Voy para allá

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Su intento de suicidio fue para mi, uno de los peores dolores de cabeza que tuve en mi vida. No solo me llamó siete veces ese día para decirme que vaya a verla, me amenazó de muerte y finalmente concluyó su obra de terror tomándose las pastillas que debieron curarla. Se burló hasta de su propio médico, de sus padres y de todos aquellos que queríamos que se cure. Ese día empecé mi jornada laboral con su llamado, no lo atendí porque sabía que no era algo bueno, así que sin atenderla, corté. Pero eso fue peor, y no solo comenzó a llamarme desquiciadamente a mi trabajo, sinó que entrando a otros internos pedía que la comuniquen conmigo. Finalmente tuve que atenderla, y cuando la oí no solo tuve que soportar sus improperios, sinó que también sus amenazas de muerte. A mi, a mi familia, al hijito de mi amiga, etc. Me decía: "mas vale que me atiendas al teléfono hijo de puta, porque te voy a matar, ya lo tengo decidido, voy a pagar un tipo para que te haga mier da y te deje tirado en un zanjón, que tu vieja te encuentre lleno de gusanos, como lo que sos un gusano hijo de puta". Entonces yo sabía que todas las conversaciones eran escuchadas por las telefonistas, asi que le dije: "tenè cuidado con lo que decis porque están escuchando las telefonistas, y quizá lo estén grabando", a lo que me contestó: "ah, las telefonistas? Cual? La puta o la otra estúpida gorda del orto?, a cual te cojés de las dos? A la puta? O a la gorda?", yo realmente me quedaba sin palabras, era tan vulgar y tan soberbia, tan malvada, que no podía contestarle nada. Ella seguía vociferando " a vos te gustan las gordas hijo de puta, por eso querés que yo sea una gorda asquerosa". En un momento en medio de su diálogo desquiciado, dejé el teléfono sobre la mesa, para que hablara sola. Continué trabajando, y obviamente la telefonista cortó el llamado. Ella llamó cuatro veces mas, y a la séptima la atendí. Mi pregunta fue: "decime que querés de mi", pero ella insistió diciéndome: "te voy a matar, a vos y a tu familia", entonces yo sereno y sabiendo que era otro de sus ataques de locura le dije: "que pasa? Dejaste la medicación? Llamá a tu médico, no a mi, llamá a tu viejo, no podés estar sola", a lo que ella contestó: "te necesito, estoy mal, por favor vení a buscarme porque me voy a suicidar, me corté el pelo, me pelé, estoy horrible, y me corté los brazos". Contesté: "ya voy para allá".Inmediatamente corté el teléfono y llamé a su amiga para que vaya a verla, y así fue, después de tramitar la salida en mi trabajo y postergar todos los compromisos que tenía, llegué y encontré un panorama desolador, la puerta de calle cerrada, así que no pude hacer nada. Toqué los timbres de otros departamentos para que alguno me abra la puerta, y salió una señora mayor que indagándome por que lloraba, y por que estaba tan mal, me informó: "recien se la llevaron, iba muy mal".Ante la mirada desconcertada de la anciana, me quedé sentado en los escalones de la entrada, llorando como un niño. Apoyado sobre mis rodillas, mis lágrimas no paraban de brotar, y nacía de mí un llanto descontrolado, un gemido desde el alma que ni yo mismo conocía. Pensé que se habìa suicidado. Y dentro de mi ser el gemido de dolor me repetía una y otra vez: se suicidó... se suicidó...

Me dicen AlejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora