Empezando con el pie izquierdo

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     Christian se estacionó en la esquina de la calle en donde había sido la fiesta. Esperó mientras su hermano se encargaba de seducir a Sofía y convencerla de que salieran de aquella casa, fue algo bastante sencillo de lograr. Thomas abrió la puerta de la camioneta, metió a la castaña, ella se acomodó al lado del cuerpo inconsciente de su amiga.

     — ¿Qué hace Lorena aquí? —Preguntó soltando una pequeña risa.

     —Está descansando, tal vez tú deberías hacer lo mismo. —Respondió el pelinegro. Sofía asintió y se recostó abrazando a su amiga antes de quedarse dormida.

     — ¿Fue complicado traerla? ¿Llamaste la atención de alguien? —Preguntó Christian poniendo en marcha el vehículo.

     —Fue más fácil que quitarle un dulce a un bebé —rio—, sólo espero que no vomite aquí porque no pienso limpiar. —Se pasó al asiento delantero. —No volvieron a hablar hasta que llegaron a casa.

     Cada uno se encargó de cargar a una chica; no se tenían que preocupar por si alguien los veía, ya que era casi media noche y sus vecinos, en su mayoría ancianos, probablemente estaban dormidos a esas horas. Christian metió a Lorena en el cuarto de metal más grande, y Sofía se quedó en el chico. El castaño fue a su habitación en donde ya tenía ropa preparada para Lorena. Sacó un camisón blanco de encaje bastante corto, se le vería maravilloso, ya quería que lo modelara para él. Regresó de nuevo al sótano. Le quitó los zapatos a la chica inconsciente, al igual que los jeans y la blusa, incluso la ropa interior, admirando por primera vez su escultural cuerpo desnudo de cerca. Le dieron ganas de besarla, de tocarla, de hacerla suya en ese instante, pero se resistió a hacerlo; quería que ella estuviera despierta para aquel momento tan especial. Se mordió el labio inferior antes de ponerle la ropa que él había elegido para ella, una vez cambiada tomó la cadena que estaba unida a la pata de la cama y rodeó su tobillo. La tapó con las suaves sabanas de la cama. Al salir del cuarto, escuchó gemidos provenientes del lugar en donde estaba Sofía, giró la cabeza, lo único que alcanzó a ver fue el trasero de su hermano moviéndose hacia adelante y hacia atrás entre las piernas de la castaña. Se acercó sólo para cerrar la puerta mientras ponía los ojos en blanco. Subió a la sala y prendió el televisor en el canal en donde se podía ver el cuarto de metal en el que se encontraba su amada durmiendo, con aquél camisón blanco parecía un ángel. Pasados veinte minutos Lorena despertó, observó su ropa, a continuación analizó la habitación. En cuanto vio la puerta corrió hacia ella, pero cayó antes de llegar a ella, por la cadena que sostenía su tobillo. Christian supo que ese era el momento de bajar a verla para tranquilizarla un poco al explicarle la situación en la que se encontraba.

     Lorena aún se encontraba en el piso cuando él entró. La saludó con una sonrisa, pero ella lo bombardeó con preguntas, lo típico: "¿Dónde estoy?", "¿qué es lo que quieres?" Bla bla...

     Entonces se le ocurrió que un poco de comida y agua la ayudarían a calmarse, además debía estar hambrienta. Salió del cuarto de metal dejándola mientras ella suplicaba que la dejara ir. Subió a la cocina, preparó un sándwich lo más rápido que pudo, sirvió agua en un vaso y lo bajó al sótano. Cuando entró la vio sentada en la cama, pero se levantó al instante en el que él puso un pie en el cuarto. Christian sonrió al verla y le preguntó si tenía hambre, ella le dijo que no, aunque obviamente le mentía; no iba a aceptar nada de él y el castaño lo entendía a la perfección; Lorena no podía estar segura de que no le había puesto alguna clase de droga, como él solía hacer. Pero lo que no sabía es que realmente se preocupaba por ella y no tenía planes de drogarla.

     Lorena ignoró el hecho de que le había llevado comida, en cambio le preguntó por su ropa, a lo que él explicó que quería que durmiera cómoda. Acercó el plato de comida a Lorena, pero ella se la arrojó a la cara, haciendo que se enfureciera. La aventó a la cama, le dio una bofetada y se puso arriba de ella. Ella pateaba y lloraba, pero él se las arregló para darle un puñetazo en las costillas, haciendo que Lorena sacara lágrimas del dolor, debía enseñarle a respetarlo o nunca lo haría. Cuando pareció entenderlo, se quitó de encima y salió de la habitación hecho una furia cerrando todas las cerraduras de la puerta. Mientras tanto, Thomas se la estaba pasando muy bien con su nuevo juguete.

Christian y Thomas #2 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora