Sin mi no sos nada

839 16 0
                                    

Una vez, alguno de los comentarios me pidiò que cuente los errores que cometì con ella. Fueron varios, aunque algunos dolieron mas que otros. Yo tambièn la hice sufrir.A mi tambien me dolieron, pero después. A veces el rencor o la ira me cegaban al punto de maltratarla para luego arrepentirme.Varias veces he cometido el error de ilusionarla para luego abandonarla. Ella no entendìa mis motivos, a causa de su obsesiòn por mi, o de sus enfermedades. Recuerdo un episodio en especial que paso a relatarles: Ella tenía aproximadamente 16 años. No voy a volver a dar detalles de lo hermosa que era, ni de como vestìa, ni de la suavidad de su piel, lo he contado tantas veces ... aunque volverìa a contarlo, dado que fue el factor primordial y casi ùnico por el cual yo recaía en sus abrazos y en su obsesiòn. Había momentos en que asustaba enormemente su manera de amarme, me miraba fijo, a los ojos y me decía todo el tiempo que nadie jamas iba a amarme como ella. Me controlaba y me seguìa, casi vigilándome, con un miedo constante a perderme de vista o a que yo la engañe con otra. En mi mente no podìa comprender por què me celaba tanto, si yo no era una belleza, ni un mujeriego ni un tipo adinerado, no sé qué había en mi que la hacia sentir esa inseguridad. Me cansaba, peleábamos sin motivos y su desconfianza me alejaba cada vez mas. No la soportaba cuando reclamaba situaciones que jamàs habían sucedido, y menos aún cuando deliraba en su cabecita imàgenes casi perversas y totalmente fuera de lugar. Era una tortura que yo vivìa como una pseudo demostraciòn de amor. Todo lo que ella me decía y sus reclamos, los atribuìa a que me amaba demasiado, a su corta edad, a su enfermedad. Y yo que si bien nunca fui un galán, siempre me considerè seguro de mi mismo, trataba de mantenerme sereno, casi inmutable, y calladamente soportaba sus reproches sin contestarle, sin mirarla o distrayèndome en otras cosas para no pelear, para no agredirla o simplemente esperando a que se pase su ira. Pero cada vez que me veìa así se ponìa peor. Gritaba, insultaba y no le importaba dejarme mal parado delante de quien sea. Comprometerme delante de mis amigos diciendo que yo buscaba a sus novias, o que queria seducirlas... me hacía pasar mucha verguenza porque jamás me fijaría en la novia de mis amigos, aunque en su mente ella creyera que si. De la misma manera ella intentaba seducir a mis amigos, solo para ver como reaccionaba yo, o para hacer enojar a sus novias. Y cuando no lo lograba, dado que mis amigos sabían de sus celos enfermizos y sus novias no le daban mucha atenciòn, volvía sobre mi para pelear, para desenmascararme según ella. Frases como por ej: " vos me hacès esto porque estoy gorda" , o " cuando sea flaca te voy a dejar por uno de mi edad", o " vivis mirandoles el culo a las novias de tus amigos", " no me respetàs ni me querès, no vas a parar hasta verme muerta", frases de ese tipo y de mayor tenor, con insultos hacia mi persona, me dañaban la autoestima de una manera recalcitrante. Y sin motivos, solo por su propia inseguridad. Yo no tenía ojos mas que para ella, y aunque era conciente de la diferencia de edad, estando junto a ella me sentìa poca cosa. Pero jamás se lo dije, y ella no podía notarlo. A veces cuando comenzaba con sus escenas de celos trataba de calmarla elogiàndola o mimàndola, o dicièndole lo hermosa que me parecía, que ninguna jamàs se acercaría a su belleza, etc. Pero no me creìa, y atribuía mis palabras a un recurso para arreglar lo que supuestamente yo le hacía. Un dìa dejè de responderle y de seguirla, dejé de tratar de calmarla y de satisfacerla en todos sus caprichos, me dije a mi mismo que si querìa estar celosa y generar escàndalos, le daría motivos para que lo haga con razòn. Esa noche tenía una reuniòn de amigos, pensaba llevarla conmigo, pero luego fingiendo un malestar estomacal decidí decirle que no irìa, cuando en realidad mi idea era ir solo. Necesitaba sentirme bien, solo, y ver que generaba en otras mujeres. Llàmenlo autoestima, lo ùnico que buscaba era no sentirme mal, que alguien se fijase en mi. Que alguien me tratase bien, me halagara y me dijera cuànto le gustaba estar conmigo, yo fisicamente, mis besos, ser el protagonista de mi propia historia, creèrmela.Me vestí impecable, me puse mi mejor fragancia, y me dispuse a subir mi autoestima, que para entonces ya estaba bastante mas cerca del piso que del cieloraso.Notè al salir de mi casa, la enorme inseguridad que me producía estar solo, y recordaba sus palabras a cada momento: "estas gordito, ya estás mayor para eso, a vos ya se te fue el tren, etc", y sumàndole lo hermosa que era, que todos la miraban y la elogiaban, a su lado yo no existìa. Entrè a la disco donde iba a encontrarme con mis amigos, y a los pocos minutos ya estaba con una chica. Hermosa, pero no tanto, suave , pero no tanto, deseable, pero no tanto... no podìa dejar de compararla, y sin dudas mi pequeña superaba ampliamente la belleza de aquella mujer. Pero esta mujer nueva, que se había fijado en mi, había notado mi perfume, y le gustaba mi camisa. Esta mujer me susurraba al oìdo y me abrazaba casi como pidièndome que la proteja, esta nueva mujer era casi de mi edad y no tenía la necesidad de que todo el mundo la mire, porque ella tenía ojos solo para mí. Había tomado mis manos y las miraba, las acariciaba y me llenaba de elogios y de palabras hermosas. Mi mente ya no recordaba lo que se sentìa al conquistar a alguien sin necesidad de rendir exàmen todo el tiempo, o satisfaciendo caprichos, o psicoanalisando los cómo y los por què. Esta nueva mujer solo estaba dàndome un poco de lo que necesitaba, ser alguien, gustarle a alguien. Y casi por instinto, la besé, la abracé, la quise amar. Pero cuando estàbamos conocièndonos mas, ya entrados en los besos y las caricias, llegò mi pequeña y me viò. Su apariencia no era la habitual, vestida sencillamente, sin maquillaje, de una manera aniñada e infantil, se apareció en ese lugar como presintiendo algo. Me viò en esa situación de amor con la otra mujer, y sin decir nada, se diò media vuelta y se fue. Aunque su actitud no era la habitual, sus ojos no podìan mentir, acababa de presenciar su peor pesadilla. Yo que estaba recostado en un amplio y còmodo sillòn, con una mujer casi extraña entre mis brazos, tirè mi cabeza para atràs y recosté sobre mi nuca todos los pensamientos hacia la pequeña.Ahora iba a enojarse con motivo. Y se iba a dar cuenta que yo tambien valía, que yo tambien le podía parecer lindo a alguien y que podía cambiarla por otra menos bella y menos joven. Pero a quien quería engañar? si a los diez minutos salí desesperado a buscarla. La encontrè sentada y llorando en el cordòn de la vereda. Desabrigada, acurrucada abrazando sus piernitas, y balanceàndose para adelante y para atràs. No supe si acercarme, dado que ella no había notado mi presencia. Lloraba compulsivamente, como si estuviese sola. Y sin verme, se puso de pie, se tomò el estòmago y empezò a vomitar. Tomada de un poste de luz, su cuerpo se retorcìa para vomitar nada. Y arrodillada en el piso, con la boca casi tocando el suelo, la levantè en mis brazos. Apoyada sobre mi regazo, lloraba como jamás la había visto llorar. Y en ese momento comprendì mi error. Pero no pude pedirle perdón, porque ella no debía estar ahí. Y yo tampoco debía estar en ese lugar. Abrazada a mi, la subí al auto y conduje hasta su casa. No dijimos una palabra, y a modo de perdón, o buscando un motivo para todo lo sucedido, la dejè. No iba a lastimarla mas, pero tampoco iba a tenerla mas. Le dije adios esa noche, la dejè llorando, desabrigada y herida de muerte. Por que lo hice? todavía no lo se... Aunque luego de dejarla yo tambien lloraba, sabía que apartàndola de mi estaba hacièndole bien. Ella tenía que aprender a cuidarme y yo tenía que aprender a amarla. Nunca conseguimos ninguna de las dos cosas, y nunca esta historia hubiese vuelto a mi memoria si una vez mas ella no me hubiese rebajado tanto.domingo


Me dicen AlejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora