La quiero a ella

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     —Mira a quien encontré a unas cuantas calles, hermano —Thomas entró con Alan bajo su brazo, sosteniéndolo por el cuello—. Al muy idiota no se le ocurrió gritar por ayuda —soltó una carcajada, pero borró su sonrisa al ver a su hermano arrodillado en el suelo—. ¿Chris? —Christian se puso de pie lentamente dejando a la vista el cuerpo sin vida de Mery.

     — ¡No! —Alan logró zafarse del agarre de Thomas y corrió hacia su hermana, ninguno de los chicos lo detuvo—. ¡No! —Puso su mano sobre el abdomen de Mery intentando detener la hemorragia aunque todos sabían que ya era demasiado tarde para eso.

     —Tu hermana... —Christian se arrodilló a su lado—. Era muy valiente. No fue capaz de matarme —puso su mano al lado de la de Alan—, así que se mató a ella misma —sujetó el mango del cuchillo que aún estaba en el abdomen de la chica—. Pensó que te dejaríamos ir si ella no seguía con vida... —sacó el cuchillo de su cuerpo—. No lo pensó muy bien...

     — ¿Qué? —Alan volteó a verlo.

     —Después de todo, no te necesitamos más. —Christian se puso de pie apretando el cuchillo con fuerza.

     —Déjenme ir, déjenme llevarme su cuerpo, por favor. —Se arrastró lejos de él. Christian sonrió al mismo tiempo que negaba con la cabeza.

     —Vas a decirle la policía, además, ¿para qué te queremos vivo si ya no tengo a tu hermana?

     —No... —Siguió arrastrándose—. No le diré nada a nadie. Sólo quiero que ella tenga un entierro digno...

     —Yo se lo daré. —Se arrodilló frente a él, lo tomó de la camisa del cuello y puso el cuchillo en su garganta.

     — ¡Chris! —Interrumpió Thomas antes de que Christian lo matara—. Yo lo haré. —Se acercó a él y tocó su hombro—. Limpia el cuerpo de Mery, yo me encargo del chico. —Alan volteó a verlo con horror, Thomas le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.

     —No —sujetó el brazo de Christian con el cuchillo para impedir que lo alejara de él—. ¡Mátame tú! —Suplicó. Sabía que si el castaño lo hacía sería más rápido que con el pelinegro. Christian se puso de pie y le dio el cuchillo a su hermano. Alan se levantó y corrió tan rápido como su lastimado cuerpo se lo permitió, pero Thomas lo alcanzó en un par de segundos, lo tomó de la cintura y lo aventó hacia la barra de granito haciendo que se golpease en la cabeza. El chico cayó al suelo llorando; se había hecho una herida en la sien. Tom volvió a cargarlo por la cintura colocándolo bajo su brazo y lo llevó al sótano—. Por favor, mátame ya. —Intentaba soltarse pero el de ojos azules era bastante fuerte.

     —Oh no, niño, no te voy a matar aún. —Entró al cuarto de metal y lo aventó hacia la cama. 

     — ¿Por qué simplemente no me matas?

     —Voy a aprovecharte hasta el último momento. —Sonrió acercándose a él. Alan le dio una patada en la entrepierna y corrió hacia la puerta. Thomas logró tomarlo de un tobillo haciéndolo caer al piso.

     — ¡No! ¡Suéltame! —Tom lo sujetó del otro tobillo y lo atrajo hacia él.

     —Eso me dolió, niño. —Se puso arriba del rubio evitando que pudiera moverse. Alan no podía hacer mucho estando boca abajo. Cortó su camisa con el cuchillo, se inclinó sobre él y le hizo un chupetón, en otro lado lo mordió varias veces haciendo que el chico gritara cada que le dolía. Lo obligó a voltearse y empezó a besarle el cuello.

     — ¡Aléjate de mí, maldito! —Puso sus manos en la cabeza de Thomas, lo empujó con fuerza haciendo que se alejara de él, pero éste tomó sus muñecas y las apretó con fuerza contra el piso. Se vieron a los ojos justo antes de que el pelinegro lo besara en los labios. Se puso de pie y le dio una patada en el abdomen. Justo en ese momento entró Christian con las manos llenas de sangre.

     — ¿Qué haces? —Preguntó el menor al ver a Alan sin camisa y con golpes los cuales no diferenció de las mordidas y chupetones—, ¿por qué no lo has matado?

     — ¿Y en dónde queda la diversión? —Se encogió de hombros. Alan corrió hacia la puerta, pero Christian lo detuvo tomándolo por los hombros.

     — ¿Sabes?, si tu hermana no hubiera hecho lo que hizo... Creo que tú y yo podríamos haber sido buenos cuñados —sin previo aviso, Chris puso una mano en la coronilla del chico y la otra en su barbilla. Movió sus brazos en sentidos opuesto provocando un horrible sonido de las vértebras cervicales de Alan rompiéndose. El chico cayó al suelo con la cabeza volteando hacia un ángulo humanamente imposible. Christian salió de la habitación pero, antes de irse, volteó a ver a su hermano—. Ya que en realidad no me ahorraste el trabajo de matarlo, encárgate de él, me llevaré el auto. —Thomas llevó el cadáver de Alan al patio trasero y lo enterró; era tan pequeño que entraba en una bolsa grande de basura sin tener que ser cortado.

     Christian llevó el cuerpo de Mery a la misma zona de la carretera en la que habían enterrado el cuerpo de Emily y Michael. Hizo un hoyo en la tierra de metro y medio de profundidad en donde la metió, se disculpó porque ella había terminado así; eso era lo que él menos quería. Tapó su cuerpo con la tierra que había sacado, incluso lloró un poco mientras lo hacía. Se quedó unos minutos para tranquilizarse y después subió a la camioneta de nuevo, de regreso a casa.



     Pasaron los años, los hermanos volvían a secuestrar y matar chicas cada cinco meses aproximadamente, después de seguirlas por un tiempo. Ninguno de los dos se había vuelto a "enamorar".

     Christian cumplía 24 años, lógicamente su hermano no lo recordó hasta que él se lo dijo directamente.

     —Eh... Sí sabía... —Mintió—. Ven —le dijo—, te daré tu regalo...

     Fueron a una tienda que quedaba a veinte minutos de su casa y le compró un refresco.

     — ¿Te gustó? —Preguntó Thomas con una sonrisa falsa. Christian bebió mientras negaba con la cabeza.

     — ¿No recordabas que hoy cumplo años?

     —Este... —Miró a todos lados—. Sí... ¿Cómo no saberlo? Eres mi hermano... —Christian puso los ojos en blanco; por lo general el pelinegro era muy buen mentiroso. El de ojos azules tomó el brazo de su hermano y salieron de la tienda, caminaron a un parque para sentarse en una de las bancas—. Mira —señaló a todas las mujeres del parque—. Elige una, la que quieras... Y nos la llevaremos sin más.

     —Tom... No creo que... —Christian se quedó mudo al ver a la chica más hermosa de todo el universo pasando frente a él.

     Ojos azules, rubia, cuerpo perfecto, cara de ángel.

     —La quiero a ella. —No pudo dejar de verla ni por un segundo, se había enamorado al instante de aquella escultural chica. Quería que fuera suya, quería poseerla a toda costa.

Christian y Thomas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora