A lo largo de aquella semana, Genelle continuó luciendo su melena larga y brillante en lugar de volver a la sobriedad del recogido. No fue así únicamente por los halagos o por cosas así, sino porque se sentía mejor con ella misma, y eso era, definitivamente, lo más importante. El lunes por la tarde encontró un coche que le gustaba, pero quiso mirar más, así que el martes siguió en su búsqueda. Finalmente, el jueves realizó la compra de su nuevo vehículo, entregando su trastomóvil en depósito, con lo cual aún le salió algo más económico de lo previsto.
Aquel jueves no comió, pues debía ir al banco a retirar el dinero, pedido a la entidad por adelantado, para poder realizar la compra pagando al contado. Así pues, recogió el dinero y lo llevó con ella al Wallaby Tower, donde le pidió a Graham que se lo guardase hasta la hora de marchar, por miedo a perderlo o, peor aún, que se lo robasen. Él le ayudó con eso gustoso y a la hora de irse se acercó a ella y le entregó el dinero; quince minutos después ella misma marchaba del edificio en dirección al concesionario.
Regresó a su hogar manejando su flamante, pero sencillo, coche nuevo. Al día siguiente, amaneció a la misma hora sin recordar que ya no tenía motivo para salir con tanta antelación pues, en teoría, el nuevo vehículo que se había agenciado no debía dejarla tirada. Igualmente, marchó dirección al trabajo y allí se encontró con Devon, quien se sorprendió ante la llegada de un coche desconocido para él. La recepcionista le saludó, como era habitual, y ambos procedieron a comenzar la ronda de control.
Ella le avisó de que, desde el lunes de la siguiente semana en adelante, no llegaría a aquella hora, sino a la indicada para comenzar su turno. Él, no muy conforme, le expresó sus dudas y ella decidió llamar a la central de alarmas para informar de que le daría al guarda la clave para desactivar el sistema por la mañana ya que ella comenzaría a llegar más tarde y él debía haber hecho la ronda antes de abrir. Cuando realizó la llamada no le pusieron objeción y tomaron nota.
El resto del día fue tranquilo, sin sorpresas ni alteraciones; nada que pudiera disgustar a Genelle sucedió. Así fue hasta la hora de marchar del trabajo, para disgusto de la fémina.
Salió del edificio y, junto a su coche, había un tipo que observaba la nueva adquisición de Genelle con, quizá, demasiado detenimiento. Ella, en silencio, se aproximó a la puerta del conductor tanto como le fue posible, pues aquel hombre estaba precisamente en ese lugar.
— ¿Puedo ayudarte en algo? —Inquirió ella. Él la observó de reojo.
— No, en nada —le respondió, ahora encarándola.
— ¡Tú! —Exclamó ella, señalándolo con el dedo de modo acusador y con muestras de disgusto.
— Yo —dijo él burlonamente.
— ¿Qué quieres? ¿Tirarme de algún sitio más?
— ¡No, mujer! Además, aquello fue un accidente, ¿sabes?
— Oh, ¿no me digas? —Él frunció el ceño— No tuviste narices de disculparte siquiera y, déjame que te ilustre, cuando uno hace algo "por accidente" —hizo gesto de comillas con los dedos— tiende a pedir, como mínimo, perdón en condiciones. ¿Y tú lo has hecho? ¡No!
Tras soltarle todo eso de modo apresurado, colocó sus brazos en jarras, dejando ver que esperaba una respuesta de aquel "tiragentes", como lo apodó tras el incidente. Él, algo divertido por la actitud de la chica, contuvo la risa tan disimuladamente como le fue posible. La observaba atento, esperando y preguntándose qué haría ella si él, premeditadamente, no respondía. Tan gracioso le resultaba, a pesar de que sentía cierta incomodidad, que decidió guardar silencio para ver cómo procedía la mujer. Ella, cada vez más disgustada, comenzó a mover nerviosamente un pie mientras, únicamente con su expresión, le decía <<habla ahora o sabrás lo que es bueno>>. Él se percató de ello y no pudo evitarlo y estalló en una sonora carcajada, tan intensa para él que acabó llevando una mano al vientre para calmar el cosquilleo que lo recorría de tanto reír.
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✔️El ósculo
Chick-LitGenelle es la recepcionista principal de un edificio de oficinas con una vida sencilla y monótona. Un día se duerme en su puesto de trabajo y, entonces, un misterioso beso rompe esa tediosa rutina. Comenzará a recibir notas y otras cosas, hecho que...