Thomas y su padre llevaron las bolsas negras de plástico hasta el patio trasero. James hizo un hoyo en la tierra lo suficientemente grande para meter todos los pedazos de la mujer, mientras que Christian limpiaba la sangre que había quedado en el baño, cuando su hermano y su padre regresaron él ya había terminado.
—Bueno —habló su padre feliz ignorando haber visto a su pequeño hijo limpiándose la cara mojada por el llanto—, ustedes han sido unos niños muy buenos ¿quieren comer helado? —Ninguno de los dos respondió, pues trataban de contener el vómito, además de que su padre jamás les había ofrecido helado, temían que sólo estuviera bromeando con ellos, era el sentido de humor que él tenía. Los hermanos se miraron entre ellos antes de regresar los ojos en dirección a su padre quien no dejaba de sonreír. Todos se dieron una ducha rápida uno después del otro y se quitaron la ropa manchada de rojo. James dejó que compraran el helado de su elección del tamaño que quisieron. Los niños solo habían probado este postre a escondidas, por lo cual, al ver su oportunidad, la tomaron tan contentos como nunca habían estado con su padre. Esa vez ellos estaban más relajados, suponían que habían hecho bien, pues su padre jamás había estado tan feliz. Cuando llegaron a la casa su madre ya estaba ahí; despeinada, desaliñada y con lágrimas en los ojos. Había estado muy preocupada por la ubicación de sus hijos, por un momento pensó que James les había hecho algo terrible.
— ¿Dónde demonios estaban? —Gritó ella a James. Los niños miraron a su padre pensando que le soltaría una bofetada por atreverse a hablarle así
—Tranquilízate —le dijo él en un tono serio y después volteó a ver con una sonrisa a los niños—. Fuimos a comprar helado.
— ¿Por qué? —Preguntó extrañada Lauren. James puso los ojos en blanco—. Está bien, no les vuelvo a comprar helado jamás. Niños, agradézcanle a su madre. —Thomas miró con odio a su mamá mientras Christian lo hizo con tristeza.
—No... Es sólo que... —Lauren miró la cara de sus hijos—. Sólo avísenme, con una nota o algo. Me preocupé, eso es todo.
— ¡Yo no te tengo que avisar nada! —Vociferó James harto de que su esposa se atreviera a hablarle así. Pero, aunque Lauren lo sacaba de sus casillas, él decidió mantenerse calmado, pues ahora obtendría ayuda de los pequeños para esconder las pistas, ya que antes lo tenía que hacer sólo sin que ellos se dieran cuenta.
Continuó obligándolos a que limpiaran su desastre durante dos años más. Llevaba prostitutas, tenía sexo con ellas, las mataba y sus hijos se encargaban del resto. Algunas veces el hedor de los cuerpos putrefactos era insoportable pero lo disimulaban dejando basura de comida por días para que los vecinos no sospecharan. Las primeras veces se habían quejado pero al conocer a James preferían mantenerse apartados de él. La policía había comenzado a darse cuenta de la desaparición de decenas de prostitutas pero al ser mujeres de la calle no le ponían mucho empeño en encontrarlas.
James ahorcaba a sus víctimas, principalmente si estaban en la cama, pero si estaban en el baño les cortaba el cuello, ya que ahí era más fácil limpiar la sangre. Se podría decir que Thomas comenzaba a tomarle el gusto a descuartizar mujeres, pero él quería matarlas y su padre no se lo permitía, James sólo quería que limpiara sus huellas, pues según él, sólo él tenía el derecho de gozar asesinar mujeres. Le decía que cuando fuera más grande y tuviera su propia casa podría matar y enterrar a cuanta prostituta se le ocurriera.
Entonces necesitaba deshacerse de lo que le impedía asesinar.
Tom llevaba días pensando en cómo matarlo, pero su padre era más fuerte que él, aunque el pelinegro tenía la ventaja de ser más ágil y rápido. Así pues, una vez ya decidido, tomó un cuchillo y subió a su habitación. Se sentó en la cama cruzando sus piernas, sujetó el cuchillo con una mano y tocó el filo de éste con la otra. De repente se abrió la puerta. Thomas escondió el cuchillo bajo su pierna, pensando que era su hermano, pero no... Era James. Sin pedir permiso entró.
—Ponte de pie cuando estés enfrente de mí, niño. —Le dijo por milésima vez. El joven no entendía por qué le seguía diciendo niño, si ya tenía 16 años, el niño debería ser Christian, quien apenas tenía 13 años.
— ¿Qué quieres? —Preguntó mientras se levantaba de la cama sujetando el cuchillo atrás de él, James se lo estaba haciendo todo más fácil.
—No me hables así, niño... —Le apuntó con el dedo—. Hace mucho que no te toco —desvió la mirada a la entrepierna del pelinegro haciéndolo sentir incómodo—, ¿acaso estoy perdiendo la autoridad que tengo sobre ti? —Se acercó a él y puso su mano en su nuca, acercándolo a su cara—. Me veo en la necesidad de recordarte quién manda en esta casa. —Sonrió, su apestoso aliento llegó a la nariz de Thomas.
— ¿Por qué no me dejas asesinar? —Preguntó acomodando el cuchillo para que se le hiciera más fácil enterrárselo, estaba nervioso, jamás había matado a nadie.
—Es la única manera de mantenerme lo más alejado de ti posible. —Con la mano que James tenía libre tocó la entrepierna del pelinegro haciendo que Thomas diera un brinco de la sorpresa. El joven recordó los traumas de su niñez, sintió que sus ojos se humedecieron haciendo sonreír aún más a su padre.
—Pero nunca es tarde para hacerlo. —Dijo Tom fingiendo que no le importaba el esfuerzo que James hacía para introducir su mano dentro su pantalón. Su padre movió la mano que estaba en la nuca del joven hasta enredarla en su cabello y lo acercó más a su rostro.
—Yo te daré permiso cuando yo...
— ¡Tú no me darás permiso de nada! —Lo interrumpió Thomas sintiendo la ira arder por todo su cuerpo. Movió con violencia el cuchillo hacia su padre. James abrió los ojos como platos al sentir un intenso dolor en un costado de su cuerpo, sabía que Tom lo había hecho aún sin verle la mano sosteniendo el arma tan fuerte que sus dedos se habían tornado blancos. Cayó al suelo quedando acostado boca arriba, Thomas se puso arriba de él—. ¿Por qué? —Le gritó poniendo el cuchillo en el cuello de su padre.
— ¿Por qué, qué? —Se hizo el ingenuo, pero su voz mostraba mucha ira.
— ¿Por qué abusaste de mí? —Se acercó a su rostro. Sí, esa era la duda que había tenido desde que descubrió lo que era el abuso sexual y la pederastia, también se preguntaba por qué jamás tocó a Christian, pero con la respuesta que él le dio respondió las dos cuestiones.
— ¿Por qué, niño? ¿Sabes por qué jamás te llamé hijo? ¿Sabes por qué jamás te traté como a tu hermano? ¡Porqué tú no eres mi hijo! —Thomas quedó en shock—. La zorra de tu madre quedó embarazada de un ricachón mientras éramos novios, me hizo pensar que eras mío, y me dijo la verdad cuando tenías 7 años. —Eso tenía sentido, porque empezó a tocarlo cuando tenía esa edad.
— ¿Y por qué jamás tocaste a Christian?
— ¿Tú por qué crees? Jamás tocaría a mi propio hijo —eso significaba que en realidad Thomas y Christian eran medios hermanos —. Pero tú —sonrió— me diste lo que ninguna ramera me dio, tú me hiciste sentir... —Thomas no pudo soportarlo más y le enterró el cuchillo en el cuello, su padre empezó a ahogarse con su propia sangre mientras Tom veía como la luz escapaba de sus ojos los cuales mostraban desesperación y miedo. Había matado. Su primer asesinato fue a los 16 años, y fue al hombre que siempre creyó era su padre.
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Para los que ya leyeron la historia de "secuestrada", ¿ya entendieron por qué Thomas le decía niño a Jake?
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Christian y Thomas #2 (Editando)
Mystery / ThrillerPRECUELA DE 'SECUESTRADA'. Christian y Thomas han sido muy unidos desde pequeños, y más por su problemática niñez, eran tan unidos que empezaron a secuestrar, abusar y matar chicas juntos. ¿Por qué? ¿Cómo? Lo descubrirás en esta historia. 24/septiem...