Chica buena

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     — ¿Qué sucede? —Preguntó Christian.

     —Los vecinos reportaron que escucharon gritos de ayuda. —Le informaron los policías. A Thomas le sorprendió que su hermano luciese tan calmado cuando la chica que habían secuestrado estaba a su lado.

     — ¿Ya vez, Mariana? —El castaño volteó a ver a la chica—. Te dije que no exageraras lo del vestido. —Thomas levantó una ceja. ¿Qué le hacía pensar que la rubia le seguiría el juego?

     — ¿El vestido? —Preguntó confundido uno de los dos policías. Christian volteó a ver a su hermano y asintió con la cabeza con un movimiento casi indetectable. Thomas lo imitó dándole a entender que lo había visto. Chris le dio un pequeño apretón en la cintura a Lorena, indicándole que era su momento de hablar, la joven volteó a ver a Thomas, él se había levantado la camisa para mostrarle que tenía un par de cuchillos en el pantalón y que estaba más que dispuesto a matar a los policías en caso de que ella dijese algo que no debía. El pelinegro le sonrió con malicia, realmente quería cortarle el cuello a alguien.

     —Eh... Sí... —Abrió y cerró la boca pensando en qué decir—. N-No podía subirme el cierre, así que empecé a pedir ayuda pero creo que lo hice muy fuerte. —Thomas estuvo a punto de soltar una carcajada, aquella chica no sabía mentir en lo absoluto. Los policías se acercaron a ella analizando su rostro manchado de maquillaje, el pelinegro estudió los movimientos que podría hacer para matarlos.

     — ¿Está segura que eso fue lo que pasó? —Preguntó uno de los oficiales.

    — ¿No me cree? —La joven le sonrió justo antes de sugerir que revisaran la casa para salirse de dudas. Thomas sabía que lo había hecho a propósito, pero su plan no sucedió como planeaba debido a que esa muestra de "confianza" le hizo creer a los policías que sólo había sido una falsa alarma. Los oficiales dieron media vuelta y se despidieron de Thomas con la cabeza. El pelinegro sonrió en cuanto cerró la puerta de la casa; nunca había experimentado tal adrenalina, aquello lo excitó.

     —Eres una maldita hija de perra. —Se acercó a ella.

     —Te dije que podíamos confiar en ella. —Dijo su hermano lo cual causó que el mayor volviera a ponerse serio.

     —En primer lugar, ¿quién fue quien empezó a gritar por ayuda? —La señaló con el dedo como respuesta—. Y en segundo, no sé por qué dejo que su primera vez sea contigo. —Sentía su miembro erecto luchando por salir de su pantalón.

     —Porque yo la vi primero y la pedí, me prometiste que sería mía. —Thomas se arrepintió de haber olvidado el cumpleaños de su hermano hacía cinco meses; si le hubiese dado un bote de gel como regalo, en vez de Lorena, todo habría sido más sencillo.

     — ¡No soy un objeto! —Gritó la joven atrayendo la atención de los hermanos.

     —No quise decir eso —Thomas puso los ojos en blanco al escuchar al castaño decir aquello, para él sí eran objetos—. Volvamos a cenar. —Regresaron a la cocina. Thomas bajó de nuevo al sótano.

     Sofía estaba sentada en una esquina de la habitación, abrazando su tembloroso cuerpo.

     — ¿En dónde nos quedamos? —Preguntó frotándose las manos al mismo tiempo que se lamía los labios como si frente a él estuviese un gran plato de su comida favorita.

     —No... —Quiso decir algo pero un nudo se formó en su garganta impidiéndoselo. Se abrazó con más fuerza.

     —Me pareció que cuando te peleaste con tu amiga en la fiesta la llamaste virgen —Sofía lo miró acercándose a ella a paso lento—, y también mencionaste que tú no lo eras... Bueno, aunque lo fueses en ese momento, conmigo habrías perdido tu virginidad desde el primer momento que estuviste en este cuarto —se rio, aquel sonido aterrorizaba a la castaña—, como sea —regresó al punto—, eso quiere decir que has tenido experiencia, ¿no? —Lo miró sin entender. Thomas se puso de cuclillas frente a ella—. Hazme un favor y compórtate como una chica buena. —Le tocó una pierna lo que hizo que ella soltara un grito al mismo tiempo que daba un brinco. Él sonrió de oreja a oreja.

     — ¿Qué quieren de mí? —Chilló.

     — ¿Mi hermano? Nada, sólo quiere a tu amiguita, ¿y yo? Quiero golpearte —movió su dedo índice a lo largo de la pierna de Sofía—, lastimarte y cortarte hasta que me implores que te mate.

     —Mátame ya. —Sujetó su brazo con fuerza.

     —Aún no, pequeña —le dio un toque a su barbilla mientras le guiñaba un ojo—, por ahora vamos a divertirnos un poco, ¿te parece? —Se puso de pie.

     —No, por favor.

     —Ven. —Extendió su mano para que ella la tomara pero no lo hizo.

     —Por favor. —Miraba al suelo. Thomas suspiró molesto, se agachó para tomarla del brazo y obligarla a levantarse, ella soltó un grito de dolor. La obligó a caminar hasta la cama, al soltarla ella se quedó parada sin hacer nada. Thomas se sentó levantando su cabeza ligeramente para mirarla, estaba seguro de que ella no se atrevería a golpearlo desde ahí, sabía que no tenía la fuerza necesaria para hacerlo, no era tonta.

     — ¿Vas a ser una chica buena? —Le preguntó tomando su mano atrayéndola hacia él. Ella asintió sin atreverse a mirarlo—. Dilo. —Apretó su mano con fuerza.

     —V-Voy a s-ser una chica b-buena. —Thomas bajó la mirada a su pecho desnudo el cual subía y bajaba a la velocidad de su acelerada respiración.

     —Yo sé que sí —tomó su otra mano—. Ven aquí —Sofía sabía lo que quería que hiciera pero no se atrevía. Thomas agarró su cintura y la obligó a abrir las piernas para que se sentara sobre las de él. Sus caras quedaron a escasos centímetros de distancia. Thomas colocó un dedo en su barbilla y la obligó a levantar el rostro para que lo mirara—. Bésame. —Ella lo miró horrorizada. El pelinegro enterró sus dedos en las delgadas mejillas de la joven quien soltó un quejido de dolor—. Bésame —repitió. Con una mezcla de asco y miedo, Sofía se obligó a pegar suslabios con los de él—. Ya vas entendiendo. —Sonrió como tiburón antes introducir su lengua en la boca de la chica.

Christian y Thomas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora