Genelle seguía dando vueltas y vueltas a lo de la verdadera identidad de Parker, preocupada por ello. Intentaba pensar en alguien a quien odiase, pero nadie venía a su mente y ya empezaba a no estar segura de nada. De repente, su celular comenzó a sonar y vibrar, recibiendo un mensaje.
<<Tengo tu número yo también, preciosa. En un rato te llamo para comentarte lo del trato, pero no podremos hablar mucho tiempo porque tengo que prepararme para tomar un avión en tres horas. Parker>>. ¡El primer mensaje al móvil de aquel hombre! Casi se cae de culo del sofá cuando lo leyó. Aprovechó para guardar el teléfono en la agenda del aparato y se levantó a picotear algo, haciendo tiempo. Los nervios se la comían desde dentro. ¿Qué le propondría?
Una melodía se escuchó en el salón de Genelle, avisándola de que una llamada entrante la demandaba. Ella corrió hasta la mesita y lo tomó, respondiendo apresuradamente.
— Hola —dijo automáticamente.
— Ey. El trato.
— Sí, dime —Le urgió, animándolo a continuar.
— Tú puedes cooperar, sugerir lo que quieras, ¿de acuerdo? —ella asintió— Marquemos un plazo.
— ¿Dentro del plazo me revelarás tu identidad? —Él negó— Vamos, yo sé que nada me importaría, podrías ser cualquiera pero ya estoy loca por ti, Parker.
— Genelle, deja que te cuente lo que yo he pensado, a ver qué te parece.
— Ok.
El tiempo transcurría despacio en esta ocasión, permitiendo así que ambos disfrutasen de sus voces, ella inquieta por la propuesta del chico y él ya mucho más calmado y decidido.
— Dentro del plazo, debo conseguir mi propósito de que me quieras lo suficiente como para que luego nada importe, empleando los métodos que considere oportunos. Al mismo tiempo, tú tienes derecho a saber quién soy, así que te iré dando pistas, en relación a lo preparada que te vea para saber lo que quieres. Así que la propuesta es la siguiente —ella escuchó expectante—. Yo estoy obligado a ceder a tu derecho de saber de mí, utilizaré pistas que tú podrás seguir. Si cuando el plazo termine no me has descubierto, te lo diré yo y asumiré la respuesta. Tú estás obligada a aceptar mis métodos de conquista, sean los que sean, porque de ellos sacarás las pistas. Y, dentro del plazo, nos encontraremos a solas. Una vez siguiendo las pistas para descubrirme, otra para definir nuestra relación. Si en la primera cita, al conocerme, la realidad te superase tendrías que completar la cita conmigo en términos de pareja, pues ya que yo corro el riesgo de que mandes al carajo y no tenga más oportunidad contigo antes de lo que tenía previsto, creo que me merezco al menos una buena cita que pueda guardar en mi memoria. Lo importante es que no sería hasta la segunda cita en la que me dirías tu decisión, decidiendo si presentarte o no.
— Veamos, tú cedes a mi afán de saber dándome poco a poco la información que me sea necesaria y yo cedo a tu condición del plazo y las citas. ¿Es eso?
— Sí, es eso. Perdón si me expliqué mal, es que estoy muy nervioso.
— Tranquilo. ¿Y si te rechazo finalmente? —Preguntó la mujer, con el corazón en un puño.
— Yo te dejaría en paz. Para siempre —sentenció él, con profunda tristeza.
— De acuerdo. Acepto. Ya que tu corres un riesgo, según tu forma de verlo, creo que yo debo aceptar las condiciones.
— Bien.
— ¡Peero! Estoy segura de que podré soportar tu identidad, sea cual sea...
— Ojalá sea así —contestó.
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✔️El ósculo
ChickLitGenelle es la recepcionista principal de un edificio de oficinas con una vida sencilla y monótona. Un día se duerme en su puesto de trabajo y, entonces, un misterioso beso rompe esa tediosa rutina. Comenzará a recibir notas y otras cosas, hecho que...