¿La hija de los Withaker?

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     Christian abrió la puerta de la habitación de su hermano, se quedó paralizado al ver a Thomas sobre su padre y en el tapete una mancha enorme de sangre.

     — ¿Qué has hecho, hermano? —Preguntó el menor con lágrimas en los ojos a punto de salir, entró a la habitación y cerró la puerta por si su madre despertaba y se le ocurría asomarse a la habitación de sus hijos. Thomas quería gritarle que se largara, y que jamás volviera a llamarlo así, pero se contuvo, de nada le serviría al castaño saber que James solo era padre de uno de los dos. Se puso de pie y caminó hacia él con paso lento.

     — Yo... Christian... —El castaño se iba haciendo para atrás, pues Tom aún no soltaba el cuchillo y temía por su vida aunque nunca lo había hecho estando cerca de su hermano.

     — ¿Qué hiciste? —Exigió saber, aunque era obvio lo que había sucedido apenas unos minutos antes, pero él no se lo permitía creerlo. Su padre no podía estar muerto. Thomas no podía haberlo asesinado. El pelinegro soltó el arma al ver la reacción de Christian quien chocó con la puerta cerrada, no podía caminar más hacia atrás, su hermano se puso frente a él.

     — ¡Me quería matar! ¡Tuve que hacerlo! —Mintió Tom desesperado porque su hermano dejara de verlo de la manera en la que lo estaba haciendo— ¿A caso preferirás que me hubiera matado? —Christian miró el cuerpo de su padre sin saber qué contestar, una lágrima cayó sobre su mejilla— ¿Christian? —Thomas se puso nervioso al ver que su hermano no contestaba.

     —No. —Respondió por fin regresando la mirada al de los ojos azules. Thomas sonrió aliviado pasando un dedo pulgar sobre la mejilla de Chris para limpiar su lágrima, pero sólo lo empeoró porque la llenó de sangre de James. Después puso su mano sobre un costado del cuello de Christian descansándola ahí.

     —Necesito tu ayuda —tragó saliva—, hermano —Thomas ya había decidido jamás contarle la verdad—. Nuestra madre no se puede enterar de lo que sucedió, le rompería el corazón y, ¿quién sabe?, podría llamar a la policía y nosotros terminaríamos en prisión por lo que ese desgraciado —lo señaló sin apartar los ojos del castaño— nos hizo. —Christian asintió lentamente, Thomas volvió a sonreír.

     Decidieron cortar ahí mismo el cuerpo de su padre, ya que era muy pesado para cargarlo entre los dos hasta el baño, y decidieron que después quemarían la alfombra con sangre para eliminar cualquier rastro de que James había muerto en aquella habitación. Cuando terminaron lo metieron en bolsas y se dirigieron al patio trasero tratando de no hacer ruido para que su madre no se despertara. Lo enterraron y escondieron el tapete debajo de la cama de Thomas para quemarlo cuando Lauren no estuviera. La mañana siguiente fueron a la escuela como si fuese un día cualquiera. Thomas no era muy social ahí, siempre se juntaba con su hermano, y trataba de no matar a golpes a los que se burlaran de él. Christian siempre lo convencía de que no fuera por ahí asesinando a todo el mundo, aunque él era 3 años menor que Tom lograba convencerlo para que no hiciera estupideces, pareciendo el mayor de ambos. Cuando regresaron de la escuela quemaron el tapete como habían dicho y cuando su madre llegó del trabajo le dijeron que James los había abandonado de una vez por todas. Lauren creyó que era una de esas veces en las que se iba a un bar a tomar y no regresaba en dos días, así que le restó importancia. Después de un tiempo Thomas aún sentía la necesidad de matar, o al menos torturar a alguien, lo disfrutaba. Un día después de la escuela vio a una niña, a la que le calculó tendría unos 12 años, que vivía a unas calles de su casa. Caminó hacia ella decidido a hacer lo que quería hacer.

     —Hola. —Saludó él amablemente. Tenía curiosidad por cómo se desarrollarían las cosas con ella, la eligió porque aún necesitaba experiencia matando y todo sería más fácil si se lo hacía a una niñita.

Christian y Thomas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora