Parte 33

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  • Dedicado a A todos los lectores
                                    

Genelle regresó a su piso el domingo por la tarde, pues estuvieron durmiendo hasta medio día y comieron juntos. Él mismo la llevó a casa, sin ganas de despedirse de ella pero con la necesidad de hacerlo, pues aquella noche debía tomar un vuelo a Argentina y debía preparar todo.

Tras aquello, los días fueron pasando con calma. Genelle se encontraba sumergida en el amor que ella y Gabe se brindaban, y él aún no podía creer que hubiera logrado tenerla a su lado. De tanto en tanto, la mujer recibía una carta de Gabe, a pesar de verse continuamente, y otras veces era ella quien las escribía para él. A Gabe le encantaba recibir los textos de su novia y los guardaba como si fuesen de oro, bien resguardaditos en un cajón. Genelle incluso había dado con una canción que, ella solita, había bautizado como "su canción". Se la había enviado en un minicd tal y como él hacía antes, anotándole la letra. Él la memorizó y se la cantaba muchas veces al oído cuando sentía que sus sentimientos se desbordaban de su ser.

<<Si volviera a nacer,
si empezara de nuevo,
volvería a buscarte en mi nave del tiempo.
Es el destino que nos lleva y nos guía,
nos separa y nos une a través de la vida.
(...)
Cómo hablar,
si cada parte de mi mente es tuya.
Y si no encuentro la palabra exacta,
cómo hablar.
Cómo decirte que me has ganado poquito a poco,
tú que llegaste por casualidad.
Cómo hablar...>>

Así decía sentirse ella, y así se sentía él, indudablemente.

Pasaron meses y todo entre ellos iba a las mil maravillas. Se sentían felices, completos y satisfechos con lo que tenían, pero ambos deseaban dar un paso más y, finalmente, se fueron a vivir juntos. Genelle se mudó al departamento del varón, completamente contenta y segura del paso. A pesar de estar juntos allí y de que Gabe era adinerado, Genelle siguió trabajando en el Wallaby Tower, pues su trabajo le gustaba y quería seguir con la vida que había llevado hasta entonces, pues se había forjado a sí misma en ese mundo.

Gabe, cuando celebraban su primer año de noviazgo, la llevó al mirador al atardecer y, junto a la fuente que tanto gustaba a la mujer, le pidió matrimonio. Ella lo veía allí, arrodillado ante ella, con un anillo resplandeciente pero sencillo y una expresión en su rostro que era una mezcla entre ilusión y miedo, y sentía que su corazón iba a explotar. Rompió en llanto mientras gritaba que sí y se tiraba a sus brazos, cayendo así ambos al suelo mientras la cajita que portaba la joya rodaba por el suelo. Rieron hasta terminar con dolor de tripa y abrazados presenciaron el atardecer más especial de sus vidas.

Siguieron con su vida juntos, un equilibrio perfecto entre la humildad de Genelle y la buena posición de Gabe, disfrutando de su relación sin trabas, sólo los dos. Así fue hasta que algo más de seis meses después de la petición de mano Genelle se quedó embarazada. Decidieron cambiar de residencia a una con espacio para su futuro hijo y escogieron la casa que había sido de los padres de Gabe y que él había tenido alquilada. Ambos rebosaban felicidad y estaban ansiosos por que llegase el día en que le vieran la carita a su bebé.

Ya de seis meses, Genelle tuvo que dejar el trabajo, pues no convenía que hiciera jornada completa y a la empresa no le servía de nada que hiciera media jornada, así que acordó con la compañía que cuando su hijo tuviera medio añito ella regresaría a su puesto de trabajo.

El tiempo fue bueno con Genelle, igual que con Gabe, y juntos supieron aprovechar que sus vidas discurrían por un mismo camino y que siempre, absolutamente siempre, iba a ser así, pues su pequeña familia era la muestra viviente de su intenso amor. Un amor incondicional que los colmaba de la felicidad que todo ser humano ansía encontrar, conscientes de lo afortunados que eran.

<<No serás la persona perfecta, pero eres perfecta para mí>>.

Ése era su lema, y con eso presente avanzaron día a día, hasta que exhalasen su último suspiro.

***

Bueno, ¡hasta aquí llega esta historia!

Nos despedimos de Genelle y de Gabe, de su romance y su avance, de la recepcionista y su admirador. 

Me da tanta pena que llegue el final como cuando la escribí, años atrás ya. He disfrutado al reeditarlo, cosa que estoy haciendo con todas aquellas de mis obras que están a la venta. ¡Siempre que se pueda mejorar, se debe poner empeño!

Confío en que os haya gustado la novela tanto como gustó a los lectores que lo leían a medida que lo escribía. Ni siquiera sé cuánto hace, en qué año fue. Por 2013, quizá 2014. ¡Anda que no ha llovido!

En fin, gracias por dedicar una pizca de vuestro tiempo a leer esta historieta. ¡Espero que os haya gustado!

Un saludo y... ¡nos vemos en otra obra! Que sí, que sí, que tengo más. ¡Visitad mi perfil y ahí encontraréis más cositas!

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