Calentar el alma

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Cuando rondaba los diecisiete años, ya estaba bastante adentrada en el mundo de la anorexia. No era su peor momento de enfermedad, pero ya se perfilaba que caería en un pozo bien profundo. Varias veces intenté advertírselo, la aconsejaba, la contenía y sobre todo la elogiaba mucho como para levantar su autoestima. Pero había factores predeterminantes para que ella cayera en esa terrible enfermedad, su mala relación materna y paterna, el exceso de sobreprotección económica, la falta de límites o excesiva "confianza" por parte de sus progenitores y el entorno donde ella se movía. Digo el entorno, porque podìa ver que muchas de las personas que la rodeaban intentaban hacerla sentir mal. Hubo veces en que estando impecablemente hermosa comenzaban a encontrarle "defectos" tantos físicos como en su ropa, o en su manera de lucir, quizá para bajarla un poco del pedestal de diosa en el cual ella misma se ubicaba. Soy testigo de su enorme autoestima antes de empezar a sufrir anorexia. Quizà un poco distorcionada, porque ella a traves de su apariencia buscaba ser aceptada. Relacionaba todo el tiempo el éxito con la belleza física, y obviamente las palabras subestimantes de estas personas que querian "bajarla" le afectaban mucho. Sus padres si bien la adoraban, confiaban plenamente en ella. Dado que era una excelente estudiante, aparentemente muy sana y responsable, jamàs imaginarían en que submundo se estaba adentrando. Por esas "virtudes", le daban total libertad para elegir y crecer, porque confiaban en ella, no porque no la amaran. Pero la niña "perfecta" ante los ojos de la mayoria de sus familiares, vivía conflictos internos, en los cuales tambièn estaba su relación conmigo. No los manifestaba en el colegio, ni con sus amistades, ni con su familia, sus conflictos eran: el espejo y yo.La pequeña malentendía todo y no aceptaba límites ni consejos de nadie.Peleaba conmigo cuando querìa acercarla a su familia, e intentaba denigrarlos delante de mí, como para que yo tambien los odiara. Nunca entendí por qué si le daban todo, si se ocupaban de ella como si fuera un bebé.Sé que no era un capricho, sinó mas bien un desequilibrio.Varias veces me pregunté si esa sería su manera de crecer? haría todo eso solo porque era su manera de crecer? y no entendía nada. Vivía en un palacio, con todo y con nada a la vez.Muchas veces me parecia sumamente desagradecida y soberbia, y otras veces pensaba que quizá los bienes materiales cubrian otro tipo de carencias. Afectivas, emocionales, ausencias.La mala relaciòn entre sus padres, y esa casa enorme en donde se perdía la familia, en donde cada uno hacía la suya sin un punto de encuentro. Solo su niñera la acompañaba, pero ella que estaba acostumbrada a estar sola renegaba de su compañia y la rechazaba.Pero la pobre mujer aguantaba porque la amaba. La había visto crecer y seguramente sabía de su soledad y de la enormidad de aquella lujosa casa vacía.Su madre, exquisita mujer de gustos refinados, poseía una humildad propia de la buena gente. Sin soberbia pero con altivez, le hablaba, la acompañaba y trataba de encontrarla cada vez que su niña especial se descarriaba en algún desquicio, o en la locura que tenía conmigo.Pero la pequeña solo quería estar junto a mi, en cualquier lugar, así sea la milèsima parte de lo que tenía en su hogar. Ella no tenía fines mas que para eso, a ella solo le importaba saber dònde yo estaba y con quien.Acaso eso era amor? creo que no.Era obsesión, aunque todavía me siga dando a entender palabras que supuestamente no volverían, aunque en sus ojos todavía pueda ver el reflejo de aquella niña que se me brindaba en cuerpo y alma. No era amor.Yo hubiese aceptado que me ame mal, o que no me ame, pero lo que no podía aceptar era que no se amase a si misma. He llegado a llorar viendo los cortes que se hacía en los brazos, y solía tener pesadillas con esos episodios, en donde en sueños la veía cortarse y sangrar hasta morir. No podía entenderlo ni superarlo. La sola idea de imaginarla lastimándose con algun objeto cortante me erizaba la piel, era tan hermosa, tan frágil.Me enloquecía lentamente, me torturaba al punto de manipularme con esos temas.En invierno solía visitarme totalmente desabrigada, según ella para poder quemar calorias.Y a la vez repudiaba el vello que comenzaba a aparecerle por el cuerpo a causa de los cambios de temperatura corporal fruto de la anorexia.Cuando llegaba a casa desabrigada en pleno invierno, me helaba la sangre. No podía verla así, entonces la abrigaba, insistìa para que coma algo, que jamàs conseguía, o simplemente la metìa en la bañera con agua caliente y la bañaba.Eso le encantaba, que la bañe con agua caliente.Se sumergía en la bañera, desnuda y libre. Su cuerpo pequeñito entraba perfecto y yo me quedaba vièndola sentado fuera de la bañera, entre el vapor del agua y el perfume del jabòn y la espuma que iba creàndose mientras ella remojaba tibio su cuerpo antes helado.Solía sentarme en el piso junto a la bañera, y mientras ella se relajaba y su cuerpo empezaba a subir la temperatura despues de estar tan desabrigada o por falta de calorias a causa de la anorexia, como decía, me sentaba junto a la bañera y le leía cuentos. Apoyado en la pared y en la bañera del lado de afuera, leía para ella entre el vapor y su pelito mojado. Ella solía apoyarse en el borde de la tina para escucharme atentamente y varias veces me pedía que actúe los diálogos entre los personajes del cuento que le leía.Me decía: a ver.. haceme la voz del hombre malo, o cómo sería la voz del padre? y de la abuela? y reía mientras yo le actuaba las voces ridiculamente. O me mojaba la cara mientras leía, con caricias suaves de sus deditos que con ese gesto me agradecían por cuidarla y preocuparme por ella.Que podía hacer para verla mejor? no se me ocurrían cosas mejores que esas, pequeñas como ella, simples y fáciles pero que sin embargo hicieron que aumentase su amor por mi o su obsesiòn.Ella creía que yo la amaba, y en realidad yo quería cuidarla, verla mejor.Pero me contradecía cuando luego se me ofrecía sexualmente y yo accedía a su cuerpo, a sus besos y a su amor. Ella necesitaba agradecerme a su modo, de la mejor forma posible, según ella, aunque yo solo hubiese querido que sea feliz y se ame a si misma.Despues del baño, de los cuentos leidos y del sexo apasionado, dormía junto a mi como si fuese el lugar mas seguro. Ese lugar cálido en donde el abrazo y el calor de mi cuerpo la hacían sentir mas pequeña y protegida.Nadie parecìa necesitarla, dado que nadie la buscaba.A su corta edad pasaba horas enteras conmigo, dias enteros sin que nadie la reclamase. Y eso me daba la pauta de su abandono, de por què ella se sentía asi.Pero afortunadamente estaba conmigo. Yo podía cuidarla y abrigarla, podía alimentarla y entretenerla, podía acompañarla a cualquier parte, inclusive comprarle abrigos para cuando despertase. Podía abrigarla con mi propio cuerpo, podía darle mi calor. Podía intentar que coma, hasta lograrlo, podía bañarla en agua calentita, comprar su champú, su jabon, su perfume, podía peinarla, podía cocinarle, podía ponerle las medias y vestirla completamente mientras dormía, podía todo, pero había algo sumamente importante que la pequeña jamás entendería, no podía amarla como ella necesitaba.

Me dicen AlejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora