Está hecho

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     —Vaya, ¿por quién empezaré? —Dijo Thomas volteando a ver el cuerpo desnudo de Emily y después a Michael—. ¡Mírate! —Se acercó al chico—, ¿en serio fue mi hermano quien te dejó así? Se ve que sí lo hiciste enojar —tocó una gran cortada que tenía en su pecho, provocando que Michael hiciera una mueca de dolor—. Créeme que no quieres saber cuán furioso estoy yo —después volteó a ver a la chica—. ¿Qué dices? ¿Quieres que empiece contigo? —La joven negó con la cabeza desesperada. Thomas ya había abusado de ella y la había torturado en el pasado, la pobre chica no quería repetir aquella agonía—. No te entiendo —fingió tristeza—, pero me molesta demasiado tu voz como para quitarte el trapo —regresó su atención a Michael—. ¿Tú por quien quieres que empiece?

     —Vete a la mierda.

     —Que rudo —Tom sonrió y le dio una bofetada—. Me parece que quieres que empiece contigo, pero no, si lo hago te dejaré medio muerto y no verás todo lo que le haré a ella.

     —Espero que te violen por el culo. —Escupió. El pelinegro levantó una ceja.

     — ¿Me estás dando ideas sobre lo que quieres que te haga? —Le dio un puñetazo en el abdomen, justo donde tenía una herida que le había hecho Christian. Cerró los ojos con fuerza para soportar el dolor, no quería gritar frente a él; no deseaba demostrarle cuánto sufrimiento le estaba causando. Thomas volteó a ver a la chica y se dirigió a ella quitándose el cinturón. Ella seguía llorando y negando con la cabeza, en un inútil intento de suplicarle que se detuviera—. Tú causaste esto —le dijo—. No debiste abrir la boca. Enserio pensaba obedecer a mi padre y dejarte con vida. —Aprovechó que su hermano la había dejado boca abajo para levantar el cinturón sobre su cabeza y azotarlo con fuerza contra la espalda y en los brazos amarrados de Emily. La golpeó hasta que dejó largas marcas sangrantes en todo su cuerpo.

     — ¡Basta!, ¡detente! —Gritó Michael con los ojos cerrados.

     — ¿Y qué estás dispuesto a ofrecerme para que me detenga?

     — ¿Qué? —Thomas sonrió al ver su confusión.

     —Cuando me des alguna idea que me convenza, me detendré. —Giró el lastimado cuerpo de Emily, tocó sus pechos sin apartar los ojos de Michael.

     — ¡Quita tus asquerosas manos de ella, maldito cerdo! —Thomas se inclinó para morderle el hombro izquierdo haciendo que la chica se lastimara la garganta por intentar gritar de dolor—. ¡No! ¡Por favor, detente! —El pelinegro intentó penetrarla pero como sus piernas estaban amarradas no podía abrirlas, así que la puso boca abajo, como su hermano lo había hecho, la obligó a levantar la cintura ligeramente antes de meter su miembro en ella. Con la mano bien abierta le dio una nalgada en su trasero el cual también estaba rojo y lastimado por los golpes que le había dado con el cinturón—. ¡Lo que sea! —Gritó de repente Michael, Thomas se detuvo para voltear a verlo.

     — ¿Qué?

     —Por favor... —Él le estaba haciendo más daño a Emily de lo que había hecho Christian, y lo disfrutaba en serio. Sabía que eso no era lo peor que podría hacerle—. Tortúrame a mí, mátame, lo que quieras, pero déjala.

     — ¿No entiendes que de todas formas te torturaré y mataré? Ofréceme algo mejor.

     —Haré lo que quieras... —Una lágrima rodó por la mejilla de Michael. Por el beso que aquel psicópata le había dado, sabía perfectamente lo que deseaba. Esa sola idea le revolvía el estómago al joven.

     —Vaya —Tom se quitó de encima de Emily y se acercó al chico—. Lloras por ver a una chica que apenas conoces pero no por asesinar a dos personas inocentes... Los humanos son muy extraños, ¿no te parece?

     —Créeme —tragó saliva—, lloré por ellos, me arrepentí de haberlos matado, aún me arrepiento.

     — ¿Cuánto tiempo después? —Preguntó pero al ver que no obtenía respuesta sujetó sus mejillas con una mano obligándolo a verlo—. ¡¿Cuánto tiempo después?!

     — ¡Al instante! —Soltó. Era verdad. Thomas limpió la mejilla de Michael y sonrió.

     — ¿Qué estás dispuesto a hacer para que no le haga nada a ella? —Quería que lo dijera en voz alta.

     —L-Lo que sea. Ya te lo dije. —Bajó la cabeza y después volteó a ver la enorme sonrisa que Tom tenía en el rostro. El pelinegro lo volvió a besar. Michael cerró los ojos con fuerza conteniendo las ganas de vomitar. Thomas se separó de él.

     — ¿Estás dispuesto a pasar por lo que ella iba a pasar?

     — ¿Qué? —No, no estaba dispuesto a que alguien metiera su miembro en él, pero después volteó a ver a Emily, quien lloraba del dolor y apenas estaba consciente. Tampoco quería ver cómo se lo hacían a una chica por su culpa.

     — ¿Estás dispuesto a pasar por lo que ella iba a pasar? —Repitió. Después de unos segundos Michael asintió lentamente. La sonrisa de Thomas se amplió aún más. Soltó su amarre de las manos. Michael estaba tan débil que sus piernas no aguantaron su peso y cayó al suelo.

     Sí, le hizo lo que no terminó de hacerle a la chica, y él tuvo que soportarlo sólo por no verla sufrir más.

     Cuando Thomas terminó se volvió a poner los pantalones, de uno de sus bolsillos sacó un cuchillo que había tenido escondido hasta ese momento.

     — ¿Sabes, niño? Jamás le había hecho esto a un chico, pero no mantendría vivo al asesino de mis padres —se encogió de hombros—. Créeme que si no les hubieras hecho nada, no te mataría, o al menos no justo ahora, te guardaría para más al rato, pero lo hecho, hecho está, ¿no? —Se dirigió a Emily, se subió encima de ella y le encajó el cuchillo en el hombro. Aquel grito sí se escuchó a pesar del trapo en su boca.

     — ¡No! ¡Detente! —Tom lo ignoró y le enterró el cuchillo en el costado de su pierna, lo sacó al instante para que la sangre saliera más rápido—. ¡Dijiste que no la matarías! —Thomas volteó su cabeza hacia él riéndose.

     —No —lo corrigió—, dije que no le haría lo que le te hice a ti. Nunca dije que no la mataría.

     — ¡Por favor, no lo hagas! ¡Thomas! —El pelinegro le sonrió y sin dejar de verlo le cortó el cuello a la chica. Mientras ella se desangraba miró a Michael con lágrimas en los ojos—. Lo siento. —Susurró Michael mientras lloraba.

     La vida de Emily Hunter se había ido para siempre.

     Tom se puso de pie y se dirigió al chico.

     —Sigues tú. —Lo señaló con el cuchillo manchado de rojo.

     —No, por favor, por favor —no quería morir, no ahí, no después de haber sido abusado sexualmente, y no a manos de aquel psicópata— Thomas, no hagas esto.

     — ¡Deja de llamarme por mi nombre! —Gritó furioso— ¡No me conoces! ¡Asesinaste a mis padres!

     —Lo lamento, por favor, lo siento mucho, Tom, por favor no... —Le enterró el cuchillo en la región anterior del cuello, levantado en dirección a su cerebro. No sabía si había muerto al instante pero para asegurarse, tocó su pecho hasta la zona en la que sintió el débil latir de su corazón, y enterró el cuchillo lo más profundo que pudo. Le había perforado un pulmón, ya no podía respirar. Finalmente Michael dejó de moverse y su cabeza cayó sobre su pecho. Aquel era un baño de sangre. Pasó una mano por su rostro manchándolo del líquido rojo.

     Michael Corbet, el asesino de sus padres, había muerto. 


Christian y Thomas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora