Bella durmiente

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     Christian fue al cuarto de su hermano, tampoco se encontraban ahí, buscó en todos los baños, cada vez se asustaba más, ¿en dónde estaban los dos? Entonces se le ocurrió, su hermano era tan bastardo como para abusar de Lorena mientras él no estaba, así que bajó al sótano. Giró la cabeza por instinto a su derecha en dirección al cuarto en donde tenían a Sofía; para su sorpresa la puerta estaba abierta. Por un momento pensó que Lorena había logrado sacarla del sótano y que ambas habían escapado pero al correr en dirección a la habitación vio a Sofía estaba tirada en el suelo con sangre a su alrededor. Christian se acercó lentamente, tenía un agujero en el cuello y, en su mano, un cuchillo, ¿se había suicidado? Nunca había sucedido eso antes. Corrió hacia la otra habitación y abrió la puerta. Thomas estaba sobre Lorena, ambos completamente desnudos, a Chris se le partió el corazón al verlos así, entonces se dio cuenta de que la rubia estaba llorando, lo que significaba que ella no estaba con su hermano por placer; en realidad eso calmó un poco al castaño, sólo un poco, antes de que una ola de celos inundara su cuerpo.

     — ¿Qué sucede aquí? —En cuanto Thomas escuchó la voz de su hermano se alejó de la chica. Mientras el pelinegro se vestía de nuevo le explicó que Lorena había intentado escapar. Christian volteó a verla mostrando lo enojado que se encontraba ante aquello—. Vístete. —Le ordenó sin mostrar sentimiento alguno. La joven le hizo caso.

     Thomas se dirigió al cuarto en donde se encontraba el cadáver de Sofía, suspiró mientras colocaba sus manos sobre la cadera; la peor parte era limpiar, siempre lo había dicho, y más aún si no contaba con la ayuda de su hermano, pues si trabajaban juntos, el tiempo de limpieza se recortaba a la mitad. Cerró la puerta al escuchar que Christian salía con Lorena de la otra habitación. Contó hasta 50 antes de salir de nuevo. Tomó un machete, una cierra y varias bolsas negras de basura. Tenía que estar limpiándose constantemente el sudor de la frente por el esfuerzo de cortar la carne del cuerpo; al menos ya sabía que zonas ocupaban menos esfuerzo para ser partidas, al final metió todo a las bolsas y las puso a un lado mientras limpiaba la sangre con unas toallas y cubetas llenas de agua. Miró el reloj en su muñeca derecha, aún no anochecía, no podía arriesgarse a sacar las bolsas cuando todavía era de día y que los vecinos lo vieran, así que subió a la cocina a comer algo rápido. Cuando el cielo por fin estuvo negro, cargó las bolsas encontrándose a su hermano en la sala quien lo miró esperando una explicación.

     — ¿En dónde está? —Preguntó el pelinegro.

     —Arriba.

     —No deberías dejarla sola, no después de lo que hizo hoy.

     — ¿Qué le sucedió a Sofía? —Christian se puso de pie para situarse frente a Thomas. El mayor levantó las bolsas ligeramente como respuesta para indicarle que la castaña se encontraba ahí.

     — ¿Lorena lo sabe? —Christian asintió—. ¿Qué le dijiste?

     —Que se había suicidado —se miraron por un par de segundos en completo silencio antes de que el castaño continuara—, ¿qué sucedió realmente?

     —Se suicidó. —Le sonrió. El menor lo miró con desaprobación esperando la respuesta correcta pero, en cambio, sólo recibió un guiño antes de que Thomas lo rodeara en dirección a la puerta para meter las bolsas a la camioneta e ir a ocultar el cuerpo.


     Al día siguiente, Thomas salió a arreglar unos asuntos pendientes del trabajo mientras Chris hacia el desayuno, mientras esperaba puso dos cerraduras en la puerta, con candados cada uno, para que Lorena no tratara de huir de nuevo o, al menos, que no lograra salir de la casa para alertar a los vecinos. Para cuando el pelinegro hubo regresado, Lorena aún no despertaba. Tom fue a su cuarto a seguir con los pendientes del trabajo mientras Christian limpiaba la casa; normalmente se turnaban para hacerlo, el menor prefería encargarse de la limpieza porque el trabajo podía llegar a sentirse como un grano en el trasero. Tocó la puerta para entrar a la habitación de su hermano, él se hallaba en la cama sentado con una laptop sobre sus piernas.

     —Todavía falta hacer la comida. —Dijo el menor mientras barría el cuarto.

     — ¿Y qué esperas para hacerla, preciosa? —Se burló su hermano.

     —Espero que tú la prepares. —Se detuvo mirándolo con una ceja levantada.

     —Aún no termino esto. —Se excusó señalando la pantalla de la computadora.

     —Yo lo hago, ¿qué es? —Le quitó la laptop girándola hacia él para verla—. Sencillo —le dirigió una rápida mirada a Thomas—, ahora termina con tu cuarto y haz la comida. —Se sentó en la cama de su hermano.

     —Sí, mamá... —Dijo él con voz de niño regañado—. ¿Qué cereal quieres para comer? ¿De chocolate o integral?

     —No seas infantil, Tom —puso los ojos en blanco, a veces Christian parecía ser el mayor de los dos—, haz sopa.

     — ¿De fideos?

     —Sí, están en...

     —Sé dónde están, Chris, te recuerdo que no es la primera vez que entro a la cocina.

     —Bien, sólo procura no quemar la casa. —Thomas salió de la habitación riendo, ni siquiera había terminado de barrer. 

     Al subir para avisarle a su hermano que la comida ya estaba hecha, decidió primero darle un rápido vistazo a Lorena para asegurarse de que seguía en el cuarto de Christian. Vio su silueta recostada en la cama abrazando una almohada. Su torso se movía ligeramente cada que ella respiraba y exhalaba, la dejó para ir con Christian. 

     —Oye, hermano —asomó la cabeza por la puerta sin entrar a su habitación—, voy a empezar a llamar Bella Durmiente a tu novia, no puedo creer que siga dormida. —Miró su reloj.

     —Déjala dormir en paz, mejor hay que comer —cerró la laptop—. Ella se despertará cuando quiera comer.

     —Vamos antes de que se enfríe. —Ambos bajaron a la cocina.

Christian y Thomas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora