Mademoiselle

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     Christian regresó unas horas después para encontrarse a Mery sentada en la cama, mirando la suelo.

     — ¿Estás bien? —Se acercó lentamente a ella como si temiera que al hacerlo la lastimara.

     —Tengo que ir al baño. —Dijo sin levantar la vista. Chris sonrió.

     —Claro —sacó la llave del candado para liberar su tobillo—. No intentes nada, si lo haces tu hermano sufrirá las consecuencias.

     —Lo sé —bajó de la cama una vez estuvo desencadenada—. No haré nada. —Christian colocó su mano en la cintura de Mery haciendo que se estremeciera con su contacto.

     Fue al baño e hizo sus necesidades, mientras se lavaba las manos Christian entró sin tocar.

     — ¿Por qué no te estás bañando? —Preguntó extrañado.

     — ¿Por qué debería hacerlo? —Su higiene personal no era algo que le preocupara en aquel momento.

     —Vamos a cenar. —Sonrió de oreja a oreja.

     — ¿Vamos?

     —Así es, tú y yo. —Asintió con la cabeza.

     — ¿Y mi hermano?

     —No te preocupes, no nos interrumpirá, tampoco lo hará el mío.

     — ¿El tuyo? —Frunció el entrecejo. ¿Su hermano estaba al tanto de su secuestro y no hacía nada?

     — ¿No lo conoces? —La chica negó con la cabeza, tal vez él no sabía su situación y podría ayudarla al enterarse.

     —Se llama Thomas, ya lo conocerás, quizás mañana, hoy serás toda mía. —Dijo entrando al baño y colocando algo arriba del cajón que estaba a lado del W.C.

     — ¿A qué te refieres con eso? —Preguntó tratando saliva. Tenía miedo de escuchar la respuesta. Christian movió la mano restándole importancia.

     —Ya lo verás, sólo concentrare en verte linda para mí. —Salió del baño dejándola sola de nuevo. Mery volteó a verse al espejo. Empezó a llorar al ver su ojo aún morado e hinchado. Se giró sobre los talones para apreciar mejor lo que Christian había puesto sobre el cajón. Era un hermoso vestido sin tirantes de color azul oscuro.

     —Ni loca me arreglo para ese imbécil. —Se dijo en voz baja.

     —Mery —Christian entró una vez más, pero esta vez lo hizo tocando la puerta—, olvidé darte tu maquillaje y los zapatos —los dejó en el lavamanos—, tal vez puedas maquillar ese feo morado que tienes en el ojo. —Volvió a salir del baño.

     Mery apretó los dientes mordiéndose la lengua, sabía que si decía o hacía algo equivocado su hermano lo pagaría. Se dio un baño rápido y se vistió con las prendas que Christian le había llevado. Trató de disimular su ojo morado y, con la magia del maquillaje, lo consiguió. Al verse en el espejo quiso llorar pero se resistió a hacerlo. No se puso los tacones, sólo los agarró con una mano y salió del baño con mucho silencio. Bajó al sótano, estaba todo muy oscuro. Prendió un foco que no lograba iluminar gran cosa, pero lo hacía lo suficiente como para ver la puerta de metal en la que hacía un rato ella estaba. Buscó y vio otra puerta igual a un lado. Se acercó a esa. 

     — ¿Alan? —No obtuvo respuesta alguna—. Alan, ¿estás ahí? —Susurró pegando su oreja a la fría puerta.

     — ¿Mery? —Escuchó su voz al otro lado—. Sácame de aquí. —Su hermano se pegó a la pared, quería gritar pero sabía que ella estaba ahí a escondidas.

Christian y Thomas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora