Parte 19

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Genelle se hallaba en el dormitorio, preparando su pijama y ropa intima limpia, cuando su celular sonó nuevamente.

<<Cabello corto, moreno, ojos oscuros. Solamente un poco más moreno de piel que tu, metro ochenta y tres de estatura. Nada de barba ni bigote. Y, según dicen por ahí, condenadamente atractivo>>.

Así decía el mensaje que Parker le acababa de enviar. Ella rió por la última parte, y se intentó imaginar aquella información tomando forma de hombre. <<¡Aaarg! ¡Necesito mucho más que eso, Parker!>>, masculló Genelle.

Se percató de que un agradable cosquilleo iniciaba recorrido en su vientre hasta llegar a su parte más íntima, y allí producía una sensación indescriptible que supo reconocer al momento. Nunca había estado con un hombre, pero no era una mojigata. Sabía que estaba excitada.

Y no era la única, en realidad. Gabe, ocupado preparando una pequeña maleta de viaje con ropa para dos días, notaba como la excitación que lo había asaltado mientras escuchaba la voz de su amada no disminuía, sino que parecía mantenerse peligrosamente. Lo sobrellevaba, pero todo en esta vida, todo, puede empeorar y volverse difícil de aguantar, y eso, justamente, estaba a punto de comprobarlo Gabe Parker.

Genelle, esperando que se llenase la bañera, decidió que quería decirle algo a su ahora pareja, así que comenzó a teclear en su teléfono móvil. Envió el mensaje y sonrió. Gabe escuchó su teléfono sonar y lo cogió con calma. Sus ojos recorrieron la pantalla de letra en letra.

<<Espero que el vuelo vaya bien. Quiero aprovechar para decirte una cosa. No tengo experiencia en el amor, y me preocupa meter la pata contigo, así que espero que si lo hago tengas a bien informarme de ello para corregir el error. Gracias por la descripción, aunque no tengo suficiente con eso lo acepto, así que gracias. Gracias por todo, por lo que has hecho, desde las notas a las flores, a la llamada, a hacerme sentir cosas que nunca había sentido. Gracias por ocupar mis sueños por las noches, ahora al fin podré visualizar al protagonista de esos sueños, aunque sea mínimamente. En fin, te dejo que te prepares, yo voy a darme un baño. Te mando un beso...>>

Gabe tragó costosamente mientras releía el mensaje una y otra vez. Ella no tenía ni idea de lo que causaban en él esas palabras. El hecho de que soñase con él —o más bien con una versión de él no demasiado fiel a la realidad— lo llenó de felicidad, iba por buen camino por lo que parecía y eso se sentía bien. Por otra parte, la despedida lo dejó tocado y su mente comenzó a funcionar a toda velocidad.

<<Se va a bañar, así que estará desnuda... ¿por qué me dice esto? Y encima me manda un beso, ya lo estoy imaginando, ¡por el amor de dios!>>, pensaba. La excitación que antes era llevadera comenzaba a ser molesta, pero sintió la necesidad de escuchar su voz una vez más y decirle algo él también, así que, en vez de mandar un mensaje, llamó.

Ella, frente a la cama, dispuesta a desvestirse, vio la llamada entrante y la aceptó mientras se terminaba de desabrochar la blusa. Saludó y dejó que la prenda cayese al suelo, cosa que él pudo escuchar. A sus oídos llegó el sonido que produjo el roce de la fina prenda sobre la piel de la mujer y creyó que enloquecía. <<¡Se está desnudando!>>, exclamó mentalmente. Su corazón latía acelerado, la respiración estaba desacompasada y ella permanecía ajena a lo que había provocado en él.

— Genelle, quiero decirte algo, simple y breve.

— Vale. ¿Qué es? —Preguntó ella.

— Gracias por tus palabras. Espero que esta noche descanses mucho y que si te visito en sueños eso te haga feliz, tanto como me siento yo. Te quiero.

— Parker... —Musitó Genelle, anonadada.

— Buenas noches, preciosa —y colgó.

Genelle corrió a meterse en el agua, sofocada por el calor que aquellas palabras y la voz habían hecho nacer en su interior. Gabe se dejó caer en la cama, cerró los ojos, suspiró y pensó. <<Desnuda, desnudándose... Que sugerente ha sido el sonido de la prenda al deslizarse sobre su piel. Y ahora estará en el baño, con el agua cayendo sobre ella quizá, o sumergida con el líquido rodeando su cuerpo. ¡Dios mío! ¿Por qué? ¿Por qué esta tortura, eh?>>.

Notaba bajo su ropa que la excitación que sentía estaba llegando al máximo nivel, pues las prendas presionaban con dureza su miembro. Él quería ignorar eso pero no podía, no esa vez. Llevó sus manos al cinturón y lo desabrochó, aún con los ojos cerrados, concentrándose.

Genelle, dentro de la bañera, acariciaba su muslo derecho con las yemas de los dedos, fantaseando con que era cierto varón quien recorría su piel en lugar de ella misma y el agua, mientras que Gabe, tumbado en la cama y con las prendas apartadas comenzó a acariciar la parte de su cuerpo que más necesitada de contacto estaba en ese momento. Pensaban uno en otro, al mismo tiempo y del mismo modo, dejando salir el deseo que les embargaba. Genelle se limitó a rozar su muslo, pero Gabe debía viajar y no podría salir de su apartamento si no ponía solución a aquel asunto, así que se vio obligado a aliviar sus necesidades más primitivas y más varoniles entre susurros que escapaban de sus labios a modo de súplica. Ahogado por el deseo e imaginando que tenía a Genelle con él, logró despojarse de la tensión que había hecho presa de él y se dio una ducha rápida antes de salir rumbo al aeropuerto.

Genelle se levantó taciturna la mañana posterior a las llamadas entre ella y Parker. Tenía únicamente ganas de quedarse en casa, acostada en la cama y soñando despierta. Todo estaba siendo muy extraño, y también rápido, cosa a la que ella había contribuido bastante. Y ahora, tenía un novio. Uno del que no podía decir mucho en realidad, pero por quién sentía grandes cosas. Por primera vez en su vida, tenía pareja.

Pensaba, a medida que se vestía para ir al trabajo, en que si ya se sentía así de feliz desde que él entró a su vida no podía imaginar, ni por asomo, cómo se sentiría cuando la relación entre ellos fuese al fin normal. Si ya se sentía dentro de una nube de dicha, aquello aumentó considerablemente al recibir un mensaje en el móvil y ver el remitente: <<? Parker>>.

<<Que tengas un día maravilloso, preciosa>>. Esa simple frase la llevó a flotar prácticamente, ilusionada por el hecho de que se hubiese acordado de ella tan pronto aquel día. Tecleó su respuesta y le dio a enviar, tras lo cual tomó sus pertenencias y abandonó la calidez y el maravilloso aroma floral de su humilde apartamento para comenzar su turno en el Wallaby Tower. Así siguió el día a día hasta que el viernes llegó y, con él, lo hizo también el descanso del fin de semana. Genelle creía que Parker seguía fuera pero no era así.

Él había regresado la noche anterior y ya no debía ir a la oficina hasta el lunes pues había solicitado unos días libres para, en parte, recuperarse del jet lag. Cada día había escrito a Genelle al despertar y antes de dormir y la había llamado el día anterior únicamente. Le dijo que aún estaba en el extranjero, cosa que era cierta, pero no mencionó cuándo regresaba por el simple hecho de que quería hacer algo para ella.

Genelle, deseando llegar a casa y darse un buen baño, salió del gran edificio y abandonó la ciudad de los tratos. Cuando llegó al bloque de pisos en que vivía entró como siempre, sin cruzarse con nadie. Abrió la puerta y entró, se descalzó y colgó su chaquetilla en el perchero de la entrada, encima del bolso, del cual había extraído previamente el celular.

Dio un par de pasos y cruzó el marco de la puerta que separaba el salón del recibidor. Allí se detuvo en seco, observando lo que tenía ante sus ojos. Analizó la situación, intentando comprender lo que veía. En el centro del saloncito, sobre la mesita de café, había varios regalos de distintos tamaños y diferentes colores. ¿De dónde diantre había salido aquello? ¿Cómo? ¿Y qué era? Se acercó despacio, preocupada de que hubiese alguien en su casa porque, al fin y al cabo, aquellos paquetes no podían haber llegado caminando por sí mismos. No vio a nadie y siguió acercándose, sumamente extrañada, hasta que la vibración del móvil en su mano derecha captó su atención.

<<Hola, preciosa. He pasado por tu casa y he dejado algo en el salón; no te asustes cuando lo veas allí dentro. Si quieres hablar ya sabes dónde encontrarme>>.

Suspiró de alivio al saber que había sido Parker, aunque seguía molesta por el hecho de que de algún modo había entrado a su casa, pero eso lo hablarían después. Anduvo hasta la mesita y observó los paquetes. ¿Qué habría dentro?

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