Capitulo 15

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Rápidamente puse la foto en su lugar, como si quemara entre mis dedos, y apagué la luz del cuarto con manos temblorosas. Mi pecho se tensó mientras salía, casi tropezando con el marco de la puerta. Mi corazón latía con una violencia que parecía querer rasgarme por dentro. ¡Por eso no podía tomarse en serio lo nuestro! Una explosión de pensamientos me invadía, desordenados, frenéticos. ¡Tiene una familia! Esposa, hija...

Una presión helada me apretó el estómago, como si todo el aire se hubiera escapado de la habitación. El impacto me golpeó como una ola, dejándome desorientada. Alan... estaba llevando una doble vida en el clan. Las piezas encajaban ahora, pero el rompecabezas que revelaban era doloroso, impensable. ¿Cómo no lo vi antes? ¿Cómo me engañé tanto tiempo?

Intenté respirar hondo, pero mis pulmones apenas respondían, como si una mano invisible los mantuviera cerrados. Necesitaba calmarme. Tenía que confrontarlo. Lo sabía. Pero cada vez que intentaba visualizar la escena, mi mente volvía a esas fotos, a la vida que nunca mencionó, a la mentira que ahora se expandía como una mancha oscura entre nosotros.

Regresé al sofá, pero mis piernas apenas me sostenían. Me dejé caer, sintiendo un ataque de nervios recorriéndome de pies a cabeza. Por fuera, mantenía la calma, pero dentro, una tormenta rugía, amenazando con desbordarse. ¿Cómo voy a mirarlo a los ojos? ¿Cómo enfrentarlo sin quebrarme en mil pedazos?

Respiré hondo, tratando de calmar el torbellino dentro de mí, y me acomodé el cabello. Estaba dispuesta a escuchar lo que él tenía que decir, aunque una parte de mí ya no quería oír más mentiras.

—Naomi, yo quería decirte que... —comenzó, vacilante.

Pero las palabras se escaparon de mi boca antes de poder contenerlas.

—Tienes esposa e hija —solté, con la mirada fija en el suelo. No había tiempo para rodeos, no ahora. Salió sin anestesia, y con ello el aire pareció volverse más denso.

—¿Qué? —Alan me miró con ojos desorbitados, claramente sorprendido.

—Vi la foto en el cuarto de tu hija —dije, obligándome a sostener su mirada—. Sé que no debía husmear, pero...

Su respuesta fue un largo suspiro. Lo vi levantarse y caminar hacia el gran ventanal, la silueta de su espalda encorvada como si llevara el peso de una verdad largamente escondida.

—¿Por eso no podías tomarte en serio lo nuestro? —pregunté, sintiendo cómo la herida en mi interior se abría un poco más con cada palabra. El dolor me atravesaba, pero necesitaba respuestas.

Él bajó la cabeza, abatido, antes de volver a sentarse frente a mí. La habitación estaba envuelta en un silencio tenso, roto solo por mi propia respiración.

—¿Fui tu amante? —La pregunta salió más débil de lo que esperaba, pero aún así me golpeó con fuerza. Decir "amante" hacía que todo pareciera más oscuro, más real. Más sucio. Mi voz sonaba distante, llena de incredulidad, pero también de una amargura que había estado creciendo dentro de mí.

Alan tragó saliva, su rostro reflejaba una batalla interna. Finalmente, habló, pero no con las palabras que esperaba.

—Tengo una hija —confesó, su voz apenas un susurro—. Y la mujer que viste es su madre, Mónica... mi exesposa.

Un alivio confuso se entrelazó con mi dolor. Exesposa. La palabra dejó de retumbar en mi cabeza, pero el daño ya estaba hecho.

—Y no, esa no era la razón —continuó él, su voz cada vez más apagada—. No tengo una excusa, en realidad.

—¿Por qué no me lo habías dicho? —insistí, aún luchando por comprenderlo todo. ¿Por qué esconder algo tan importante?

Alan se pasó las manos por el rostro, visiblemente nervioso.

NaomiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora