Cuando su padre le instalò el departamento donde se mudó para quedarse en Capital Federal (con la excusa de la facultad), sentí alivio. Al fin podría regresar a mi casa sin encontrarla sorpresivamente. Se había copiado la llave, asì que podìa entrar cuando quisiese. Ella controlaba todos mis movimientos, sabía absolutamente todo lo que yo hacía, qué me gustaba, qué no me gustaba, mis horarios, mis amistades, todo. Su obsesión por mi era tal, que invitado por ella a su departamento nuevo, noté con claridad que su departamento era una "sucursal" del mío. Mismos colores, similares muebles ubicados en lugares parecidos, mismo equipo de audio, misma música. En su locura había coleccionado los mismos cds que yo, con la diferencia que los tenía perfectamente ordenados por intèrprete y por edición del álbun. Todo en ese lugar me indicaba su desquicio, su obsesión por mí. Sentí pánico por momentos, aunque lo olvidé cuando desnuda enfrente de mí se me ofreció a cualquier juego sexual que me apeteciera en ese momento. Ella se convertía en mi esclava y en mi ama. Y mediante el sexo me dominaba y me sometía a sus caprichos.Hermosa y dócil, casi niña aún, su piel se iluminaba frente al deseo de mi cuerpo, y en cada gemido que emitía, yo desfallecía de amor y de pasión. Nada malo había sucedido cuando estaba encima de mí. Nada terrible se vislumbraba cuando ella me dejaba poseerla a mi gusto y placer. Yo era su amo y su esclavo tambien. Se había vuelto increíblemente experta sexualmente, al punto de superar las mejores amantes que había tenido. Y bella, como ninguna, perfilaba ser una mujer increíble cuando madurase o superase su obsesión por mi. En su departamento, yo era el protagonista. Mis cartas y las tarjetas que solía darle, estaban por toda la casa, y en lugar de cuadros había portaretratos con fotos nuestras o mias. Era como un santuario del amor que jamás daría frutos, pero eso solo yo lo sabía. Había dedicado un rincón a una caja con motivos infantiles, en donde, según ella, guardaba la ropa que había comprado para nuestro bebé, fruto de su imaginación. Despues del sexo, volví a sentir terror de estar ahí. Recorría las fotos, las cartas, mi cara en toda la casa, los colores, los muebles, la ropa de bebè, la música, y los enormes cuchillos que tenía en la cocina pegados en un imán al alcance de la mano. Por momentos me quedé mudo, sin reacción. Temía decirle que quería irme, o que se diera cuenta de mi miedo. Me imaginaba con los cuchillos clavados en la espalda, tumbado sobre la cajita de ropa del bebé. Esa mujer estaba loca. Perdidamente loca. Y yo tenía la culpa.Como iba a salir de ese lugar? Necesitaba idear un plan. Escapar sin que ella advirtiera mi miedo, sin que sospechara que yo había notado su locura. Hermosa y radiante, me dijo que tomaría un baño. Resistí la tentación de meterme en la ducha con ella, y en lugar de eso, lo que metì fueron los cuchillos en mi bolso. Todos. Mientras ella se duchaba, escapé de ese lugar espantoso, y cuando puse en marcha mi auto me sentì un poco mejor. El corazòn me palpitaba a mil por hora, y no podìa dejar de pensar en que probablemente le hubiese hecho algo al auto para que me mate por el camino. Era capaz de cualquier cosa. Lleguè a mi casa, y sudando en paranoia, llamé a mi hermano para que viniese conmigo. Cuando mi hermano llegò, me encontró en posiciòn fetal detrás de la puerta de entrada, sudando, con los ojos desorbitados por el terror, sufriendo un ataque de pànico en el cual creí morir.Aquella visiòn de mi mismo, aún me asusta. Estaba totalmente desequilibrado, espantado y paranoico. No podía dejar de temblar, y mi mente revivìa una a una las imàgenes de aquel museo del horror en el cual ella vivìa. Le contè a mi hermano lo que habìa pasado, y abriendo el bolso le dì los cuchillos. El pobre no sabia que pensar, no sabía que decirme, pero de algo estaba seguro, esa mujer estaba volvièndome loco.Junto con mi prima, me subieron a un auto y me llevaron a una clìnica psiquiàtrica en donde me estabilizaron emocionalmente. No había pasado nada malo, pero ella una vez mas, me había desquiciado. No sè como lo lograba, no sé como ideaba todo para hacerme perder el juicio, para hacerme sentir la muerte. Me sumergía en la mas impiadosa culpa, en la mas terrible pesadilla obsesiva, y me hacía sentir una vez mas, el peor hijo de puta.
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Me dicen Alejo
Romance¿Y si no fuera todo como lo cuenta Cielo?¿Si no está contando la verdadera historia? -Una historia, dos versiones.