Comida para el alma

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Generalmente los lunes eran los dias en los cuales la pequeña venía a casa y se quedaba conmigo. Los fines de semana iba a casa de sus padres, en donde comìa, dormía y hacía una vida aparentemente "normal". Los lunes venía a mi, agotada y frustrada habiendo "engordado" un kilo en su estadía familiar. Sin embargo yo no veìa mejorias posibles en su figura, y la linea de los huesos de la columna se dejaba ver como una advertencia, como un pedido de auxilio. Pero ella renegaba de haber probado bocado, y solía contarme lo MUCHO que había comido, relatándome por ejemplo: un sandwich de miga, medio paquete de galletitas oreo, azùcar, o pan. Me contaba de un modo desencajado como su madre la había obligado a comer un yogurth y ENTERO. Yo que para entonces ya conocía todo su discurso anti comidas, todavía no me acostumbraba a su mirada realmente angustiada al contarme lo que a mí me parecía algo habitual y hasta muy poco. Era desesperante verla, sufriendo por haber comido, angustiada y casi al borde de las làgrimas. Habia veces en que me angustiaba tanto que yo tambien dejaba de comer. Pero no porque fuera anorèxico, sino porque se me cerraba el estòmago luego de las discusiones que solíamos tener en cada comida. Varias veces tiraba los bocados en el plato, con un nudo en la garganta, con ganas de llorar ante la impotencia de su boca cerrada y su miraba cabizbaja, como resignada a morir de inaniciòn. Una vez estando solos en mi casa, me propuse darle un poco de su propia medicina, me jurè que no iba a cocinar ni a preocuparme mas por ella. Si no querìa comer, que no coma, yo tampoco lo haría, solo para llamar su atención y que vea reflejado en mi su propio padecimiento. Llegó un lunes por la tarde, y esa noche no cenamos. Yo tenia mucho para estudiar, así que ella en su gloria miraba televisión sin siquiera advertir que no habiamos cenado. Esos dias había pedido licencia en mi trabajo por exàmenes, así que estuve en mi casa cinco dias. Ella se quedò conmigo. Esa noche dormí con el estòmago vacío y abrazado a ella que aùn tenía energias para hacer el amor. De dònde las sacaba? si no comía... Yo no podìa dejar de pensar en comer, y hacia apenas unas horas que no probaba bocado... como hacía ella? al otro dia me levantè y no preparè el desayuno. Siempre acostumbro a desayunar con tostadas, mermelada, quesos, leche, cafe, etc etc, ese dia no hubo nada. Ella se despertò junto conmigo y viò casi sin disimular que la mesa no estaba puesta para el desayuno, ni habia preparado nada. Me ubiqué en la mesa para comenzar a estudiar, y ella se fue a ver televisiòn. Estudiè toda la mañana y llegada la hora del almuerzo, no preparè nada. Mi cocina estaba limpia, no había ruido a cubiertos ni a sartenes, la puerta de la heladera seguìa cerrada, y no había comprado ni pan ni nada. Todo seguía igual y ella no me decía ni una palabra. Solo observaba como yo seguìa estudiando inmòvil y en silencio absoluto. No puedo describir la sensaciòn estomacal que tenía, me morìa de hambre, no podìa concentrarme en el estudio porque no podìa dejar de pensar en comer, pero fui fuerte y continuè su juego. No iba a comer nada, iba a lograrlo por ella. Pasò la tarde sin meriendas ni refrigerios, ni siquiera mate. nada... Llegò la noche sin cenas ni comida alguna, silencio, libros y televisiòn. Solo eso. Empecè a sentir dolor de cabeza, entonces me puse de piè y fui por una aspirina. Cuando ella sintiò el ruido del agua, se asomò a la cocina y me preguntò: vas a comer? a lo que respondì ; NO.No puedo describir con palabras lo que vi en sus ojos. Podrìa decir desesperaciòn? enojo? decepciòn? dolor? sorpresa? no se... no puedo describirlo, solo puedo decir que luego de su mirada inexplicablemente conmovedora, agachò la cabeza y volviò a sumergirse en su mundo televisivo. Yo la veia desde la cocina, sentada sobre sus piernas frente al televisor, a oscuras con la luz de la pantalla pegando sobre su cara, muy cerca de las imàgenes, como queriendo entrar al mundo de ficciòn de la tele. Embebida en su programa preferido, la mirada inexplicable fue transformàndose en una risa aniñada producto de algùn còmico de tv. Parecía haberse olvidado de la comida una vez mas. Apaguè la luz de la cocina como para descansar mi mente y me quedè miràndola, mientras en el pecho comenzaban a brotar miles de sentimientos terribles. Angustia, llanto, desolaciòn y desesperanza. La veìa reirse con su programa de tv sin advertir que yo comenzaba a llorarla en silencio. Comencè a dejar de sentir hambre para sentir pena, angustia y ganas de llorar a gritos. Còmo podìa ser? si era hermosa, joven, inteligente y tan amada por sus padres... Si me tenía a mi que cocinaba para ella, que le llevaba el desayuno a la cama y le compraba las cosas que le gustaban. Porque mi pequeña querìa morir de inaniciòn? acaso querìa desaparecer? A trasluz se dibujaba su figura esquelètica y mis làgrimas se hicieron mas fuertes. Pero en la oscuridad pasaron desapercibidas, y ella nunca lo supo. Encendì nuevamente la luz y decidì ir a la habitaciòn contigua para tener un poco mas de intimidad para estudiar. Me acomodè en el estudio, sobre un escritorio, y me propuse a seguir estudiando mientras la peque miraba tv y reìa. Seguramente iba a quedarse dormida mirando tele, y yo muerto de hambre comerìa sin que me viera. Así pasaron dos horas en los cuales mi cerebro por momento parecìa detenerse inmerso en deliciosos platos, frutas y panes, perdido en manjares y olores sabrosos que deseaba probar. Pero aùn muerto de hambre, me acostè junto a ella y me dormì. A la mañana siguiente, el olor a tostadas me despertò vorazmente. La peque estaba en la cocina, había comprado pan, había puesto la mesa con florcitas en un florero chiquito, habia preparado tostadas y calentado leche, se podian ver recipientes de mermeladas y quesos varios, y con una sonrisa me recibiò en sus brazos. - Buen dìa mi amor. Mientras me atrapaba el olor a pan tostado. Mientras recordaba que no iba a comer hasta que ella me lo pidiese. Y asì fue. Abrazàndome suavemente puso en mi boca una tostada con mermelada, como obligàndome a hacer lo que yo no podìa con ella. Una vez mas me demostraba lo fuerte que era, lo mucho que podìa conmigo. Me sentè y comencè a desayunar con muchas ganas. Ella sentada junto a mi me veìa comer sonriendo, como disfrutando de mi hambre, de la manera en que devoraba lo que el hambre querìa. En su cara habìa felicidad, satisfacciòn, y había tambien amor. Pero ella no comìa, ni bebìa nada. Solo me miraba y sonreìa. No dije nada, solo comì todo. Ni siquiera le pedì que comiera algo, nada. Quizà en ese momento yo estaba alimentàndole el alma, no se... eso me decìa su sonrisa. Aunque luego de comer todo sentìa que me derrotaba la angustia de no haber logrado lo mismo con ella. Quizà mi amor no era tan grande ni tan valioso, quizá yo era el responsable de su muerte lenta. En ese desayuno, sentì que ella me había dado vida y que yo no podìa darle mas que muerte. La abracè fuerte y le dije GRACIAS. A pesar que sus ojos estaban tristes aùn sonriendo, a pesar que sus brazos estaban dèbiles y su cuerpo mìnimo, ella había preparado comida para mi, sin probar bocado. Ese dìa sentì cuànto me amaba. Y en ese momento tan simbólico de un arrojo casi supremo comprendí que podrìa perdonarle todo.


Me dicen AlejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora