Parte 17

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Revisando las flores con gran interés, pues había algunas que no sabía cómo se llamaban y le provocaban gran curiosidad, descubrió un sobre diminuto de color café entre un par de tallos. Lo cogió con decisión y lo hizo voltear entre sus nerviosos dedos. Finalmente lo abrió y extrajo de su interior una cartulina menuda de color crema.

<<Camuflado entre flores está lo que buscas. De un admirador>>.

¿Camuflado entre flores? Curioso, y desconcertante. ¿A qué debía referirse? Releyó la pequeña tarjeta una vez más y su atención se centró en el final. <<De un admirador>>.

Genelle se contuvo de dar saltos de alegría por todo el recinto al sentir más emoción e ilusión aún, al tener la certeza de que era él quien la había sorprendido con tan bello detalle. Sintió alivio y un intenso calor se apoderó de su cuerpo. Fue extraño e inexplicable para ella, pero supo atribuirlo a lo que comenzaba a sentir por aquella persona.

Recordó que había logrado obtener el número de teléfono de aquel romántico admirador secreto que había aparecido en su vida, así que decidió echarle una miradita pues la expectación era demasiado fuerte.

<<Señor Parker>>, ponía junto al número.

Así que Parker, ¿eh? Era un apellido común, podía haber miles de personas con ese apellido, pero... ¿cuántos trabajando en el Wallaby Tower? Debía investigar aquella nueva y para nada esperada pista, quizá así pudiera acercarse un paso más al hombre que, sin verlo, la estaba enamorando.

Durante la comida, Genelle se devanaba los sesos intentando ubicar algún varón apellidado Parker en sus recuerdos, pero no servía de nada. Por más que intentaba no lograba dar con nadie en su registro mental, y eso la fastidiaba. Se percató de que conocía a la mayor parte de los empleados, de las distintas empresas alojadas allí, por sus nombres simplemente. ¡Aquello iba a conllevarle más trabajo del que creyó primeramente!

Con intención de llevar a cabo las pertinentes averiguaciones, enfrentó el resto de su jornada laboral llevada por las ganas de estar en casa a la espera de los ramos faltantes. A la hora de marchar, se despidió de Devon y tomó el hermoso ramo entre sus manos. Lo observó, comprobó que la tarjetita estaba en su lugar y, al confirmar que todo estaba en orden, sonrió de oreja a oreja. Cogió el papelito con el teléfono y se dirigió al vestuario a por sus cosas.

Poco después, montaba en su coche y ponía rumbo a su hogar. Nada más llegar comenzó a hacer sus tareas domésticas, ansiando que el tiempo transcurriese rápido. Sus plegarias fueron escuchadas y, cuando quiso darse cuenta, sonaba el timbre de su pisito. Dejó lo que estaba haciendo y corrió a atender la puerta, sabiendo bien quién era. Al abrir, se encontró frente a frente con el repartidor de la floristería e, inmediatamente, una gran y radiante sonrisa ocupó todo su rostro. Se saludaron educadamente y, tras ello, el hombre comenzó a entrar y salir de la vivienda cargando con los ramos, los cuales tenían a Genelle hipnotizada. Sus ojos brillaban con lágrimas de felicidad e ilusión agolpándose, pues la emoción la tenía al borde del llanto.

Cuando todos los ramos se hallaban en el interior del piso, el hombre se despidió de ella y la dejó sola admirando la belleza de las flores que, ahora, llenaban su hogar. Aún no podía creer aquello. No concebía que existiese realmente un hombre que se hubiese interesado tantísimo en ella y tuviera detalles como aquél, que la dejaba sin habla. Se aproximó a uno de los ramos y comenzó a olfatearlo, regodeándose en el agradable y fresco aroma que desprendían y que se esparcía por todo la estancia. Con los diez ramos en el salón se sentía especial, querida, agasajada y absolutamente enamorada. Sí, sus sentimientos estaban ya completamente definidos, y esperaba que no fuesen sólo una fantasía creada por la ilusión, sino reales cien por cien.

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