Pasaron los minutos, rápidos. Fue como si cada minuto en el reloj hubiera pasado como segundos. Solo pasaron 15 minutos antes de ver a mi madre por el pasillo regresar con la cabeza gacha y respiraciones entre cortadas. Llego hasta mí con sus ojos rojos como si hubieran sido apuñaladas y bañadas en sangre. Sus mejillas llenas de agua salada al igual que la comisura de sus labios donde desaparecían algunas lágrimas. Hizo una mueca al tragar saliva antes de hablar.
- Tu padre quiere verte – susurro con un tono extraño, me puse de pie y la mire por un minuto pensando en el dolor de mi madre, no es justo para ella –
Camine por el pasillo blanco, el pasillo era cerca donde mi madre se encontraba sentada. Las personas esperan en la sala de espera, cerca a las escaleras, y los pasillos se encuentran vacios. El pasillo era corto muy corto iluminado por luces blancas segadoras. Mire hacia atrás viendo a mi madre a algunos metros sentada sollozando. Mire la puerta de madera color cacao con el número 243 en un pequeño cartel blanco pegado en la puerta. Tome la perilla azul y abrí lentamente.
La habitación se iluminaba con una luz tenue, muy poca iluminada, lo suficiente para ver a mi padre en una camilla, entre sabanas blancas opacas. Sus ojos estaban pacíficamente cerrados con ojeras grandes bajo sus ojos. Sus parpados morados al igual que sus labios. Cerré la puerta detrás de mí. Viendo su pesada mirada buscarme. Camine un poco más, situándome al frente suyo, me quede quieta allí, rígida. El me observo antes de deslumbrar una cansada sonrisa.
- ________, mi princesa – susurro pasivamente. Hace muchos años, que no escuchaba que el me diga eso- me eh portado tan mal contigo, mi niña- No quiero que hables mucho, tienes que descansar, no es bueno para ti que tu ritmo cardítico suba – murmure algo seca, tan fría que no quise seguir hablando –
- Perdóname – dijo después de un momento de silencio en donde se desvaneció su sonrisa- perdóname por todo
- No tienes porque pedir perdón – mi garganta se me comenzó a cerrar –
- Yo lo quiero hacer. Lamento tanto haberme portado mal contigo, solo lo hice por tu bien. Eres mi tesoro más grande, mi mayor alegría. Solo quería hacerlo por tu bien
- ¿por mi bien? me hiciste daño
- Tal vez eso es lo que crees, tal vez esa fue la manera de criarte pero mi única intención era que seas una mujer con carácter, con dignidad y un poco de orgullo, una mujer hecha y derecha. Y ser estricto tenía que ser para que seas todo lo que yo esperaba que fueras. En tu niñez trate de portarme como un padre súper cariñoso, paciente y ser todo lo que tu esperabas – pauso por un minuto, tensando el ambiente, su mirada era tan sensata y acogedora - y me puse más estricto mediante que fuiste creciendo. Lamento profundamente que hayas sufrido mediante eso. Entiendo tu dureza, tu resentimiento a nosotros pero antes de que me vaya – mi corazón se detuvo en ese preciso instante, torturando a mi garganta por no llorar- enserio lamento haberte mandado a ese internado, fue un momento de furia, no debí hacerlo, pensaba que eso te ayudaría. Y cada mes recibía mensajes de la directora informándome sobre tu conducta. No entendía porque, tu madre decía que era por rebeldía contra nosotros pero Justin decía que era por haberte metido con aquel chico Luck, decía que eso ya había sucedido mientras estábamos ausentes. Y tantas cosas a la vez me provocaron un paro cardítico, donde empezaron mis problemas del corazón. Durante meses, semanas, días pensaba en sacarte de aquel instituto, pero cada vez que lo decidía, me acordaba de aquello en lo que hiciste-trago saliva pesadamente– cuando llegaste, pensaba en ser el padre que te hubiera gustado tener uno comprensivo, cariñoso que te de consejos pero tú fuiste la que cambiaste. Te portaste como yo lo hacía, con dignidad, orgullo, todo una mujer, y ahí me di cuenta que esa no eres tú. Mis problemas cardíticos se complicaron y recurría frecuentemente al doctor, no tenía tiempo de hablar contigo. Cuando nos sorprendiste con tu partida, me puse muy alterado, con un miedo de perderte esta vez para siempre. Pensaba que te habías ido con una amiga, ya sabes que nunca conocí a tus amistades. No tenia con cual te habías ido hasta que Justin fue finalmente el que me lo conto, dijo que te ibas con ese novio Luck, con el que habías tenido ... - callo antes de alterarse más –
- Yo no tuve relaciones con Luck
- Pero y aquel...
- Era de Justin, un día cuando regresaba a la casa, después de haber estado con Luck en la playa. El es solo mi amigo, nada mas – aclare- me encontré a Justin saliendo de mi habitación todo despeinado y sin polera con una chica llamándola desde mi habitación – mentía pero solo lo hacía para que mi padre se sienta en paz-
- Perdóname – susurro – Justin había dicho que era tuyo, y le creí, le creí cuando dijo que fumabas y bebías, cuando habías dicho que algunas noches no regresabas a casa y solo porque andabas con Luck
- Todo eso era una blasfemia
- Ahora lo sé – pauso y cerró los ojos cansado por tanto hablar- ahora es el momento perfecto para decirte lo que quería decirte desde que llegaste. Quiero que seas la misma ________, de 17 años que eras, mi amor. Quiero que vuelvas a tener esa dulzura y carisma, la misma alegría y tono juguetón con el que hablabas. Quiero que encuentres a alguien con quien pasar tu vida a su lado. Quiero que tu vida sea escrita por tus manos no por la de los demás. Quiero que vivas tu vida. Quiero que cuides a tu madre, mientras no esté. Quiero que me perdones y perdones a tu madre.
- Te perdono – susurre con mi vista nublada en lagrimas mi garganta quemándose por las ganas de llorar y un dolor de cabeza inmenso-
- Te amo, mi niña, te amo – sonrió cerrando sus ojos sin poder contener las lagrimas que cayeron y junto con ellas, su pulso fue cayendo, bajando escuchándose el pip, pip, pip, pip, cada vez más rápido y piiiiiii, y sentí como su rostro se relajaba, sus manos caían al lado suyo-
mis ojos se despejaron ardiendo como acido toxico. Mis manos temblaron y mi corazón se acelero, golpeaba pesadamente en mi pecho, doliendo, sintiendo un vacio del tamaño de un cañón. No podía hacer nada para aliviar el dolor profundo de mi corazón, un dolor tan fuerte que era imposible soportar. Me acerque poco a poco a mi padre tomando su mano que perdía calor. Sentí las gotas cayendo en la sabana. Estaba llorando, con la cara empapada en lágrimas, con las lágrimas derramarse por mi rostro como un grifo abierto al máximo. Con dificultad controle mi respiración, calmándome un poco y me agache besando la frente de mi padre. Con el profundo dolor de mi alma solté su mano y Sali de la habitación.
Consolé a mi madre, mientras los doctores entraban y salían de la habitación. Al igual que mi madre, estaba devastado. Entre llanto y llanto tenía que decirle algunas palabras para animar a mi dolorida madre. Pero como puedo decirle algo para animarla, ni yo sé como animarme, nunca creí perder a mi padre a esta edad. Había mandado un mensaje a Luck, para que me recoja, y él respondió al instante, diciendo que llegaría en 15 minutos, mi madre quería que me vaya a descansar, que ella se iría después de haber pagado el hospital y eso lo haría solo cuando me vaya. Quería acompañarla a casa pero ella se negaba.
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¿Quien dijo que los primos no pueden tener sexo?
Hayran Kurgu- No podemos hacer esto, esta mal -¿mal? - si ¿que no lo ves? Somos primos -¿y ? - sonrió maliciosamente, volviendo a llevar el control de todo - Dime - deslizo nuevamente sus manos por debajo del sujetador - ¿quien dijo que los primos no pueden...