Capitulo 25

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¡Ay Dios mío, casi me da un infarto!

- Jess me acabas de producir un mini infarto, pensé que le había pasado algo a Alan.

- Lo siento - dijo - No era mi intención.

- Tranquila y no te preocupes por lo de la ambulancia, eres su designada y bueno - mire hacia otro lado - Zacarías tiene razón, no soy nadie.

- Si lo eres, para Alan, eres mucho, te lo puedo asegurar.

¿Jess diciendo eso? ¿Quién es esta chica? Tal vez tenía un concepto equivocado de ella, no todos aquí eran malos.

- Gracias - dije.

Eso me había reconfortado.

- Bueno, debo volver al hospital, solo quería disculparme.

- ¿Te puedo pedir un favor?

- Claro.

- Cuídalo mucho ¿si?

- Claro que lo hare.

- Gracias, bueno me tengo que ir, tengo guardia.

- Vale.

Me dio paso y seguí mi camino, eso había sido reconfortante, tal vez el ser zorra no le quitaba lo buena persona que era, además Alan y ella siempre se han llevado bien, son amigos íntimos, van al karaoke y cosas así... por algo aún conserva su amistad. Me dirigí a la sala de vigilancia, al menos me distraería un rato, sin embargo no dejaba de pensar en él, como estaría. Así murió mi día, entre botones, luces y monitores, se me hizo eterno pero al fin llegaron las 12 am, me despedí de Emil y fui con cansancio hasta mi habitación, estaba cansada física y mentalmente, logre tumbarme en mi cama, tome mi teléfono y tenía un mensaje.

Santiago:

Oí lo de tu novio, lo siento mucho, espero se recupere.

¿Cómo se habría enterado?

Yo:

Gracias, pero ¿Dónde lo oíste?

Santiago:

Estaba con Sabana y Carlos, cuando la llamaste.

Yo:

Entiendo, gracias por tu mensaje.

Deje el celular en la mesa de noche y caí en un sueño profundo, estaba agotada. Desperté, mi estomago rugía ¿Qué hora era? Mire el reloj, 10:35 am ¡Hoy traían a Alan! Me pare rápido y tome una ducha exprés, me vestí lo más rápido posible y salí corriendo de mi habitación hacia la enfermería. ¡Ahí estaba! Dormido en la camilla, con una vía puesta y despelucado, me dio nostalgia verlo así, pero al fin estaba aquí, conmigo. Zacarías y Sebastián hablaban con la enfermera y la zorra no tan zorra de Jess no le soltaba la mano ¡Suéltalo, es mío!

- Permiso - dije tocando la puerta.

Todos voltearon a verme.

- ¿Puedo pasar? - pregunte.

- Adelante - dijo Sebastián.

Zacarías hizo un gesto de amargura. ¡Pudrete!

- ¿Cómo esta? - pregunte en general.

NaomiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora