Alcohol y mentiras

695 17 0
                                    

Presentirla... acariciar su pelo, sentir su aroma cerca, rozar su piel y envolverme en su locura.Toda ella me conducía a un remolino en el cual caìa con los brazos abiertos, entregado y sabiendo de antemano que la gran trituradora del "despues" me carcomería la dignidad.Pero igual caía, inmerso en su perfume, en su suavidad y en cada beso que me daba como desprotegida y ansiosa de mi salvación.Quizà puedas entenderme vos, que tantas veces te preguntaste por què, cómo hacía para conseguirme una y mil veces? quizà contándote lo que sentía lo que ella me regalaba, dejes de juzgarme o de condenarme de antemano.Fui un idiota?Un hombre grande e irresponsable?Un esclavo ? tal vez.Yo podía ser todo apenas ella me miraba.Todo eso y mucho mas, hasta donde su imaginación y su maldad me condujeran, ella decidìa donde terminar sin matarme, pero dejándome herido de muerte.Yo no era su víctima, era su esclavo, porque caminaba por propia voluntad hacia la hoguera, sin que nadie me empujase, porque ataba yo mismo los nudos de la soga con la cual ella me ahorcaba.Todavía me pregunto por què?y la ùnica respuesta que encuentro es: la culpa.La culpa me empujaba aunque pareciera caminar por mis propios medios, era la culpa la que me alcanzaba la soga para que ella me ahorque.Luego de mis borracheras al punto tal del coma alcohólico, me internaban o me internaba por mis medios en una clínica de desintoxicación. Era eso o seguir bebiendo dia y noche, porque no podía parar.Mi familia se encargaba de internarme y yo los dejaba hacer, porque no querìa estar así, no quería perder la vida en los brazos del sufrimiento mas cobarde y mas insano, la culpa.Volvía al psiquiátrico una y mil veces, así como tambièn la pequeña una y mil veces se colaba en mis sàbanas, en mi vida, de la manera mas acorde a su proceder: logrando que yo se lo pida.En su papel de víctima me conmovía y arrancaba de mi no solo làgrimas, se llevaba todo. Me desgarraba por dentro y por fuera, y a pedazos trataba de reconstruirme en mano de profesionales que pocas veces encontraban mi eje o la manera de acomodar mis sentimientos.Estaba rayando el alcoholismo, y la poca lucidez que me quedaba me aconsejaba para bien.Querìa dejarlo, y me venía mil veces la imagen de mi familia, pateticamente levantandome del piso en estado deplorable, llorando y hasta inconciente. Llegaban a mi pensamiento las visiones terribles de la pequeña con los brazos llenos de sangre, su debilidad, su espalda huesuda, sus mechones de pelo en mis manos, sus làgrimas.En mis borracheras solía imaginarme con ella, de la manera feliz en que pensé que alguna vez podíamos estar.Y a veces el alcohol me daba alegría y me conducía a una felicidad irreal pero muy deseada.Por eso ella varias veces me emborrachaba, porque conocía mi debilidad, mi enfermedad.Como contè en mi antiguo blog, se aparecía con botellas de finos tragos y de a poco me iba sumergiendo en esa felicidad ficticia del alcohol y en ese estado yo la amaba. Podía decirle millones de veces los TE AMO que estando sobrio no sentía, y podia ebrio prometerle una vida juntos hacièndola protagonista de mi vida, mi mujer, la madre de mis hijos. El alcohol le daba a la pequeña, la familia que jamas tendriamos.En mi enfermedad no podìa distinguir lo bueno y lo malo. Así que bebía y me entregaba a sus caprichos, la complacía en todo y la mimaba hasta el cansancio.Bien podía haberla embarazado porque en ese estado ella era la mujer perfecta, no había pasado, ni malos recuerdos, solo su piel, su boca y su hermosa risa que me transportaba a esa felicidad irreal en donde ella me decía ser inmensamente feliz conmigo.Ella tambien se emborrachaba como para alcanzarme en ese mundo imaginario donde hasta podìamos casarnos, y mi casa podía convertirse como aquella noche que viene a mi recuerdo: en un altar.Yo tenía en mi mesita de noche, un anillo que era de mi madre, un hermoso anillo de oro que mi madre había olvidado en mi casa en su afàn de limpieza. Ese anillo se lo había comprado yo.Ese anillo, en una noche de borrachera y de altar casero, en mi propia cama, me sirviò para hacerla mi esposa delante de Dios.Suena loco, y lo era, porque nada era cuerdo estando con ella y con diez botellas de alcohol cerca nuestro.Jugàbamos a casarnos y ese anillo era el sello fìsico de la uniòn.Ella se reìa a carcajadas y seguía el juego entre vasos llenos y vasos vacios de alcohol.Se inventaba un traje de novia y un tocado con las flores del florero, las mismas flores que siempre preparaba para recibirla en mi casa.El traje de novia de sàbana blanca, y el tocado de flores naturales del florero, adornaban su cuerpo volvièndola hermosamente dulce y encantadora.Sus piernas desnudas por debajo del vestido-sàbana, y sus hombros al descubierto bañados por su pelo largo y adornado por las flores, me hacían su esclavo, y prometìa mil veces un amor eterno, tan eterno como durase la borrachera. Y así desnuda bajo su vestido de novia inventado, recibìa ese anillo como promesa de mi amor, como recuerdo de aquel momento ùnico en el que ella y yo celebramos una boda irreal, còmica y bañada de alcohol.Como nos reimos esa noche, cuando nos casamos en secreto. Completamente borrachos bailamos el vals y cortamos un pastel de bodas que no era otra cosa mas que un alfajor de chocolate blanco.Pero el anillo era real, y su amor por mì tambien.Todavía conserva el anillo en su mano, pude verlo varias veces.A mi madre le he comprado un anillo mejor, y le he contado la historia del casamiento borracho.No sè por què jamàs se quitò la sortija, deberìa hacerlo si es que ya no me ama.A veces duermo sobre su traje de novia, y vuelvo a recordar el vals del borracho riendo feliz.Aunque la novia haya desaparecido, y aunque el borracho no ria nunca mas.Y aunque las botellas ya no me acompañen ni necesite de ellas para declarar un amor ficticio, una boda fantasma y un anillo de oro que era solo eso, el signo del dolor mas grande, de la mentira mas cruel. Testigo de la inconciencia que vivìamos sin siquiera sospechar el futuro de espanto, de venganza y desamor.Hoy el alcohol no me domina, ni me deja inconciente. He luchado y he salido de ese infierno.Como quizà algùn dia pueda salir del infierno de la culpa, y tenga la piedad suficiente para perdonar y olvidar el maltrato y la angustia de haber sido esclavo de una obsesiòn sin fin, que aùn me persigue y me molesta, aunque ya no soy aquel ebrio fàcil, ni soy aquella persona atormentada que cedìa a sus caprichos.Porque ya no volverè a ser aquel que querìa curar y ayudar sin ver. Ya no puedo serlo.Darìa mi vida por verla reir de aquella manera, con el alma, con su vestido de novia inventado, y no encontrarme hoy vièndola crecer en un lugar en donde lo que ella inventa dìa a dìa son las sonrisas.Y en donde yo ya no puedo jurar amor eterno, en este presente de hombre gris y sin ganas de bailar un vals.

Me dicen AlejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora