David, date cuenta

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     — ¿En dónde mierda estabas? —Le preguntó Christian a su hermano en cuanto entró a la casa.

     — ¿Qué te importa? —Thomas quiso subir a su habitación, pero Christian le bloqueó el camino.

     —Thomas, es casi la una de la madrugada, no me dijiste que no llegarías, estaba preocupado por ti.

     —Sí, bueno... Ya estoy aquí. —Pasó a lado de su hermano y empezó a subir las escaleras.

     — ¿Mataste a alguien? —Preguntó Chris tocando el borde del pasamanos.

     —No. —Respondió el mayor sin mirarlo.

     — ¿Te acostaste con alguien? —Thomas se detuvo.

     —Quizás.

     — ¿La lastimaste? —El pelinegro sonrió al darse cuenta que el otro asumía que había estado con una mujer.

     —No, lo hizo conmigo porque quiso.

     — ¿Seguro?

     —Buenas noches, Christian. —Se metió en su habitación antes de que su hermano pudiera contestarle.


     En cuanto Christian se levantó, al día siguiente, fue a la cocina.

     — ¡Demonios, Tom! —Gritó su hermano al verlo. El mayor estaba dándole la espalda, o más bien el trasero, mientras buscaba algo para comer en el refrigerador.

     — ¿Qué? —Se incorporó cerrando el refrigerador y giró sobre sus tobillos para poder mirar a los ojos a su hermano menor.

     — ¡Ponte algo! ¡Estás como Dios te trajo al mundo! —Thomas volteó a verse, siempre se había sentido muy cómodo estando desnudo, no entendía por qué las personas usaban ropa.

     — ¿Qué tiene? —Se encogió de hombros restándole importancia; volvió a abrir el refrigerador y sacó un yogur de fresa. Christian levantó la mano a tal altura que bloqueaba su visión del miembro de su hermano.

     —En primer lugar, estoy aquí; en segundo lugar, Lorena está aquí; y en tercer lugar, ¡nos vas a dejar ciegos a los dos!

     —Bien —Tom subió a su habitación, tiró el empaque vacío del yogur al bote de basura y se puso unos calzoncillos y una camiseta—. ¿Ya? —Preguntó cuando hubo regresado a la cocina. En ese momento Lorena estaba desayunando cereal.

     —Bueno, no se puede decir que eres la persona más cubierta del mundo, pero algo es algo. —Dijo Christian sentándose para desayunar con su amada.



     —Tom, ¿qué haces? —Christian entró a la habitación de su hermano quien tuvo que morderse la lengua para no repetirle por milésima vez que tocara la puerta.

     —Estoy arreglando unas cosas del restaurante. Estaba pensando en poner uno en Orlando.

     —No sería mala idea.

     — ¿Necesitas algo?

     —Sí... —Se acercó a él—. Puedo hacerlo yo. Sabes que casi no me encargo de las empresas y...

     —Suéltalo ya. —El pelinegro puso los ojos en blanco desesperado de que su hermano se estuviese con rodeos y no dijera lo que quería.

     — ¿Crees que podrías ir a una pastelería a comprarle un pastel de cumpleaños a Lorena?

     — ¿Qué? ¿Ya es su cumpleaños?

Christian y Thomas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora