mismo, y sé bien que así perdurará, en mi recuerdo y en mí al completo. He percibido tu esencia, amor; créeme. Ha sido un sueño tenerte entre mis brazos, junto a mí, aunque ahora mismo no esté ahí contigo. Eres consciente de lo que he sentido porque, estoy seguro, tú lo has sentido también.

Mañana se supone que me darás respuesta a lo de la fiesta del sábado, y he de reconocer que me da miedo recibir una negativa, pero... he de asumirlo y resignarme si eso es lo que sucede.

He estado pensando mucho hoy, tras nuestro furtivo y candente encuentro en los vestuarios, y he tomado una decisión, la cual te transmito ahora.

Te voy a dar todas las pistas ahora, para que durante lo que falta hasta el sábado tengas todas "las armas" para dar con mi identidad. Además, cielo, te voy a regalar una serie de poesías para que conozcas mejor mi esencia y unos Cds con canciones que significan algo para mí ahora, a pesar de no haberlo hecho antes. No son nuevas, ni excesivamente famosas aquí, no son de cantantes de este país, no tienen por qué sonarte... pero lo importante es la letra, lo que transmiten, lo que cuentan, lo que hacen sentir...

Aún no estoy seguro de si te lo entregaré todo junto o si iré haciéndolo por entregas, una diaria, por ejemplo. Con ellas no descubrirás nada de mí, nada más allá de cosas que siento de las cuales me parece que ya eres consciente. Lo único que sé es que ahora te adjunto una canción a esta carta, en un minicd, y lo hago porque meditando sobre cómo estaba sintiéndome ésta vino a mi cabeza y de ahí ha salido la idea. Al final de este texto, dejaré anotada parte de la letra, recomiendo leerla y después escuchar la canción>>.

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